El Día Nacional de Acción de Gracias (en inglés: Thanksgiving Day) es celebrado por los residentes en Estados Unidos y Canadá para agradecer a Dios la prosperidad alcanzada; también es propicio para reunirse socialmente con familiares y amigos porque el cuarto jueves de noviembre es un día de festividad nacional.

Más de 600.000 venezolanos hacen vida permanente en el país del norte y han dicho presente en estas festividades de gratitud.

El primer Día de Acción de Gracias se celebró en 1621 en Plymouth, Massachusetts. Los peregrinos de Plymouth y los indios Wampanoag vecinos  se reunieron para encomiar la buena cosecha del año anterior y dar gracias por esta bendición ya que la siembra que les precedió no dio los frutos esperados ante la inclemencia de la naturaleza, ausentes conocimientos sobre las bondades del suelo, el ciclo de lluvias como el tiempo de recogida del bien sembrado.

Los Wampanoag, cuyo nombre significa “Gente de la primera luz” en su idioma nativo, remontan a sus antepasados al menos 10.000 años atrás, hasta el sureste de Massachusetts. En el siglo XVII vivían en 69 aldeas, cada una con un jefe o “sachem” y un curandero.

En  los textos escolares de primaria  estudiantil aprobados con fines de enseñanza histórica por las autoridades  destacan la fecha como un día glorioso.

Los Wampanoag ante el  fracaso en la obtención de los frutos de la tierra por parte de los recién llegados colaboraron enseñándoles los ciclos de labranza como aprovechar las estaciones de verano y otoño para esparcir granos, hortalizas, legumbres, las espigas del trigo, la mazorca de  maíz y raíces del suelo.

El pavo, ave de corral, es el componente principal del encuentro acompañado de puré de papas, salsa de arándanos, frijoles verdes o zanahorias glaseadas. Como postre pastel de calabaza o de nueces, menú de base que se mantiene hasta nuestros días, aunque sumándoles sabores autóctonos. Conforme a la tradición de las etnias inmigrantes observamos con el andar del tiempo en la mesa del puerco, pollo, mariscos,  pescados y postres.

El componente de fe religiosa desde sus inicios está presente ya que es una  oportunidad para dar gratitudes al máximo guía espiritual del conglomerado, convicción que los peregrinos practican por influencia de la reforma anglicana desde el país anglosajón   de procedencia.

Su representación patrimonial y vínculo va  más allá de Estados Unidos y Canadá, destacando importancia  en actividades afines de Granada y Santa Lucía, como por igual  en Brasil y Liberia.

Tangencialmente, mostrarse agradecido el ciudadano el último jueves del mes once es razón para reunirse   también en México, Australia, Centroamérica  e Israel;   cita que festejan presencialmente en iglesias, remoto en el núcleo familiar y personal  en intrínseca oración.

Tan significativa data  recibió el reconocimiento de autoridades al mando del territorio como de la sociedad civil   en general.

En 1623 el gobernador de la colonia inglesa, William Bradford, declaró el 30 de julio el Día de Acción de Gracias, pero la fecha fue variable después de ese año.

Fue hasta 1789 que el presidente George Washington presentó un acuerdo al congreso intentando establecer la antigua conmemoración. Washington expresó “Invitó a los estadounidenses a dar gracias a Dios por su protección, por la victoria en la lucha, la libertad, la paz y la prosperidad en el nuevo país”, reseña National Geographic. Ese año se celebró el 26 de noviembre.

El presidente Abraham Lincoln en 1863 proclamó el último jueves de noviembre como el Día Nacional de Acción de Gracias.

En 1941 “Thanksgiving” fue declarado día festivo nacional por el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt.

Posteriormente, el Congreso de la Unión fijó el cuarto jueves de noviembre como el día oficial.

Quienes  llegan como inmigrantes a los Estados Unidos de América  se incorporan a la coexistencia cotidiana y asumen las costumbres del sitio, quehaceres, gustos, responsabilidades y celebraciones.

George Washington, comandante en jefe de las fuerzas revolucionarias americanas y posteriormente presidente de la nación por dos períodos, en 1789 expresó, tal como reseño en estas líneas y recoge National Geographic: ”Invito a los estadounidenses a dar gracias a Dios por su protección, por la victoria en la lucha, la libertad, la paz y la prosperidad en el nuevo país”. Tales palabras fueron un llamado a romper las cadenas de los oprimidos.

Con el tiempo los desplazados, al retornar al terruño, a las raíces maternas que les vieron  nacer, trasladaron la tradición de dar gracias a Dios al invitar familiares y allegados a compartir su mesa y conocer en detalle lo que les apoya, los Estados Unidos de América, la tierra de libertad que les amparó.

De una u otra forma o modalidad la comunión está presente desde el siglo XX en otras naciones, pero desde esta centuria una costumbre acarreada por el inmigrante que retorna a su ciudad, pueblo o caserío con el mismo espíritu de agradecimiento y fe de los Pilgrims y  Wampanoag; desde 1621 por siempre será el ejemplo a seguir para convivir en confraternidad e igualdad en paz.


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