A raíz de uno de las últimas tormentas políticas, la filtración de un audio grabado clandestinamente en un evento de los congresistas del grupo de César Acuña, que terminó con la rapidísima censura de la presidenta del Parlamento, Lady Camones, es interesante analizarlo desde la perspectiva de las campañas de desinformación –la dezinformatsiya en ruso-.
El último libro de Thomas Rid, “Desinformación y guerra política: historia de un siglo de falsificaciones y engaños” (2021), trae una interesante descripción y análisis de las inacabables batallas entre los servicios de inteligencia soviéticos (ahora rusos) y occidentales, sobre todo norteamericanos, en el terreno de la manipulación de la información para perjudicar y dividir a los rivales.
Refiriéndose a un caso en que los servicios de inteligencia rusos interceptaron comunicaciones de diplomáticos estadounidenses y europeos sobre Ucrania, en 2013, y luego las difundieron para atizar las discrepancias entre ellos, Rid analiza las continuidades y transformaciones en esta práctica en la que los rusos son muy hábiles desde hace mucho tiempo.
Con la era de la internet, dice Rid, hubo algunos cambios en estas campañas: “El truco consistía en combinar dos características técnicas, una antigua y una nueva: la recopilación de información técnica, en este caso intervenir las líneas telefónicas o posiblemente manipular los teléfonos usados por los diplomáticos occidentales, y el uso de la internet y las redes sociales para hacer públicas las filtraciones. Esta nueva técnica permitió hacer público el material comprometedor, y amplificarlo, antes de que se hicieran eco los intermediarios tradicionales”, como las cadenas de televisión, agencias de noticias y otros medios de difusión. “Esta estrategia de filtración a través de internet pronto definiría como funcionaban la salida a luz y la amplificación.”
Algo similar a lo que ocurrió aquí, cuando algún topo grabó subrepticiamente a Camones, Acuña y otros participantes, luego la entregaron a un medio digital amigo que la editó y difundió. (Los intermediarios pueden ser conscientes o no del papel que juegan). Luego la TV y los periódicos lo rebotaron, e inmediatamente el gobierno en pleno –Aníbal Torres y varios ministros- apareció para presentarlo como una infracción gravísima y exigir consecuencias.
Prestamente, a las pocas horas de esa demanda, uno de los congresistas más allegados a Palacio presentó la moción de censura y en un abrir y cerrar de ojos Camones era defenestrada.
Algunos han interpretado que el tiro les salió por la culata a los autores de la maniobra. No deberían estar tan seguros. Los que la construyeron probablemente calcularon las posibilidades y los efectos, y deben haber medido los posibles beneficios que les reportaría, no los resultados inmediatos.
Si bien es obvio que Pedro Castillo y sus secuaces son incompetentes e ineptos, es evidente también que hay servicios que si son diestros y competentes, y que tienen mucha experiencia en estas latitudes. Ellos han sido entrenados durante décadas por la KGB soviética y sus sucesores el SVR y FSB rusos, que están entre los mejores del mundo.
Y poseen algunas ventajas sobre sus similares occidentales, no tienen controles, ni de instituciones democráticas como el Parlamento, ni de la prensa libre.
En suma, es no solo interesante sino también conveniente introducir al análisis algunas variables que usualmente no se consideran.
Artículo publicado en El Reporte de Perú
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