La relación entre el derecho, la literatura y el cine cada día ocupa más la atención de abogados y estudiantes. El estudio de problemas jurídicos a partir de la literatura y de obras cinematográficas ofrece miradas amplias para confeccionar la solución de variados problemas jurídicos.
Los estudios de literatura y derecho han recibido impulso en Venezuela gracias a la línea de investigación iniciada por la profesora Cosimina Pellegrino en la Universidad Central de Venezuela, autora de varias monografías sobre este tema. A esto se suma un trabajo de Mario Briceño Perozo titulado La poesía y el Derecho, publicado por la Academia Nacional de la Historia en 1983. Asimismo, la relación del derecho y la literatura con el cine ha recibido la valiosa contribución de Carlos Reverón Boulton, quien acaba de publicar su tesis doctoral titulada Derechos humanos en la literatura y cine venezolano, que tuve el privilegio de prologar.
En los estudios de literatura y derecho ocupa un lugar relevante nuestro Don Quijote, cuya lectura es una invitación “al ejercicio de una facultad humana sin par, al ejercicio de la libertad”. para decirlo con palabras de Pedro Salinas en su ensayo “Lo que debemos a don Quijote”. En efecto, el Caballero de la Triste Figura (como lo denominó Sancho) y su escudero son personajes que representan el espíritu libre: uno busca aventuras basadas en sus códigos morales caballerescos y el otro busca un beneficio económico con su trabajo, la esperanza de ser gobernador de una ínsula para saciar una ambición. Don Quijote y Sancho son hombres distintos pero libres, y cada cual se lanza a las aventuras impulsados por su libertad de elegir.
Para los abogados es importante aprender que don Quijote razona deductivamente, a partir de las reglas abstractas que tiene en sus códigos morales caballerescos; mientras que Sancho, al contrario, iletrado y sin prejuicios, razona inductivamente, a partir de lo que observa, y es quien llama la atención a su amo sobre sus errores a partir de su sentido común. Razonamiento basado en ilusiones y en ficciones frente al razonamiento de lo real, de lo concreto, de lo que se siente y vive. Todo esto son enseñanzas que aporta la literatura a los abogados.
Hay otros valiosos trabajos que han utilizado argumentos jurídicos como fundamentos del texto literario. Walter Benjamín reflexiona sobre la violencia como fuente del Derecho en su ensayo titulado Sobre los orígenes de la violencia. Shakespeare en El mercader de Venecia se adentra en el importante tema de la interpretación de los contratos y negocios jurídicos.
Mención particular merece El proceso de Franz Kafka, obra que recoge literariamente lo que ocurre en los tribunales a través de la historia de Joseph K. Lo narrado en la novela es paradójico y hasta inverosímil, porque en su proceso se invierte la carga de la prueba y también la presunción de inocencia. Joseph K es culpable porque sí, y todo su proceso se desarrolla al amparo de estos enredos incomprensibles. Aquí la burocracia se impone sobre la idea de la justicia. Y esta novela se puede leer como una metáfora del rostro sombrío y absurdo que puede ofrecer la justicia; especialmente en aquellas sociedades en las que no hay libertad.
También es posible aproximarse a los asuntos jurídicos desde la obra cinematográfica porque el cine es un arte poderoso para la enseñanza del derecho. Vale la pena recordar la película The Paper Chase, en la cual el actor John Houseman interpretó el papel del profesor de Harvard Charles W. Kingsfield, Jr, quien era muy exigente con sus alumnos y enseñaba utilizando el método del caso. Houseman por su interpretación ganó en el año 1973 el Oscar como mejor actor de reparto. Buena película para la enseñanza del derecho a través del método del caso.
Hay otras películas notables que permiten estudiar problemas jurídicos, como 12 hombres sin piedad (12 Angry Men: 1957), Testigo de cargo (Witness for the Prosecution, 1957), Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockinbird, 1962), El proceso (1962), El expreso de medianoche (Midnight Express, 1978), Kramer vs Kramer (1979), Presunto inocente (Presumed Innocent, 1990), Class Action (1991), El abogado del diablo (The Devil’s Advocate, 1997), El Mercader de Venecia (2004) y el Juicio de los 7 de Chicago (2020), son, entre otras, obras artísticas que permiten relacionar el derecho con el contexto social e histórico en el cual se aplica. Asuntos constitucionales, civiles, penales y mercantiles son tratados en estas obras cinematográficas. Jueces parcializados y falta de independencia judicial, violaciones al derecho a la defensa y a la tutela judicial efectiva, criterios de interpretación de los contratos, son materias que pueden ser examinadas a partir de estas películas.
Y esta es la materia que se tratará en las X Jornadas Aníbal Dominici, organizadas por la Asociación Civil Juan Manuel Cajigal e impulsadas por la vitalidad del abogado anzoatiguense José Getulio Salaverría. El evento se realizará en momentos en que se cuestiona la credibilidad del Poder Judicial venezolano por su sometimiento al control político. Para superar esta situación será necesario la formación de jueces integrales con buena preparación en las humanidades. En este proceso educativo se debe incluir en los pénsums de estudios de las universidades la materia de Derecho, literatura y cine.
La literatura y el cine son, entonces, de gran valor para aproximarse a asuntos jurídicos a partir de la ficción. Y todo esto permitirá ampliar la imaginación y las capacidades argumentativas de jueces y abogados.