El deterioro democrático en nuestro país tiene orígenes muy diversos, pero en general todo se basó en la estrategia inicial de cambiar la fórmula de la lucha armada, por cierto, de poderosa influencia universitaria pregonada en el siglo pasado por las directrices de los partidos socialistas, y del poder continental de los países antidemocráticos.

Esa estrategia fue cambiada por una pragmática fórmula más conveniente a sus intereses la cual se sustentó en el diseño de un modelo electoral de fácil manipulación de los sistemas, los cuales fueron inteligentemente diseñados y puestos en práctica penetrando hábilmente los organismos oficiales y de sus entes civiles participantes.

Su puesta en práctica les sigue dado pingües beneficios a todos los niveles, globales y locales, inclusive como elemento de exportación hacia otros países latinoamericanos que han provocado  que uno a uno vayan engrosando los países controlados por lo poderes “electos” de la revolución socialista y de las mafias delincuenciales”, dirigido por un movimiento denominado falsamente progresista operadores de la  gran masa financiera que se genera en una época de trasformaciones tecnológicas sin precedentes.

El ciclo electoral latinoamericano mencionado ha permitido que la totalidad de los países renueven sus gobiernos, presidentes, congresos y dirigentes locales por votación directa “representativa” y cambios estratégicos sustentados en la estimulación de procesos constituyentes, lo cual dan origen por lo general  a gobiernos populistas sustentados en el poder militar. Su meta, mantenerse eternamente en el poder apoyado en cambios constitucionales, usando la fórmula de reconstrucción de la misma y la justificación de la acción constituyente, la cual apunta al centralismo, la eliminación de la separación de los  poderes, al partido único, eliminación  de la  clase media, limitación  al desarrollo de la educación, e imponer la concepción de la denominada igualdad social, acompañada por la creación de un  hombre nuevo ideologizado, soportado por una estrategia de regalos,  propaganda, militancia obligada, falsificación de la información y de sus efectos directos al modificar hasta la historia nacional e inducir la transculturización de su población hacia la ideologización extrema..

Dentro de este contexto se ubica el deterioro institucional y democrático representativo producto de las estrategias seguidas, provocando el significativo impacto en la democracia que ha entrado en un proceso sistemático de erosión creciente, la cual es administrada gradualmente a conciencia, favorecida por el comportamiento  social inducido de gobernar por decreto dentro de un entorno  artificial de emergencia nacional cuyas acciones favorecen la concentración y disolución del poder legítimo y la supresión de los derechos humanos sin ningún tipo de rubor.

La democracia como consecuencia parcial de los elementos esgrimidos enfrenta una ola de autoritarismo regional y local; fortalecido por el despliegue del populismo sin límite financiado usando además la explotación de los recursos del país de manera obscura y que se manejan como banco particular en beneficio propio y de sus dirigentes y relacionados.

El efecto directo planeado y generado por el escenario descrito y de mayor percepción, es la desconfianza generalizada en los partidos políticos y su obligada vinculación con el régimen con efectos de diapasón en la corrupción y participación en beneficios para sus dirigentes. La pérdida de confianza y por supuesto de la militancia partidista es muy claramente critica acompañada de elementos claves tal como la ausencia de democracia interna, la permanencia eterna en los cargos de la dirigencia incluso en sectores gremiales y sindicales lo cual potencia esa desconfianza que se extiende a los sistemas electorales y a los dirigentes, los cuales se perciben como apéndices y colaboradores del régimen.

La democracia tal y de acuerdo con indicadores de los organismos internacionales, ya perciben con mucho escepticismo el hecho de “vivir en democracia” estoicamente dejan de lado la clara responsabilidad sustentada en comunicados inútiles sobre quiénes gobiernan y sus decisiones, sin hacer nada apreciable en búsqueda de controles, rendición de cuentas, y sugerencia a los cambios necesarios del modelo político.

Es predecible apreciar el alineamiento de los partidos políticos con el régimen, independiente de su gobernanza autoritaria, de la franca y divisiones internas producto de los intereses encontrados en el repartimiento del poder y de sus derivaciones financieras de la corrupción y complicidad. Habrá que agregar otros factores, tales como sus vínculos con el narcotráfico, la estructura militar, oficial, o la voluntaria e interesada milicia. Se incluye a sus vínculos con paramilitares. Ello incluye su sospechoso y discreto silencio en el deterioro de las libertades públicas, y muy especialmente su participación en la influencia en el manejo de información real, y, por último,mirando al otro lado la ausencia de justicia y los atropellos a la libertad y seguridad ciudadana

El desarrollo  que favorece la aparente integración de los  partidos políticos y la denominada sociedad civil de agrupaciones ampliamente publicitadas se representa a sí misma como  autor de una hipócrita unidad nacional solo para lograr  sus propósitos y ejercer su pretendida influencia en las comunicaciones dejando traslucir que representan al país, que estimular la estructuración de un movimiento “unitario” para elegir un candidato presidencial continuando con la vieja fórmula de “caudillo necesario” sin pensar muy claramente sobre las estructuras y nuevas formas de organización.

Diseñan un mecanismo de consultas ligado al CNE para soportar la logística del proceso, ignoran las migraciones sin ofrecer de verdad fórmulas de participación y excluyen a la nueva dirigencia de manera egotista para preservar a los viejos liderazgos, vicios y costumbres.

Se agrupan buscando la fortalecer la falsa representatividad militante y ofrecen un padrón de una docena de potenciales candidatos cuyos perfiles y competencias dejan mucho que desear; ocultan debilidades y colaboraciones hábilmente camuflados en cortinas de humo circunstanciales. En otras palabras, se hacen notar convencidos por una acción cuya fórmula coincida con las estrategias del régimen para validar su continuidad y a sabiendas de que no tienen que buscar sino una participación chucuta que les permita la supervivencia como dirigentes políticos, por cierto disfrazados de “Musiquita” para emplear una vieja palabra criolla que representa a un aventurero político para mantenerse muy cerca del poder, donde haya hasta donde pueda su capacidad narcisista e hipócrita.

Por otro lado, han desplegado una amplia actividad en sectores donde se habla también de elecciones universitarias. Tienen notable actividad para formar grupos de electores universitarios partidistas que faciliten candidatos que se relaciones con las actividades señaladas, entre ellas, proteger a candidatos que por catorce años han convivido con el régimen y son intocables a pesar de sus evidentes complicidades.

Estimulan falsos opositores, ignoran acuerdos de asambleas universitarias, y de cumplir compromisos académicos; solo  lo por hacen  por dividir y continuar con la política de mantener una universidad-ministerio dirigido por afectos oficialistas con el régimen sin entrar en la diatriba política tradicional universitaria y, por si fuera poco, actúan como fuerza de choque intentando abordar a legítimos académicos que desean la Re institucionalidad universitaria comprometidos con la  frontera de la nueva concepción de la futura universidad apelando al viejo  sistema  de la  descalificación.

En otras palabras,intentan nuevamente politizar la universidad al viejo estilo de la repartición partidista en todos los frentes de su comunidad, hacen alianzas con grupos gremiales, autoridades y representantes políticos de facultades. Todo por seguir la práctica de convivencia y de oposición al cambio falsificado. Le hace el juego a la política socialista inscrita en el marco de nuevo hombre, de la patria grande y de los intereses de las grandes potencias que adversan al mundo occidental.

Pero la comunidad universitaria, ahora oficialmente aliada a otros segmentos internos, disminuida en su fuerza laboral académica y estudiantil, ya está presente y está clara de esos peligros, los enfrenta académica y adecuadamente, continúa con sus programas para cambiar la universidad y es firme en convertirla nuevamente en referencia nacional para el cambio de un modelo político que la arruinó, intervino inteligentemente y, que la desea someter ideológicamente.

Hay una dirigencia comprometida, está en su trabajo de reconstrucción y no queda la menor duda de que lo hará, pondrá en claro las irregularidades de la gerencia universitaria eterna y, podrá mostrar una realidad universitaria que muchos desconocen, pero que ante tanta evidencia evitará que evadan su responsabilidad. Serán los nuevos ductores de una universidad moderna, segura de su futuro y responsabilidad con ella misma y con el país como elemento rector de su compromiso ciudadano.

 


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