Me he tomado un par de semanas sin acompañarles con mis artículos que, gracias a El Nacional, se han publicado en este prestigioso diario desde hace más de tres décadas. Se nos hace casi inverosímil constatar como, día tras día, Venezuela sigue hundida en las peores miserias humanas que, exponencialmente, se elevaron desde la crisis que se nos presentó a partir de la decadencia del sistema bipartidista venezolano; cuando paradójicamente se iniciaban sus más importantes y trascendentes reformas en aquel año de 1989.
Al parecer, lo que nos dominó luego también de tres décadas contadas a partir del reinicio del esfuerzo democratizador en 1958, y hasta 1988, fue la ambición partidista primero, desde la perspectiva de controlar “a toda costa” el poder, antes que la construcción de un consenso básico como nación, como país, para avanzar hacia dichas trascendentes reformas.
“La acidez del Limón” fue el artículo con el que me estrenaba como joven articulista en El Nacional. Denunciaba la desviación y desvirtuación de un contrato que ordenaba la canalización en la cuenca alta del río Limón, según proyecto del ingeniero Carrillo (si no me falla la memoria) y publicado en marzo de 1989. Habían acontecido situaciones trágicas, como el desbordamiento de este río que desemboca en el lago de Valencia, durante la presidencia del Dr. Jaime Lusinchi; quien para entonces sufría ya de una blanca-dipsomanía; al tiempo que desgraciadamente se producía el caso de El Amparo al combatirse el narcotráfico, el secuestro y el abigeato en la región fronteriza con Colombia de Apure, y Táchira. Desde allí se intentaban arreciar guerrillas de las FARC y del ELN, con mayor presencia y control de zonas de nuestro territorio.
Las influencias en las problemáticas, de lo que muchas veces erróneamente creemos es exclusivo de nuestra cultura política, cuando de un buen político en su momento, y buena persona se hace manipulación al ver mermadas sus condiciones de salud y claridad de mente para actuar, conllevan a situaciones que luego pagan las naciones enteras, haciéndose un débil servicio a la democracia; y un grave daño a la nación-víctima de tales circunstancias.
Estamos hoy frente a una situación mundial, cual tormenta perfecta, de entorno político, económico y social muy retador. La necesidad vital del fortalecimiento de todos los mecanismos y herramientas democráticas para el control de seguridad fronterizo, sanitario, el mantenimiento y la conservación de la salud de las naciones, y retomar el ambiente para el trabajo con productividad, hacen de este momento histórico un antes y un después, de acuerdo cómo se logren controlar tales variables. Más que una coyuntura, es el momento para reflexionar, revisar y reemprender la lucha inaplazable por avanzar en la cohesión de las mentes brillantes de pensamiento del mundo, para luchar con inteligencia por mayor libertad, salud y progreso de las naciones de los enclaves regionales que nos son afines a nuestros valores y principios democráticos.
Las mafias que se creen invencibles recibirán su derrota, cuando el pueblo libertario se reagrupe para luchar sin miedo, desde cualquier lugar del planeta donde se encienda la luz contra todos aquellos que desde la oscuridad del alma trafican con el ser humano y su derecho a una existencia libre y digna.
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