Sarah Repucci dirige el Departamento de Investigación y Análisis de Freedom House. Tiene más de diez años de experiencia en técnicas de investigación y evaluación en las áreas de democracia, derechos humanos y buen gobierno. Anteriormente trabajó para Transparency International y Global Business Initiative on Human Rights, y como consultora independiente para una variedad de ONG, organizaciones bilaterales y multilaterales y empresas privadas. Tiene una maestría de la Universidad de Nueva York y una licenciatura de Williams College y abre el texto con el que se inicia el Informe Libertad en el Mundo 2020 (Freedom in the World 2020) referido a datos de 2019.
De acuerdo con Repucci, Freedom House encuentra que 2019 fue el decimocuarto año consecutivo de disminución de la libertad mundial, libertad definida en términos de derechos políticos y libertades civiles. La brecha entre los reveses y las ganancias de la libertad se amplió en comparación con 2018, ya que 64 países experimentaron un deterioro en sus derechos políticos y libertades civiles, mientras que tan solo 37 experimentaron mejoras. El patrón negativo de pérdida de libertad afectó a todos los tipos de regímenes. En efecto: en 2009 la composición era 45,9% libres, 29,9% parcialmente libres y 24,2% no libres. En 2019 la composición final resultó en 42,6% libres, 32,3% parcialmente libres y 25,1% no libres.
En el análisis de Repucci, la brutalidad sin control de los regímenes autocráticos y la decadencia ética de los poderes democráticos se combinan para hacer que el mundo sea cada vez más hostil a las nuevas demandas de una mejor gobernanza. Un número sorprendente de nuevos movimientos de protesta ciudadana han surgido durante el año 2019, lo que refleja el deseo inagotable y universal de preservar y gozar los derechos fundamentales. Sin embargo, estos movimientos se han enfrentado en muchos casos a intereses profundamente arraigados, mismos que pueden soportar una presión considerable y están dispuestos a utilizar la fuerza letal para mantener el poder. Hasta el momento, las protestas de 2019 no han logrado detener la caída general de la libertad mundial, y sin un mayor apoyo y solidaridad de las democracias establecidas, es más probable que sucumban a las represalias autoritarias.
El Informe Libertad en el Mundo 2020 evalúa el estado de libertad en 195 países y 15 territorios durante el año calendario 2019. A cada país y territorio se le asigna entre 0 y 4 puntos en una serie de 25 indicadores, para un puntaje agregado de hasta 100. Los indicadores se agrupan en las categorías de derechos políticos (0–40) y libertades civiles (0–60), cuyos totales se ponderan por igual. La nota final se traduce a una cifra que se ubica entre 1,0 y 7,0: los países cuyas calificaciones promediadas de derechos políticos y libertades civiles caen entre 1,0 y 2,5 son “Libres”, entre 3.0 y 5.0 son «Parcialmente libres», y aquellos entre 5.5 y 7.0 son «No libres». A mayor nota, menor libertad.
Para 2013 Venezuela era un país parcialmente libre pues la nota en sus derechos políticos y libertades civiles promediaba 5,0. Seis años después, en 2019, es un país no libre con una puntuación promediada de 6,5. Tal como se puede inferir de la evolución de sus notas, Venezuela acusa un empeoramiento mayor en derechos políticos que en libertades civiles. Así, el Índice de Freedom House recoge que los derechos políticos de los venezolanos han sido conculcados permitiendo la perpetuación del gobierno en el poder a través de la misma «democracia».
¿Que grupo de países o territorios acompañan a Venezuela en el Club de los 6,5 puntos? Un selecto grupo de 19: Azerbaiyán, Baréin, Bielorrusia, Burundi, Chad, China, Congo, Crimea, Cuba, Emiratos Árabes Unidos, Franja de Gaza, Laos, Libia, Osetia del Sur, Rusia, Sudán del Norte, Tayikistán, Uzbekistán y Yemen. Todos estos países mencionados, al igual que Venezuela, tienen una nota de 7,0 en derechos políticos y de 6,0 en libertades civiles, para una nota promedio de 6,5.
Un punto importante que trae al tapete índices como el de Freedom House es el reflejado en la siguiente pregunta: ¿En qué medida la democracia depende de la calidad de las elecciones frente a factores como la confianza política?
Si el lector tiene claro los conceptos clave (derechos políticos y libertades civiles) y además conoce los gobiernos del grupo de 19 países o territorios mencionado, encontrará elementos clave para entender los dilemas que se presentan en las elecciones en Venezuela: elecciones impulsadas por actores que han resultado ser siempre perdedores y que benefician a la actual administración en una suerte de negociación ganar-perder: ganan ellos y perdemos los ciudadanos. Adicionalmente, a los posibles ganadores se les da de baja de bien diversas maneras, no permitiéndoles participar.
¿Democracia?