OPINIÓN

Derechos nacionales y globalismo

por Albert Geovo Albert Geovo

Se dice que hay islas aisladas por efectos de la pandemia, sin alimento, cuestión que no es de extrañar, ya que existen más de una decena de países donde la gente languidece de hambre, ejemplo la bella, rica y paradisíaca Venezuela, solo que esta vez no es por pandemia sino por un modelo económico, llámese socialista o totalitario; los venezolanos conocen muy bien ese proceso.

En consecuencia, las restricciones socioeconómicas desencadenan índices de inflación en todo el mundo; por otro lado, expertos en seguridad comparan éxodos masivos a la par de una guerra de magnitud mundial; además , los defensores de los derechos humanos denuncian campos de concentración y reclusión como centros de tráfico de órganos en China. Pareciera todo una pesadilla dentro del concierto de naciones; pero se sabe, gracias a los mismos medios alternativos, donde todo está registrado y difundido por la red social, al mejor estilo de los juegos de trono, a pesar de la censura sobre los mismos.

Mientras tanto, las rentas mínimas se vuelven virales, al punto de que no estar en ellas es no estar en nada ¿Podrá la humanidad, estar sometida a este plan maestro en un plazo máximo de dos décadas, como un mero sentimiento de aceptación a las condiciones establecidas? Se podrá  escribir las hipótesis que mejor parezcan por especialistas en temas geo económicos y estratégicos; incluso reescribir la historia, mas la simple lógica y el cálculo económico advierten que no será posible un globalismo así. Las crónicas de todos los tiempos dan por perdedores a todas las barbaries.

Todavía hay naciones, además de lugares de la tierra en la prehistoria que se quedaron en el paleolítico, y otras avanzaron un poco más al neolítico, mas no lo han podido disfrutar en pleno de las bondades de la ola de la  revolución tecnológica, es decir, están muy lejos de poder comprender el aquí y ahora.

En ese sentido, suponer por ejemplo que los automóviles eléctricos o voladores les tocarán a todos, o los viajes al espacio, es no haber comprendido que aún hay muchas zonas del mundo en la prehistoria, sin WiFi, así pudiéramos mencionar cientos de ejemplos prácticos.

No obstante, la humanidad es conducida a la fuerza, por todos los medios tecnológicos, con infinidad de recursos económicos, a un modelo de barbarie de unidad total, bajo un sistema comunitario que ya existió, un modelo antiguo y vetusto, nada bueno o práctico para las sociedades. Tal debate en el pasado ya se efectuó, fue entonces ante situaciones prácticas que se le dio solución.

Supondría pensar en la propiedad pública, concebida por los defensores de la unidad total  del  Estado global, como una propiedad comunal, en la que converjan las personas como muebles de propiedad pública; por ejemplo, los infantes, donde bajo modelos jurídicos estrafalarios de propiedad común, comparten la patria potestad entre progenitores y el Estado, cosa de más funesta equivocación en términos morales y legales; donde se presentan estas relaciones de poder, se atenta contra la dignidad y el orgullo sano de progenitores entre sus hijos, esto trae infinidad de tropiezos y contradicciones judiciales.

Desde las instituciones jurídicas de Creta, expresa Aristóteles que hay registros sobre los niños, a la par de muebles o cosas, al igual que sobre la mujer y las personas en general al nivel de simples meros muebles de propiedad, frente a una constitución con amplios poderes y competencia para el modelo de Estado.

En contraposición existía un modelo distinto como el de la constitución de  Lacedemonia que se sustentaba en un Estado pequeño, frente al poder ciudadano, con un irrestricto respeto por la propiedad, al máximo punto de permitirles a sus conciudadanos llevar una vida holgada y cómoda, autosustentable de cada familia, individuo, con bajos impuestos, equidad entre todas las personas ante los principios legales, incluyendo mujeres, niños y hombres, sin tener que vivir a expensas de las buenas intenciones, en teoría de los modelos de República común de unidad total o mixtos, planteadas por Sócrates y Platón.

Con relación a la causalidad, el Imperio de Alejandro Magno viene impregnado del modelo político a usanzas en Lacedemonia, que llegó a ser gobernado por Filipo su padre, zona en Grecia que recuerda a Leónidas de Esparta, héroe de las Termópilas, registro que se tiene gracias a Heródoto contra el imperio Aqueménides, capitaneado en ese entonces por Xerxes, precisamente en Lacedemonia en lo que es una región de gran influencia a la democracia liberal fue donde nació Alejandro, el conquistador de muchos pueblos de Europa, Asia y África , hasta ser truncado por su fallecimiento.

Es ahí precisamente donde se tiene el modelo de democracia más cercano a lo que buscan conquistar las naciones de la actualidad, exceptuando la esclavitud que aún existía por ese tiempo; que hoy se solapa con otros matices y subterfugios legales.

Pero ¿a qué se debe tal conquista? Acaso es obra del azar, la fuerza, o de alguna profecía o poder sobrenatural, más que de la razón; se cree y es probable que el héroe alejandrino tuviera el derecho real de conquistar todos los pueblos, a través precisamente de la razón, como fundamental aporte a las naciones.

Precisamente, el modelo alejandrino les brindaba en su tiempo derechos naturales de libertad de pensamiento, expresión, derechos y libertades ciudadanas, derechos políticos, derechos de propiedad para todos los habitantes de las ciudades y naciones conquistadas; además seguridad, infraestructuras, garantías e intereses personales y pluralidad cultural y religiosa para cada uno y todos los miembros de los pueblos y sociedades conquistadas, a tal punto que más que una conquista era una liberación de los pueblos, ante las tradicionales tiranías que pululaban en los siglos pasados, que en los últimos siglos y hoy se siguen reproduciendo como simples copias del pasado, con los artificios tecnológicos de la época, vendidos como si fueran novedosos modelos de revolución y adelanto tecnológico, sistemas y creaciones, cuando en verdad son invenciones viles al servicio de la barbarie.