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Después del 10 de enero

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Después de tres meses de haberse producido las elecciones presidenciales, el país se encuentra como en las películas de Alfred Hitchcock, en “suspenso”, esperando el desarrollo de la misma, aparte de apesadumbrado y expectante dando tiempo al tiempo para ver cómo termina de desarrollarse esta película. Lo más complicado es que la economía también está estancada como la situación política, lo cual impide que se implementen proyectos productivos de envergadura o venga la inversión extranjera, a menos que, el gobierno y la oposición logren concertar un mínimo cuerdo que detenga esta caída en el abismo en la que vamos en aceleración.

La realidad política, querámoslo o no, es que el presidente Maduro se juramentará el 10 de enero y a partir de allí, la situación del país será otra y dependerá de dos aspectos fundamentales: que el nuevo gobierno del presidente Maduro continúe con la represión y la persecución a todo lo que se le opone o por el contrario, trate de buscar cimentar caminos para un mínimo entendimiento y un Acuerdo Político Institucional con la oposición y que esta no se aleje de las reglas democráticas, como lo ha exigido Lula y la comunidad internacional. Los acuerdos políticos por principio son amplios y se estiran cuando hay voluntad política para resolver crisis, es allí que se demuestra cuando un líder tiene condiciones de estadista.

Por su parte, la oposición tiene que auscultar su realidad, si seguir en este estadio de estar perseguido, coartada en su libertad de acción, empeñada en permanecer en la oscuridad de la clandestinidad, esperando que la comunidad internacional le resuelva el problema, a lo cual no están dispuestos, porque según ellos, eso le corresponde a los venezolanos; el otro camino es el de buscar vías de entendimiento que permitan encontrar una solución política que sea de mutuo beneficio para todas las partes y en la que sí estaría de acuerdo la comunidad internacional de acompañar al país. Afortunadamente y acertadamente, Edmundo González ha declarado que no se juramentará como presidente fuera de Venezuela, lo cual puede abrir caminos a una solución política negociada si hay voluntad de las partes.

Dentro de este contexto, nos encontraremos después del 10 de enero con una realidad política, económica y social totalmente distinta de la actual, pues estaremos entrando en una crisis política y económica más profunda que la que actualmente tiene el gobierno que no les permitirá resolverla por sí sola, además, agravada por el aislamiento internacional. 

Quienes sufrirán las consecuencias de toda esta irracionalidad política seremos nosotros, los venezolanos de a pie, en los que nadie piensa.  La oposición si no deja los extremismos se verá más perseguida sin posibilidad ni de ser parte del nuevo estatus político del país que surgirá después del 10 de enero, ni tendrá la posibilidad de continuar capitalizando el descontento y la nueva realidad política, económica y social que surgirá, que requerirá de un liderazgo inteligente, creativo, centrado y dispuesto a encontrar soluciones acordadas que enrumben y saquen al país de la crisis política y del marasmo en el que nos encontramos. La comunidad internacional toda, en esto, si está dispuesto a cooperar sin ningún problema y la región en pleno, nos acompañará porque les resuelve un problema grave a todos.

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