OPINIÓN

Devastados

por Carlos Malo de Molina Carlos Malo de Molina

Tú y yo y los demás estamos devastados por la pandemia del covid-19. Como he mencionado en otros artículos, la pandemia, además de la enfermedad y de las muertes, ha dañado agresivamente nuestras relaciones sociales, familiares, de trabajo, la atención médica de los ciudadanos, nuestras democracias, la transparencia de la eficiencia de la gestión pública, la salud mental y la felicidad de los ciudadanos, el funcionamiento económico de las empresas, las entidades sociales y deportivas, instituciones, países y la globalidad del mundo. Hasta el punto de que en muchos casos está en riesgo la propia continuidad con serias dificultades para recuperar nuestra situación anterior.

Hay quien compara estúpidamente lo ocurrido con una guerra, lo que evidentemente es un grave error solo justificable desde el punto de vista de los intereses populistas, autoritarios y en algunos casos divisionistas. La realidad es que hemos llegado a esta situación como consecuencia de un grave problema por la falta de previsión sanitaria mundial, la mala gestión y falta de transparencia de los dirigentes de la dictadura china, de los organismos internacionales, principalmente de la Organización Mundial de la Salud y la pésima gestión de demasiados países e instituciones internacionales.

Estamos muy tocados, gran parte del mundo ha estado y en muchos países los ciudadanos siguen o seguimos en arresto preventivo domiciliario dañando en exceso nuestras vidas, la salud, nuestra economía personal, la democracia donde la hubiera y la economía mundial. La mala adecuación de nuestros gestores de países e instituciones internacionales ha sido un auténtico desastre. Es verdad que ha habido excepciones positivas como el caso de Alemania, Corea del Sur, Dinamarca, Noruega, Taiwán, Nueva Zelanda, República Dominicana, Uruguay, Finlandia, Singapur, Japón y posiblemente alguno más.

Lo peor de todo es que todavía nos queda por sufrir, nos tienen que devolver nuestra libertad, la democracia y nuestros derechos. Tenemos que reconstruir todo lo destruido que es mucho más de lo que dicen. Tenemos que luchar para recuperar todo lo que teníamos, muchos de los dirigentes populistas y divisionistas están aprovechando para generar tiempos anormales o lo que ellos denominan inconsistentemente nueva normalidad. Queremos lo nuestro, lo que teníamos.

Es verdad que en muchos países no había libertad, democracia ni derechos humanos, pero en otros sí. Tenemos que recuperar la democracia que había en parte del mundo y luchar para conseguir extenderla a la totalidad del mundo, incluyendo los organismos burocráticos y no democráticos internacionales. Hay que dar vida al sentir de la sociedad, del mundo y de los 7.700 millones de habitantes y dejar que la mano invisible de la sociopolítica funcione en el libre mercado de las ideas. Hoy más que nunca tenemos que gritar libertad, igualdad y fraternidad.

Me considero un optimista estructural. En este nuevo artículo más que describir de forma concisa y resumida una palmaria realidad, quiero decir que estamos mal y que estamos sufriendo más de lo necesario. No hay ninguna guerra, hay un grave problema sanitario producto de la improvisación y la mala organización mundial contra las pandemias. No hay más enemigos que los dictadores, populistas y divisionistas que además de ser malos gestores intentan pescar en río revuelto para sus intereses personales y políticos. Lo dicho, estamos devastados e indignados.

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