El silencio es complicidad. Los silentes lo saben y lo hacen cuando les conviene, lo ejecutan como un arma que busca su beneficio; ellos le llaman estrategia, pero no, es complicidad porque no les interesa el bien común, a ellos solamente los mueve los colores de partidos famélicos y su bolsillo. Cuando no les conviene, entonces duermen.
Ahora los silentes despertaron, son los que no hicieron nada antes ni después de las primarias; no hicieron nada mientras el país entero trabajó antes, durante y después del 28J, y si lo hicieron, lo hacían por obligación, no por convicción. Son los que apenas se dio un escenario adverso corrieron a sus madrigueras y no aparecieron más, ni en persona, ni en redes, no opinaron y si lo hicieron fue con mensajes ambiguos, tímidos, políticamente “correctos” en lo incorrecto que significa callar ante los abusos, ante el robo.
Ahora sí despiertan en sus redes, en reuniones con movimientos nuevos, en las calles hablando de «participación», de «defender la democracia», de no “perder espacios”, cuando el espacio más importante lo están dejando perder: el país entero y la victoria del 28J.
Los silentes apostaban al fracaso desde un principio y son una de las causas de que la gesta no se concretara, por esa mezquindad e intereses que nos les permitió organizarse con tal de no ver a otro que no sea ellos ser protagonista y que además se les termine «las ubres» de las que chupan; porque no han entendido que esto no se trata de María Corina o Edmundo, sino de más de 7 millones de venezolanos que quieren un cambio y que le exigen a la dirigencia política asuman el papel que el país entero les demanda.
Luego volverán a sus madrigueras, sin importar si ganan o pierden, ya se llevarán su tajada y dormirán hasta una nueva elección que les convenga, sin pensar en usted que me lee.
¡Cuánta falta de amor por su país! ¡Cuánta falta de empatía!
@fmpinilla
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