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Desde Venezuela, ¿puede Irán desestabilizar la región?

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Cuando Iván Duque en agosto pasado anunció la posible adquisición de misiles iraníes por parte de Venezuela, estalló una oleada de noticias, artículos, análisis, comentarios, sobre el riesgo inminente de un conflicto regional alimentado por Teherán, enemigo declarado, aunque negociable de Washington. A comienzos de este mes, el jefe del Comando Sur no dejó apagar la llama y habló de paramilitares y armas iraníes en Venezuela. Pero casi ninguna, por no decir ninguna, agencia de inteligencia independiente y seria prevé la intervención iraní en Venezuela. Mientras su presencia militar es reconocida en Irak, Siria, Yemen y Líbano, lo del país suramericano ha sido un titular de segunda, atractivo por lo exótico y peligroso, explotado cada vez que Abrams o Pompeo lo mencionan.

Allá y acá

La reacción del Parlamento iraní  al asesinato del general Fajrizadé, director de la Organización de Energía Atómica del país -en enero, con un dron, mataron al general comandante de la fuerza de élite Quds- ha sido clara y amenazante: ordenar y acelerar la producción de 500 kilogramos mensuales de uranio enriquecido al 20%, trazando una peligrosa perspectiva que le podría entregar a Irán su primera arma nuclear en meses, algo insoportable para Estados Unidos, Europa e Israel, ahora amigado con Arabia Saudita, enemigo musulmán tradicional de Irán. El supremo líder ayatolá Ali Khamenei clamó monódicamente por un “castigo definitivo” de los culpables, entiéndase Estados Unidos e Israel. El cambio de timonel en la casa Blanca sazona con mayor incertidumbre este escenario.

Fuera de ese Medio Oriente, la dictadura teocrática iraní tiene en Venezuela su más importante plataforma política y operacional y si planea utilizar este país para amenazar a Estados Unidos, colocando misiles Shahab-3, que desde Paraguaná podría alcanzar Florida o si decide que las células de Hezbolá realicen atentados terroristas contra blancos norteamericanos o judíos en la región, la respuesta del Pentágono seria contundente y de paso serviría para hacer lo que se debió haber hecho hace años: patear este gobierno de minorías odiado por las mayorías.

Para Irán, racionalmente, es mejor continuar consolidando su presencia regional desde Venezuela, aprovechar la estrategia del Foro de Sao Paulo para desestabilizar la región y en el desorden, seguir obteniendo recursos del narcotráfico y la minería ilegal. Pero aparece China, que firmó con los mulás un acuerdo de 25 años, durante los cuales invertirá cerca de 400.000 millones de dólares en petroquímica, gas y petróleo, aumentando su presencia en la banca, las telecomunicaciones, los sistemas portuarios y ferroviarios del país persa, incluyendo el envío de 5.000 hombres de sus fuerzas de seguridad a Irán. Pekín, con intereses geoestratégicos en Caracas y Latinoamérica, podría moderar impulsos inconvenientes de la dictadura chiita en Venezuela.

Entre fanáticos se ayudan

Sin embargo, no deja de tener fundamento lo que dicen los funcionarios de la Casa Blanca. Irán ha venido acrecentando sus actividades en el corral de Maduro. En lo económico, más de 2 millones de barriles de gasolina iraní han llegado al país suramericano y el Supermercado Megasis, abierto en Petare, “exhibe miel, dátiles, cordero en lata, papel higiénico «hecho en Irán», con etiquetas escritas en persa o en inglés y con un precio marcado en dólares”. Claro que a los venezolanos no les alcanza el dinero para comprar esas exquisiteces. Empresas iraníes se han apropiado de la deshidratada industria lechera y proveen medicamentos a un sistema de salud colapsado. Miraflores paga a Teherán con oro que sale del Arco Minero, controlado por el ELN y las FARC colombo-venezolanas.

Los proyectos militares binacionales avanzan. Hace pocos días, se anunció la fabricación por parte de las industrias aeronáutica y militar venezolanas de drones iraníes Mohajer-6, que pueden equiparse con misiles y cohetes para batir blancos fijos y móviles. Fueron utilizados contra el mayor complejo petrolero saudiárabe en septiembre del año pasado y, mejorados por Turquía, estuvieron presentes en el conflicto fronterizo de Nagorno Karajak. La real preocupación es si alguno de estos drones llega a manos de los narcoterroristas de las FARC o del ELN, la reserva estratégica armada de la revolución. Este escenario incluye la dotación a estos carteles con misiles antiaéreos Igla, rusos, de los cuales las FANB y la milicia tienen miles.

El dramático extremismo de los países del Oriente Medio, con o sin armas nucleares, se diluye en gran parte en estas Banana Republics, guiadas más por el folklorismo tropical – los sabihondos de la política lo llaman populismo- que por estrategias estatales serias. Pero teniendo en ambas esquinas dos gobiernos fanáticos, cualquier cosa puede pasar.

Cota: muchos mensajes y comentarios sobre el último artículo «El sumidero fronterizo«. Solamente una intervención, humanitaria o no, sacará del poder esta dictadura socialista. Un régimen democrático, sin influencias cubana y extracontinentales podría, en conjunto principalmente con Bogotá, convertir la frontera en una zona de desarrollo y bienestar. Además, sería una gran oportunidad económica para toda la región. Bonito sueño.

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