En los corredores de Palacio, en el anfiteatro de la vida, frente al patíbulo de todas las naciones, en el centro de toda la ociosidad, la intriga y el lujo, se ven rodar las cabezas de todos los reyes y muchos personajes; el más recordado es el coronado de espinas; guste o no, tiene el mérito de dividir la línea del tiempo.
En esos bellos, elegantes pasillos de palacio de derecha a izquierda, se pavonean con elocuentes discursos, autores de la talla de Aristipo, Josefo, Bacon, Rousseau, Giovanni Botero, Malthus, Hegel, Marx, Darwin, Keynes, Schwab, y una casta de muchos más precursores al servicio de la expansión de élite absolutista, con recordadas y exquisitas narrativas racionalistas, utilitaristas, mercantilista que enarbolan aquella propaganda de contenido estatista del Rey Sol «El Estado soy yo» propias de pensamientos y supercherías estatistas.
Dicen los sabios que, desde arriba, lo que cuenta son las medidas intelectuales, ya que la velocidad de las ideas es más rápida, certera que la luz y el sonido, ante una población que palidece, sin conocimiento de sí mismo y del trabajo que implica ello en libertad natural y hasta divina del libre albedrío.
Por otro lado, dicen los naturalistas, hoy llamados científicos, el hombre es el resultado de la naturaleza; esto en el pasar de las épocas ha cambiado, ahora las personas son la consecuencia de las ideas volitivas que vienen incidiendo e infringiendo las leyes y principios naturales con los que nace el ser humano.
De la misma manera, se observa como todas las disciplinas se subordinan a estas ideas; ya se ha dicho que, en este época, es de poca importancia la ideología, profesión, nacionalidad, raza, sexo, color, religión, movimientos, partidos, estrato social, cultura, e incluso pertenecer a grupos regulares o insurgentes; todos sin excepción están alienados, más aún, son captados por estas filosofías que están moviendo los pueblos.
Con esto, no se pretende ser cansón con la narrativa, ya que es un hecho contrastable, tanto en los medios como en la realidad, sobre que, las proyecciones en los medios, son en parte, una traslación a escala de la incidencia en la sociedad.
Cuenta la historia reciente que si Einstein hubiera sabido los daños causados por la descomposición del átomo, no sólo hubiese ocultado tal descubrimiento de la naturaleza, sino que, además, había alertado de los peligros inminentes de destrucción de la vida terrestre. Un peligro más grande, representan las ideas filosóficas colectivistas, demostrando ser más mortíferas que la bomba «H».
Entonces, la humanidad, a raíz de la deshumanización, producto de las ideas contra natura, se enfrenta a peligros más nefastos que los acaecidos en Hiroshima y Nagasaki; precisamente los efectos de unas filosofías estatistas, totalitarias de orden globalista que vienen destruyendo todo a su paso, tal como si se tratará de tierra arrasada; son la causa, sin importar valores y principios originarios, impresos en la naturaleza humana.
Los dominados siempre han sido mayorías, frente al puñado de dominadores de la élite gobernante; es decir, los que obedecen son más a los que dan las órdenes. Por otra parte, se recuerda los más de cinco millones de jóvenes muertos en las guerras napoleónicas en su afán de conquista o los más de veinte millones fallecidos en la segunda guerra mundial; pero se voltea la mirada a los ya alrededor de 200 millones en manos del comunismo y sus filosofías colectivistas y estatistas en todas las naciones del mundo que hoy toma una faceta bio-política tecnológica.
Es por ello que la corrupción, así como la depuración del sistema, sólo es posible, limitando las competencias y atribuciones del Estado. El Estado de Derecho fue hecho en principio para proteger a las personas, frente a la pretensión de cualquier tiranía; es decir, un Estado megalómano.
Hoy el Estado de Derecho se ha transformado en el instrumento de opresión frente a las mayorías, que cada vez, coarta más libertades y derechos naturales de las personas; obedeciendo al Estado de modelo totalitario que se denuncia día tras día por todos los pueblos al emitir sus órdenes alocadas.
Así pues, conviene separar los elementos pesados que obstruyen los valores de la democracia liberal, de la libertad, dentro del marco de derechos y libertades naturales, como un proceso transformador del sistema; en todo caso, la filosofía social, la sociología e incluso la psicología social y por si fue poco, la medicina y la farmacología, percibe la sociedad como un todo, un organismo.
Así que, tal proceso de metabolización natural se conoce como la trituración, absorción, cocción, disolución, proceso que viven las naciones como un todo, en un proceso de putrefacción o decadencia, bajo los sistemas colectivistas totalitarios como el comunismo o bajo el nombre, denominación o filosofía estatista que sea.
Por otro lado, existe un método de aceleración natural de separación de aquellos elementos y cualidades del estatismo, que desembocan siempre en el poder soberano de la tiranía; que es necesario, aprender a distinguir, los que llevan a la servidumbre a las personas y los caracteres de la libertad natural que la liberan para luego separar tales caracteres y elementos de la idea de Estado colectivista y con ello, lograr disolver soberanos valores, elementos del sistema tirano de esclavitud globalista.
Desde las crónicas de los primeros tiempos se ha estudiado cómo los grupos religiosos y la filosofía en las distintas culturas y civilizaciones se han sometido a la tiranía del Estado totalitario, llegando a decir que los gobernantes son puestos por el Creador y por tal motivo, es un pecado ignominioso, sólo pensar deponerlos; en medio de una obediencia absoluta y la no resistencia a la tiranía del sistema; expresando que de ninguna manera se apoyará el tiranicidio.
Mas en medio de esa opresión, existen claros episodios desde el seno de la filosofía y la espiritualidad, donde nace la síntesis que vienen a doblegar el sistema colectivista y libertar las poblaciones oprimidas, resistiendo incluso a cualquier intento de imperio que los quiera conquistar y tiranizar.