Hacia 1739 las diferencias entre Inglaterra y España, producto de las constantes disputas sobre el comercio hispanoamericano resultaban irreconciliables, al punto de que el primero le declara la guerra a los españoles. Desde entonces los ingleses estaban decididos a poner pie en Portobelo, Cartagena de Indias, La Guaira y Puerto Cabello, principales puertos del Caribe, campañas que terminarían en rotundos fracasos.
El 16 de febrero de 1743, una nutrida flota inglesa bajo las órdenes del comodoro Charles Knowles, anclaba en Isla Tortuga convocando de inmediato un consejo de guerra para informar a los oficiales sobre las instrucciones que tenían. Detalles del episodio pueden leerse en el Diario de la expedición a la Guira y Puerto Cavallos en las Indias Occidentales, bajo el mando del Comodoro Knowles según carta de un Oficial a bordo del “Burford” a un amigo suyo en Londres, editado en 1744 por J. Robinson. Así, el 2 de marzo de 1743 aparece en el horizonte guaireño la nutrida escuadra inglesa, siendo contundentes las acciones bajo las órdenes del Capitán General Zuloaga para repeler el ataque, obligando a la flota británica a retirarse a Curazao. En la tarde del 26 de abril la escuadra enemiga fondea al Este de Puerto Cabello y se apresta para el ataque. Tras varios días de feroces combates e infructuosos intentos de desembarcar cómodamente, alrededor del 12 de mayo y en medio del canje de prisioneros, los británicos proceden a retirarse en estrepidosa derrota. Las cifras de bando y bando, al término del ataque, son contrastantes. Durante la incursión de la escuadra enemiga, los ingleses arrojaron 900 bombas sobre las fortificaciones y baterías con un saldo de 175 muertos y un importante número de heridos. Los defensores, sufren 30 muertos y 60 heridos, entre ellos algunos oficiales de los navíos de la Compañía Guipuzcoana.
En la defensa de ambos puertos la actuación de la Real Compañía Guipuzcoana fue determinante, razón por la cual cuando el Capitán General reporta la victoria a España solicitará el grado de capitán de fragata para don Martin de San Cirinea y don José de Goycoechea, hombres de la compañía. La brillante conducta de don Gabriel de Zuloaga será recompensada con el otorgamiento del título de Marqués de Torre Alta, que el monarca español le otorgó por Real Orden fechada en Aranjuez el 30 de mayo de 1744, mientras que su valentía y arrojo serán celebradas en un breve panegírico titulado Rasgo Épico en que se decanta la feliz victoria, que las armas españolas obtuvieron contra la Armada Inglesa, en ocasión que pretendía esta apoderarse de las Fortalezas de la Guayra, y Puerto-Cabello, en la América, este año de 1743, salida de la pluma de don Francisco Antonio de Echavarri y Ugarte, reimpreso en 1745 en Cádiz.
Décadas más tarde, corresponderá a los ingleses tomar revancha por aquella afrenta, en uno de los episodios de mayor resonancia en la historia naval británica ampliamente estudiado por Dudley Pope en su libro “The Black Ship” (Pen & Sword Maritime, 2009). La fragata HMS Hermione, de treinta y dos cañones y 200 hombres, será la protagonista; la embarcación formaba parte de la escuadra británica del vicealmirante Hyde Parker, encargada de labores de patrullaje en el Caribe, y su capitán Hugh Pigott uno que no solo infundía terror entre su tripulación sino también cometía desmanes de todo tipo. Hartos los tripulantes, se amotinaron y asesinaron a puñaladas al capitán y a la casi totalidad de la oficialidad, entregando la nave a las autoridades españolas del puerto de La Guaira el 27 de septiembre de 1797. Informaron a su llegada que se habían amotinado debido al trato despiadado del capitán Pigott y que deseaban servir al rey de España, por lo que hacían entrega de la fragata que quedará incorporada a la Real Armada española, como guardacostas del litoral venezolano rebautizada como Santa Cecilia.
En septiembre de 1799, se le ordena al capitán Edward Hamilton, comandante de la fragata HMS Surprise, que capturara la Santa Cecilia fondeada en Puerto Cabello por reparaciones. En la noche del 25 de octubre de 1799, seis botes y lanchas británicas asaltaron la fragata y debido a la escasa guardia española en la zona, el capitán Hamilton y sus hombres se apoderan del alcázar del barco, cierran las escotillas y apresan a la tripulación, incursión que resulta en un importante número de muertos y heridos entre los españoles. La embarcación rescatada será rebautizada por los ingleses como HMS Retaliation, más tarde, se llamó HMS Retribution, nombre que mantuvo hasta 1805 cuando fue desguazada.
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