OPINIÓN

Democracias con pies de barro

por Alejandro Uribe Alejandro Uribe

La democracia es considerada como la mejor forma de gobierno para las naciones, pues con este sistema político, el derecho de colocar o quitar a los representantes gubernamentales, debería ser potestad exclusiva de los ciudadanos, a través de mecanismos de decisión basados en los procesos electorales, siendo que, en condiciones ideales, sería conveniente que los electores pudieran seleccionar, postular y elegir libremente, a los mejores ciudadanos con que cuentan los países.

Infortunadamente, en la práctica no ocurre la situación democrática ideal, debido a que los candidatos provienen de los partidos políticos y esos partidos necesitan financiamiento para subsistir, de manera que existe un problema subyacente, pues quienes financian a los políticos, no lo hacen por simple amor a la democracia, sino que quieren cobrar con creces las facturas de lo invertido en las campañas electorales que patrocinan, a través de la obtención de favores, una vez que los postulados lleguen al poder y por lo tanto, los financistas prefieren promover a ciudadanos ignorantes e incapaces que puedan ser sometidos, extorsionados y manipulados fácilmente, por lo cual ignoran, desprecian y repudian a los mejores líderes, que tengan experiencia, capacidad, honestidad y libertad de criterio, virtudes que son fundamentales para lograr gobiernos honestos, eficaces, eficientes y exitosos.

Por otra parte, existen empresas de supuestos consultores políticos, que cobran grandes sumas de dinero para preparar de manera exprés e improvisada a los posibles candidatos, aunque estos no tengan las mínimas condiciones para asumir funciones de liderazgo y de gobierno, que son requeridas en un estadista y manejan estas situaciones, como si se tratara de un simple reinado de belleza, tal como ha ocurrido desde las épocas de Mr. Joseph Napolitan (1929 – 2013) y sus asistentes, algunos de los cuales actualmente se dedican por su cuenta al negocio de intervenir como asesores en los países con democracias bananeras, como algunas en Latinoamérica, donde las elecciones se ganan mediante el uso de maletines cargados de dinero de orígenes dudosos, la repetición de algunos mantras, la desinformación, las ofertas populistas y el pago de encuestas amañadas, para manipular a los ingenuos o peor aún, mediante la manipulación de los sistemas informáticos electorales y por esa razón, como los candidatos que obtienen el poder por estos métodos no tienen la experiencia ni la capacidad de resolver los problemas, por no ser aptos para ocupar los cargos asignados, las democracias van de mal a peor y los supuestos líderes improvisados, buscan la forma de convertirse en dictadores para perpetuarse en el poder, mediante el uso de cualquier medio, incluyendo los golpes de estado a los demás poderes públicos.

Estas son algunas de las razones por las cuales los electores pierden la fe, la confianza y la esperanza en los políticos y en los procesos electorales, lo que conduce a que haya altos porcentajes de abstención en las votaciones, debido a que en las ofertas de candidatos electorales no se da la oportunidad de escoger a los mejores representantes, que puedan resolver los problemas existentes, porque los elegidos están más orientados a trabajar en función de los intereses propios y los de sus promotores, en vez de atender las necesidades de los ciudadanos.

En países como Chile, Ecuador o Colombia, por mencionar solo a tres, los ciudadanos han protestado quizás con justa razón, pero infortunadamente esas protestas son infiltradas por grupos de vándalos violentos para generar caos y el gobierno responde con represión, tratando de buscar culpables en otros lados o reduciendo las protestas a una trivial politización, mediante la anacrónica dicotomía izquierda-derecha, que reemplaza a la anterior dicotomía dios-demonio, sin analizar las causas profunda del descontento de la gente, ni aceptar que han existido malas praxis económicas y políticas heredadas del pasado, que tienen sus efectos perversos sobre los ciudadanos, puesto que conducen a déficits fiscales eternos, que luego quieren financiar con más restricciones o más incrementos de impuestos, haciéndose de la vista gorda con la corrupción existente, como fueron los casos en Colombia de: Pacific Rubiales, cuando un grupo de especuladores donde estaban algunos venezolanos como fue un exministro, expresidente del BCV y excandidato presidencial en 1998, quienes estafaron a los inversores y a la nación, siendo que sus pasivos financieros, laborales y ambientales se le traspasaron a Ecopetrol; o el caso de Odebrecht, que financió campañas de políticos corruptos, para obtener contratos de infraestructura; o el caso de Reficar, donde se pagaron sobreprecios por la construcción de una refinería de crudo en Cartagena y por último, el proyecto eléctrico de Hidroituango cuyo costo era de 3,8 miles de millones de dólares, pero que tiene problemas de construcción y aún está inconcluso, por malas praxis de ingeniería y posible corrupción.

En el caso de Venezuela, desde 1958 ha habido algunos gobernantes que han sido impuestos por los grupos de poder y manejados a través de secretarias asignadas, que se convirtieron en primeras damas de facto, a quienes recurrían los grupos económicos y financieros que patrocinaron sus campañas políticas, para lograr obtener los beneficios que otorga la cercanía al poder, mediante acciones negativas para el país como fueron entre otras: la eliminación del bolívar-oro; el pago de activos a las concesionarias petroleras, que iban a ser traspasados en corto plazo a la nación al vencer las concesiones; el envío de las reservas de oro a Inglaterra; el sobre-endeudamiento en moneda extranjera; el refinanciamiento de la deuda privada a cargo de la nación y más recientemente: la quiebra de Pdvsa, la corrupción de los bolichicos alcahueteados por algunos banqueros y políticos, las estafas a través del control cambiario y los contratos mil millonarios de infraestructura con Odebrecht, donde cobraron completo pero nunca terminaron las obras ofrecidas, sin que haya habido investigaciones serias al respecto.

Según lo requerido por la Constitución Nacional de Venezuela, para finales del año 2021 se deben realizar elecciones regionales, con el objeto de designar nuevos: gobernadores, alcaldes, consejos legislativos estadales y concejos municipales y se espera que los partidos de oposición cambien sus paradigmas errados y esta vez participen, escojan y promuevan a candidatos que se destaquen por su experiencia, capacidad, honestidad y voluntad de servicio hacia los electores, puesto que de no hacerlo así, no tendrían oportunidad de ser elegidos como nuevos actores de la democracia, que permita reconstruir al país en el mediano plazo, como ya se demostró con el fracaso en las elecciones presidenciales de 1998, cuando la oposición participó dividida, postulando a 10 candidatos de diversos grupos y lo peor, donde los partidos mayoritarios para esa época impusieron a sus electores como candidatos a una ex reina de belleza y a un supuesto caudillo, quien necesitaba de intérpretes, debido a que nadie le entendía lo que quería decir y por esa razón se obtuvieron los resultados y los efectos conocidos desde hace dos décadas.

Durante los últimos años, algunos de los grupos políticos de oposición han optado por no participar en las elecciones, por no contar con las debidas garantías para que esos procesos sean creíbles, pero quizás también, por no tener a los candidatos adecuados que puedan garantizar la participación masiva de los electores que los lleve al triunfo y en mi opinión, teniendo en cuenta que se ha designado a un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) estimo que es necesario que los partidos de oposición se unan y propongan a candidatos creíbles únicos por consenso, que sean capaces de brillar con luz propia, pero además que tengan la capacidad de negociar una forma de garantizar que esas elecciones sean realmente libres, confiables, auditables y no manipulables, pues la solución a la crisis multidimensional que existe en el país debe ser racional, pacífica y democrática, si no se quiere correr con la suerte de Libia, donde después de 11 años de una “supuesta intervención humanitaria para proteger a los civiles” por parte de la ONU y la OTAN, quienes ofrecían libertad y democracia, aún hoy ese país está destruido, dividido, en guerra, sufriendo de violencia, hambrunas y emigraciones, siendo manejado por gobiernos interinos, sin que se vislumbre una solución a corto plazo para esa sufrida nación, cuyo pecado al igual que el de Venezuela, era poseer: reservas de oro, activos e inversiones en el exterior y además grandes yacimientos de gas, petróleo y agua, lo que atrae a muchos estafadores de diversas nacionalidades.

Es necesario destacar que no es suficiente con ganar las elecciones, sino que además se requiere poder realizar un gobierno exitoso, con la participación de los ciudadanos más capaces y experimentados y aunque no se crea, es posible que existan personas y entidades que no desean ningún tipo de solución para Venezuela, puesto que están muy cómodos recibiendo donaciones en divisas para hacer supuestas ayudas humanitarias, que no llegan a los necesitados ni se auditan y por otra parte, algunos políticos también se han apropiado de los ingresos provenientes de activos e inversiones nacionales en el exterior como Citgo y Monómeros colombo venezolanos entre otros y hay entidades financieras internacionales que quieren y creen poderse quedar con los depósitos de Venezuela que tienen bloqueados y por esa razón, juegan al caos permanente del país, sin que les importe la suerte que corran los venezolanos dentro o fuera de la nación.

Desde el punto de vista de la economía y en cualquier parte del mundo, una vez que los nuevos gobernantes elegidos asumen el poder, se encuentran con un problema administrativo que es, cómo financiar el gasto público sin caer en déficits fiscales, donde excluyendo el pago de la deuda pública que representa el mayor gasto fiscal para las naciones, el peso se concentra en los subsidios y en el pago de salarios de nóminas burocráticas, que serán más abultadas si existen muchas empresas de ese sector que no son autosustentables, por lo cual para financiar el déficit se puede recurrir a acciones triviales tales como son: préstamos internos o externos, aumento de impuestos, devaluación de la moneda, generación de dinero de la nada y exportación de los recursos naturales, en caso que los hubiera.

Debido a que la mayoría de las naciones están sobreendeudadas por las prácticas de administraciones anteriores y los impuestos no son bien aceptados por los ciudadanos, si no hay nada que exportar, quedan dos opciones disponibles que son: solicitar a los bancos centrales la generación de dinero de la nada y devaluar constantemente la moneda nacional, lo que conduce a la caída del PIB, hiperinflación, envilecimiento del salario y por ende a las migraciones hacia otros países, muchos de los cuales también tienen sus propios problemas, que se reflejan en las protestas de sus habitantes y por lo tanto, si los países receptores de inmigrantes no deseados quieren detener los flujos migratorios, deben tener claro que se requiere hacer cambios eficaces en la economía de los países de origen de las emigraciones, tal como parece que lo entienden Mrs. Harris y Mr. Biden.

En el caso de Venezuela, las prácticas de expandir la liquidez y devaluar la moneda han sido aplicadas desde 1974 hasta la fecha y en mi opinión, son las generadoras de la crisis nacional y por lo tanto reitero que:

Por lo expuesto anteriormente, considero que las prácticas de los partidos políticos inherentes a su financiamiento y a la postulación de candidatos, las praxis de algunos grupos económicos y financieros que los patrocinan, la corrupción administrativa y la forma de financiar el gasto fiscal por los gobiernos, constituyen los pies de barro de las democracias, que se convierten en caquistocracias con el transcurrir del tiempo y por tal razón, cíclicamente se repiten: protestas, crisis, rebeliones, revoluciones, tiranías y guerras, en muchas partes del mundo.