“El pajarito espectral de Hugo Chávez”
¡Albito levántate que es tarde! Y salta de la cama el autómata sin pensamiento alguno, sin dudas, sin temor ni resentimiento, con la mente limpia, olorosa a Nevex, a Ajax, a cualquiera de esos blanqueadores potentes y efectivos que desmanchan y reviven lo curtido. En cuestión de segundos se baña, se cepilla los dientes, se afeita la cara, se viste igual que siempre, con la misma ropa de siempre: la “chemís” roja con el logo del ministerio en el corazón y en la manga la banderita de Miranda, un pantalón “bluyín” y unos zapatos de goma vencida que hace algunos años le regalara Filomena por navidad, se pasa la mano por la cabeza para medio peinarse el “pocopelo” y entra a la cocina, donde lo espera dispuesta, con las tetas levantadas media taza de café negro acompañada con las finas miradas de Filomena que sentada, traga un pequeño sorbo de la otra media medida. Justo al acariciar la tráquea de Albito el calor del divino néctar de los esclavos contemporáneos del sistema, cuyo amo es el propio sistema, le sampa una risa de diente pelado a su mujer, “¡Filo, empatamos, y en Brasil -Nojoda- y con un golazo!” (Aún no ocurría el baile del 3 a 0 a Chile). La Filo le sonrió y se levantó a terminar de arreglarse para salir a trabajar. .
El viernes amaneció “azul azuliiiito” en la Caracas antiguamente “roja rojiiiita”. Y es que parece que aquel óxido, añil flotante, aquella bruma, neblina espesa que impedía ver algo, que se podía cortar a machetazos limpios y justos, que se plantaba como un velo, una cortina de humo, un éter impuro que sometía a la conciencia, se ha disipado, se ha disuelto poco a poco con la acción natural de los cielos y el acontecer humano. Quedan claro está, vestigios por aquí, por allá, más allaíta; también escombros, ruinas, pelos, huesos, tumbas, llantos y pesadumbres vividas, pero ya no existe esa bruma, ha muerto, se extinguió. Ahora todo es azul, inmensidad, espacio para lo posible, para lo imposible, para los aviones y los pájaros, para los papagayos y los balones pateados fuera del arco de la realidad opresora e indigna, construida sobre la base de la mentira y el odio, para desbancar a una sociedad profundamente inmadura.
Albito se llena los pulmones del aire merecido de los libertos, del azul celestial, lienzo para construir los nuevos sueños, se saluda por los pasillos del “ministerio” como quien anotó una sesta de tres puntos en la final de la NBA con sus compañeros de trabajo, se sonríen, se palmotean en los hombros, en la espalda, hablan pendejadas de viernes, cosas como “el cuerpo lo sabe”, para ir a parar finalmente, todos a la licorería y beberse ese otro néctar de los soñadores, tres o cuatro cervezas bien frías para compensar el alma de los “desalarizados” del mundo.
Transcurre el día insípido y trivial como todos los viernes de Albito en el “ministerio”. No se hace nada importante, nada valioso, nada vigoroso y Albito se chorrea en la silla, se hace líquido su cuerpo, su tiempo, su existencia, se desparrama aquel hombre en la nada de la labor ministerial, con el protector de pantalla con los ojos del “pajarito espectral” de la computadora activado. No hay nada en el whatsapp, no puede navegar por internet porque Albito no tiene datos, así que aquel hombre se transforma en agua pura, se hace un charco de modorra y fastidio. Sin darse cuenta, se queda mirando a uno de sus compañeros de trabajo, un hombre absoluta y plenamente comprometido con la causa de la justicia y la transformación social para la construcción del socialismo bolivariano. Lo mira fijamente y piensa que no existe el socialismo bolivariano, que no hay parámetros, medidas, comportamientos, procesos que puedan ser controlados. Que sólo en sus resultados concretos puede medirse, sólo al final. Albito dice en voz alta “sólo luego del desastre” y sigue mordiendo con la mirada inconsciente a aquel buen compañero de trabajo suyo.
Es que eso no existe, piensa. No existe esa vaina. Es pura muela. “Nos jodieron estos carajos” magulla en voz tenue. Y se proyecta en aquel hombre Albito, aquel tipo lleno de consignas, razones de lucha clasista, de equilibrio social ¿Y quién no va a estar de acuerdo con las luchas de la humanidad, con el combate a la pobreza, con la inclusión social, con la solidaridad humana? Son causas justas e inmortales. Banderas indetenibles que son alzadas en la mayoría de los casos para asaltar el poder, destruir la democracia o las libertades existentes y perpetuarse a través de la construcción de embudos sociales y corruptelas. Y sigue perdido en el mirar a Carlos Lenin, y se sonríe “pobre Carlos, estás requetejodido hermano”. Eres un devoto seguidor de predicadores de la religión de los desgraciados de Dios. Aquellos que se sienten perdidos y que no sin razón, han puesto su fe en inescrupulosos tiranos. Luego piensa en hombres como Milei en Argentina, Donald Trump en Estados Unidos y Bukele en El Salvador y vuelve a hablar en voz alta “predicadores religiosos”, cazadores de gente sin verdadera devoción por Dios y su gracia. De golpe se le viene la imagen de la Virgen de la Coromoto y consecuentemente, se le arruga el corazón cuando se acuerda que la despoltronó para darle ese espacio expropiado de la pared al afiche de Hugo Chávez. De golpe, se sobresalta y rompe el letargo reflexivo “¡el….de su madre! Y del tiro, en un microsegundo se volvió de nuevo de carne y hueso, se volvió materia, otra vez tenía cuerpo Albito, ya no era charco de agua desparramado.
Predicadores de izquierda, predicadores de derecha. Gente sin escrúpulos ni respeto por las instituciones democráticas. Personas beneficiarias de la tristeza y la decepción de un continente largamente desmantelado. Son una tormenta que se lleva los techos de las casas, que rompe en dos los árboles fuertes, una peste que tritura la conciencia ciudadana, que en nombre de salvar y proteger al pueblo lo someten. Sólo las palmeras del poeta español Miguel Hernández se salvan porque se doblan, se pliegan sin quebrarse, bailan ese ventarrón incendiario y odioso. Se ha hecho un uso abusivo de la ideología en América Latina y en parte del resto del mundo para saquear a los pueblos y romperles la voluntad, concluye.
Al pitar la campana silenciosa de las 4:30 pm, Albito con el ímpetu que da el fin de semana, se levanta a cumplir con la faena del alcohol y los amigos tenues que los trabajos en su mayoría, brindan. Y de repente vuelven la imagen de la Virgen de la Coromoto y el afiche pisatario de la pared de Hugo Chávez, desencadenando un ardor en el estómago parecido al arrepentimiento. Así llegó Albito no sin penurias, endemoniado de santidad y sediento de perdones divinos a su cuevita, solitaria y minimalista, observadora y taciturna, sin los aromas ni las angustias de la cocina de “la filo” que aún no llegaba. Corrió al closet del cuarto, tanteando en la tabla de arriba con la mano imitando a una tarántula psicótica hasta que la Virgen le echó “una ayudaíta” y cogió aquel afiche con la vergüenza de veintitrés años de insólita estupidez política; y luego de aplicar un secuestro preventivo del espacio usurpado por el afiche de Hugo Chávez, devolvió a su antigua dueña su pared, y con ella su devoción y su fe.
“Virgencita te pido perdón en nombre propio y de los muchos que creímos en esta gente. También te pido perdón por los pocos que como Carlos Lenin aún están poseídos por los efectos de la bruma. Te pido perdón virgen de mi corazón. Ayuda a Venezuela a salir de estos parásitos en las elecciones presidenciales de 2024. Amén”.
Aquella noche Albito soñó con el pajarito espectral de Hugo Chávez, más parecido al cuervo del poema de Edgar Allan Poe y le preguntaba “¿Maduro va a seguir gobernando a Venezuela después de las elecciones presidenciales de 2024?” A lo cual la figura espectral alada y con verruga le respondió “¡nunca más, nunca más!” Albito sonrió dormido.
El domingo de la semana siguiente María Corina Machado ganaba previsiblemente las primarias, con colas de gente de todas las edades, pero sobre todo adultos contemporáneos y mayores como Albito; más eso es harina de otro costal. Uno que presume trastocar los planes inhabilitantes del falso protector, del falso obrero, del falso estadista, del falso héroe.
Maduro, El Aissami que anda desaparecido, el resto de Maduro & Co, y por supuesto Bayly, no se pierdan la caricatura “Súper Mostacho” por lapatilla.com
Sean de mis primeros suscriptores en Youtube: https://youtu.be/C6kivvtHWrk
Nuestros libros
Termómetro Económico, Tomo I. Gerencia, Finanzas y Negocios
El poder creador del ser. Un enfoque ontológico de la felicidad. https://a.co/d/iB2eVzU
Nuestros cursos
https://www.udemy.com/course/gerencia-estrategica-e-ingenieria-de-negocios/ https://www.udemy.com/course/estrategias-de-negociacion-y-persuasion/
“In house” para empresas instagram:@termometro.economico.