…en todo sistema y régimen. Desde la investigación periodística y la literatura mucho antes del caballo de Troya en la Ilíada y los disfrazados en Las mil y una noches, pero hay dos ejemplos cercanos: Watergate de gradual libre difusión en la prensa y Doctor Zhivago, novela de Boris Pasternak editada en Italia, prohibida en Rusia hasta que treinta años después Gorbachov autorizó su publicación.
Tantas centurias celebrando el Descubrimiento de “las Indias Occidentales” luego América, y solo en 2010 Érik Orsenna, pseudónimo literario del economista y político Érik Arnoult (n. 1947 París), rescata del olvido la importancia esencial de Bartolomé Colón, hermano menor del almirante, quien por su oficio casual pero vital posibilitó aquella gesta. En su delicioso relato novelado El cartógrafo de Lisboa (Tusquets, España 2011) asume la voz de aquel humilde experto en dibujar mapas del mundo conocido con base en trazos de ocultos y anónimos viajeros, un archivo testimonial descubierto y preservado del criminal Santo Oficio y de las monarquías rivales, algo así como el Internet secreto que posibilitó alcanzar el Nuevo Mundo luego de múltiples azares. Releerlo con mirada contemporánea refuerza la convicción de que ningún cambio radical en política es posible sin averiguar y rechazar a fondo las fijas tácticas, estrategias y triquiñuelas del opositor.
Hoy, antes de tomar cualquier mínima o máxima decisión que libere o someta países y regiones, se indaga sobre las maniobras opositoras con el competente espionaje ya casi robotizado. Los agentes contrarios que se infiltran en territorio adverso ya no requieren del disfraz y la calidad actoral de una holandesa Mata Hari o del israelí Eli Cohen simulando ser amigos íntimos del enemigo. A los ciber-analfabetas nos basta con observar las traiciones planificadas por soplones muy diestros en cibernética, como el estadounidense Edward Snowden y del australiano Julian Assange, que son capaces y entrenados discípulos de la eterna soviética KGB. El filme inglés La espía roja (2019), basado en un hecho real, muestra nítidamente la manera como esta agencia de espionaje daña con perfecta planificación las vidas privadas que ya victimizadas se debaten en el falso dilema de ser o no patriota escogiendo entre lo correcto y lo primordial, entre el interés y los principios, lo mismo que imponen el G2 y toda la red del internacional crimen organizado, mientras Centro y Suramérica siguen de mirones y van a la zaga dedicados a lamentarlo.
Cuando la CIA y sus ramas de espionaje detectan fallas en la seguridad de su nación reaccionan a veces con equivocaciones, tardanzas y dificultades, pero su sólida base judicial que consagra derechos y deberes para denunciar graves delitos anticonstitucionales permite corregir y enderezar a tiempo.
Venezuela invadida por el castrochavismo durante más de veinte años no logra sellar su esfuerzo liberador; al inicio, por su “naiv” inmediatismo tradicional; luego, por desconocer la naturaleza psicopática de sus verdugos seudopacifistas; ahora, su descuido al confiar a farsantes sus escasos mecanismos defensivos y en cambio desconfiar de leales muy actualizados que sí detectan y previenen peligros catastróficos para la seguridad nacional y hemisférica porque es su especialidad. Por cierto, Expuestos. Las nuevas reglas del mundo transparente (Editorial Conecta, Random House, España 2019), del comunicador Sergio Roitberg, es un manual bien documentado y de fácil lectura para todo profesional que busque integrarse con astucia y eficacia a la interconectada Era Digital, herramienta de doble filo.
A fuerza de errores continuos, la Venezuela disidente recién comienza a captar que por algo se nos otorgaron dos ojos y dos orejas pero solo una boca. Que antes de actuar y declarar se impone des-cubrir con ciencia. Es la llave maestra.
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