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Desde Vichy hasta Caracas

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La impunidad premia al delito e induce su repetición. Estimula al delincuente y contagia su ejemplo”. Eduardo Galeano

Cuando inició el juicio que sellaría su futuro, el mariscal Phillipe Petain manifestó que solo leería una breve declaración y que no respondería las preguntas del fiscal, pues consideraba incompetente al tribunal que le juzgaba. De ser el gran héroe de la Primera Guerra Mundial, pasó a ser el villano de la segunda. El prestigioso gran soldado de Rif aceptó encabezar un gobierno títere del Tercer Reich al adoptar una legislación antisemita y arrodillar a los franceses a los caprichos del Führer. A la postre, el jefe del Estado de la Francia de Vichy era enjuiciado por delitos de alta traición y colaboración con el enemigo. La sentencia fue tajante: pena capital y la dolorosa degradación militar bajo el ignominioso título de “indignidad nacional”. El magnánimo Charles De Gaulle consideró el pasado heroico del “vencedor de Verdún” y le conmutó la sentencia de muerte a cadena perpetua.

La recomposición de Francia demandó enormes sacrificios de su población, pero no habrían podido restaurar la moral nacional sin antes administrar justicia a los responsables de sus desgracias. Aquí, la desesperación por desplazar al madurismo ha llevado a algunos actores a ofrecer amnistías que nadie ha pedido; prometer garantías imposibles de cumplir y hasta la condonación de los fondos y activos mal habidos.

La reparación de la patria exige transitar por un proceso de reconciliación nacional, pero el mismo debe atender principalmente a las expresiones de organización popular afectas al chavismo, no a las élites. También atender a los cuadros políticos no inmersos en transgresiones graves; pero sería un despropósito repartir absoluciones a violadores de derechos humanos, a cleptómanos convertidos en magnates o a los desertores vendidos al rival.

En todo caso, el perdón precisa arrepentimiento, pero a un mes de las elecciones la cúpula gubernamental sigue persiguiendo a la disidencia; amedrentando al pueblo llano e intentando torcer la voluntad del electorado. ¿Cómo pedir empeño y sacrificio a una población desgarrada mientras los perpetradores del descalabro siguen disfrutando los privilegios de sus fechorías? La impunidad corroe sociedades, desmoraliza al honrado y abona la apología hacia la maldad, el timo y la depravación.

En Venezuela hay cientos del miles de chavistas que creyeron en un proyecto social que jamás se materializó, que fueron persuadidos a acompañar un movimiento que naufragó entre promesas incumplidas y pretextos infantiles. A ellos hay que tenderles la mano. Sin embargo, si una de nuestras principales propuestas es el rescate de la institucionalidad y el Estado de derecho sería contradictorio exonerar a los comandantes del naufragio. La coherencia en el mensaje, en la propuesta y en el proyecto de país es fundamental para ganar la confianza que ilusionara a los venezolanos a trabajar por propósitos comunes.

X: @hamid_ramos

 

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