Foto: ESTEBAN VEGA LA ROTTA / SEMANA

Una de las propuestas más controvertidas de Gustavo Petro es la que tiene que ver con la legalización de la droga como solución al conflicto del narcotráfico. El presidente colombiano no está solo en esa batalla: lo han acompañan otros países latinoamericanos desde ángulos diferentes como Bolivia, Uruguay, Jamaica y México. Una eventual legalización de su producción o de su consumo partiría del supuesto de que la solución militar al problema de las drogas ilícitas no ha estado funcionando.

En el seno de las Naciones Unidas estos países no han avanzado mucho en su empeño por hacer digerir al conjunto la descriminalización de las drogas y ello ha llevado a Gustavo Petro a solicitar un nuevo encuentro de los países miembros para deliberar sobre el tema. Se siente más calificado que otros en lo de poner el tema sobre el tapete por haber estado Colombia en el epicentro de la batalla armada en contra de las sustancias psicoactivas por más de medio siglo. Él, junto con quienes le acompañan, estiman que la persecución del consumo y de su producción no contribuyen en nada en reducir la adicción. De hecho, está ya prevista, gracias a su iniciativa, la celebración de una Asamblea General en el año 2025, antes de la finalización del mandato de Petro, para abogar por estas tesis.

A inicios de este mes el asunto fue objeto de análisis entre el gobierno colombiano y congresistas norteamericanos inquietos por el hecho de que las siembras ilegales han llegado a expandirse en Colombia hasta 230.000 hectáreas, cerca de 15% más que hace 2 años. Pareciera que la erradicación de cultivos en Colombia ha dejado de ser un asunto prioritario a la espera de que el mundo abrace la propuesta de la despenalización. Washington ve con preocupación el avance de los cultivos ilegales toda vez que estiman que en breve podrían ascender a 250.000 hectáreas de coca.

Todo indica que “hay un nuevo abordaje en la erradicación de cultivos ilícitos de coca, enfocándose en acuerdos con las comunidades” tal como lo ha explicado el canciller del país vecino al defender la tesis de que se están implementando otros instrumentos como interdicción, seguridad, desarrollo rural y la lucha contra los crímenes del medioambiente.

Petro ha ido mas lejos en este cambio de norte estratégico en la batalla antidroga al asumir una clara posición en la reunión cumbre de la Celac recientemente celebrada en Saint Vincent & Grenadines. “Es claro que ni la erradicación ni el uso de la fuerza sirven para combatir el crimen”. Para el presidente de Colombia lo hecho hasta el presente no pasa de ser un genocidio en el que Estados Unidos tiene una responsabilidad determinante al basar esta batalla en represión, cárcel, uso de la fuerza y el asesinato.

Dejo al lector un juicio objetivo sobre el tema, pero sin duda que su politización no le agrega nada bueno y no es con prevención ni con políticas de salud pública que se destierra un negocio que genera un lucro descomunal a quienes lo protagonizan, en detrimento del campesino cultivador de la hoja de coca, quien al final es el que capitaliza el daño y lo convierte es un drama social.

Colombia se ido convirtiendo a lo largo de décadas y a pasos agigantados en un lugar propicio para hacer crecer esta lacra mientras sus autoridades se entretienen con tesis trasnochadas que solo contribuyen a aumentar el drama del comercio de estas sustancias y a su consumo además de contaminar al mundo entero.


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