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Destrucción de la autonomía universitaria

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Las universidades venezolanas siempre han sido parte del plan hegemónico de la denominada revolución del siglo XXI; un plan que contemplaba la desmoralización, desmovilización y destrucción de la planta laboral, física y estudiantil. Para el régimen, las “Autónomas” públicas se convirtieron en un dolor de cabeza. Hasta la llegada de la pandemia, estas instituciones intentaron defenderse con los poco que les quedaba. Hoy, la Universidad Simón Bolívar no es la primera que cae en las garras del régimen, otras ya han sido atrapadas de manera directa o indirecta. Pero, al estar la Universidad Simón Bolívar en la vitrina del centro del país es la que mejor ha evidenciado la agresión oficial, sin dejar a un lado la UCV, con acciones más disimulada y tomada por algunos contratistas, de los que ni siquiera la rectora tiene noticias, pues la han tenido sin presupuesto por años.

Al morir el Rector Planchart, el CNU tarda en nombrar su sustituto, acción que debe tomarse para la inmediata convocatoria a elecciones de acuerdo con el artículo 109 de la Constitución. Por iniciativa del profesorado organizado de Sartenejas, se sabe de una vigorosa lista de meritorios profesores capaces de conducir la casa de estudios: una plural, diversa y meritoria lista académica. Pero el régimen se enfiló y nombró a las autoridades transitorias, absolutamente, rojas rojitas. Por cierto, botó a los colaboracionistas de los que se había servido por estos años, nombrados por Gaceta, quienes se hicieron la ilusión de continuar. Años atrás, estos se hicieron los locos ante la amenaza de castigo que el Fiscal General de la República realizó a profesores y estudiantes por llevar a cabo una actividad de cátedra donde se proyectó una película que el régimen había prohibido.

El régimen no hará las elecciones de acuerdo a lo ordenado por la Constitución, la Ley de Universidades y el propio reglamento de la Universidad Simón Bolívar. Esta elección la ha debido promover, realizar e impulsar, la propia comunidad universitaria desde hace ya bastante tiempo, y se les dijo por aire, mar y tierra. Al igual que se les advirtió que de nada valía congraciarse con el régimen, como lo hicieron. Y ahí están los resultados: todos han sido burlados, humillados, vejados que hasta les pagan el sueldito por el sistema Patria. Ni siquiera han hecho presencia en Sartenejas para abrir la boca. Eso, si, a destiempo, se quejan por las redes con la timidez necesaria y la prudencia calculada; no puede faltar el estridente dirigente estudiantil que ahora aspira al pronto apostillado de los títulos para posterior salir, lo más pronto posible, del país y olvidarse de esta pesadilla.

Los otrora vanidosos egresados de la Simón Bolívar, con las muy contadas excepciones, guardan un silencio cómplice. Otros corren para jubilarse y dejar tirada al olvido la cátedra que un día fue su orgullo. El meritorio esfuerzo fundacional de Caldera, con un Ernesto Mayz Vallenilla, se lo echan al pico en cosa de horas. Por cierto, ahora se pagan las consecuencias de las veleidades chavistas de Mayz Vallenilla. De modo que empieza otra historia para Sartenejas y no tendrá otra opción de supervivencia que la de expresarse, luchar por unas elecciones constitucionales como ni siquiera se atreven a luchar en México los famosos negociadores.

De este fatídico panorama, no se escaparan las restantes universidades autónomas y públicas que quedan. Suponemos que las privadas tomaran un nuevo rumbo que les permita seguir funcionando sin una intervención directa del régimen. Sus planes deben incluir la adaptación y adecuación a la presente situación para que sus intereses no sean tocados; al fin y al cabo son empresas dedicadas a la educación. Para borrar de nuestro futuro este plan aterrador de destrucción, todos los sectores que creemos en la democracia y la libertad debemos defender ambos conceptos por todos los medios democráticos necesarios. Incluir el tema en las conversaciones de México y la denuncia internacional ante los organismos correspondientes son dos acciones para insistir, resistir y persistir en el trabajo por la libertad plena.

@freddyamarcano

 

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