OPINIÓN

Derecho a la identidad transexual en Venezuela 

por Julio Castellanos Julio Castellanos

Foto EFE

 

En las redes sociales circulan muchos contenidos que intentan desconocer a los transexuales de distintas formas, la primera de ellas y quizá la más ofensiva es negarse a reconocer la identidad de los hombres y mujeres trans eludiendo el uso del lenguaje inclusivo o simplemente negándose a usar el pronombre adecuado a la identidad de la persona. El argumento central, si es que tal cosa puede llamarse argumento, es que se está “defendiendo” el idioma, como si el idioma fuese más importante que la dignidad de las personas y como si el idioma mismo no evolucionara de conformidad con el uso  que le damos y, para remate, se intenta humillar a la comunidad trans diciéndoles cosas como “ustedes no son mujeres, son hombres mutilados”. Todo el mundo tiene derecho a opinar, pero tales opiniones constituyen ofensas, deshumanización y una carencia total de empatía que conduce a la discriminación y la exclusión de las personas trans. No solo son palabras, son el detonante para acciones, para la violencia y la violación de derechos humanos.

Esos son los hechos, la cotidianidad de la comunidad trans en Venezuela que sigue sin cambiar. Muchos dicen que no es una prioridad, eso también es una falacia, como si el Estado no pudiera hacer varias tareas simultáneamente. Aún peor, visto lo visto, las prioridades de las autoridades parecen ser celebrar con conciertos y eventos las navidades en octubre antes que cualquier otra cosa. Lo relevante en todo caso es que ya existen normas internacionales y nacionales que reconocen los derechos de la comunidad trans y que por tanto deben ser obligatoriamente acatadas por las autoridades gubernamentales para proporcionar garantías a ese sector de la población históricamente discriminado. 

En 2009, tras la reforma de la Ley Orgánica del Registro Civil (LORC), quedó establecido en el artículo 146 que cualquier persona podría cambiar el nombre. Simplemente no se acata, simplemente en el contexto discrecional y arbitrario que vivimos, la ley es letra muerta y lo que manda es ese conjunto amorfo de prejuicios que nubla la mente de los funcionarios públicos y los convierte en violadores de derechos humanos. Si no puede reconocerse la identidad de las personas, porque se desprecia su identidad sexual, ¿puede reconocerse su derecho al trabajo, a la salud, a la educación o a la participación política?

Los derechos humanos son universales, interdependientes e indivisibles, no pueden negarse a nadie por ningún motivo. No estamos hablando aquí de privilegios, estamos hablando de derechos inherentes a cualquier persona y que unos niegan a otros en Venezuela. Esto debe discutirse públicamente porque reconocer y ampliar derechos es un objetivo claro de cualquier democracia ¿O no?

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@rockypolitica