La exigencia más acuciante de los planes para el país se ubica en el terreno moral, la urgencia es recolocar el sujeto como centro, el ser humano en su más elevada dimensión ética. Situación que torna relevante y primordial el papel de la educación. Como nos espeta Arturo Pérez Reverte, un pueblo analfabeto no puede ser democrático al carecer de la capacidad de discernir, le es imposible saber cuándo es manipulado, tener memoria histórica verdadera, sin engaños y sobre todo saber adónde va. Desconocer adónde vamos, cual sociedad estamos construyendo en una responsabilidad de los que dirigen y de los dirigidos. Reverte nos machaca “No tengo ideología, lo que tengo es biblioteca”.
No basta solo con acusar al Estado de todos los males, al fin y al cabo, este es una institución creada por los hombres, ergo estos son responsables de su carácter, de su sentido y de su trayectoria. La pregunta clave hoy es: ¿Un pueblo sin educación o con deficiente educación puede ser vigilante y asegurar que las instituciones que surgen, se crean, sean verdaderamente democráticas, defensoras de la libertad?
No es exagerado afirmar que abandonar la educación, sumirla en una crisis profunda, relegar el esmero en las cualidades de la profesión del maestro, abandonar los recintos escolares, debilitar al extremo la educación superior, se puede asimilar sospechosamente a una ruta para entronizar regímenes no democráticos que no necesitan de ciudadanos responsables y activos sino de seguidores que acatan ordenes de manera sumisa y complaciente en ausencia de una conciencia que pueda distinguir entre libertad y sumisión.
En general, cuando leemos los componentes de las propuestas de un país distinto vemos que las exigencias técnicas son en general cumplidas a cabalidad. Se aprecia la experiencia y dominio para establecer metas macroeconómicas, reforzar el poder del Estado y ponerlo al servicio de quienes lo dirigen, sin realmente empoderar a la población pues esto implicaría un esfuerzo total y profundo en educar a un sociedad que pueda apreciar las virtudes de vivir en democracia como pasaporte para reinsertar al país en el concierto de naciones democráticas del mundo. Esto sería un reto de envergadura, pero cumplible. Muchas sociedades se lo han propuesto y lo han logrado.
Pero si el giro histórico que haría distinto un Plan País es atribuir la responsabilidad de esta magnífica ejecutoria al individuo soberano, la educación se torna más importante que la política petrolera o minera que ha sido nuestro interés primordial.
Esta gran oportunidad surge del caos vivido durante las últimas décadas. Caos, en los términos de Víctor Frankl o Jordan Petersen significa incertidumbre sobre el sentido de la vida y nuestra posición en el mundo, no saber qué hacer, cómo encontrar el camino para superar la inequidad, la miseria, la destrucción de lo edificado. No tolerar la tortura física, el exterminio sin piedad de todo aquel que osa oponerse a los designios del poder político.
Recolocar el sujeto es la gran oportunidad histórica, lo cual torna imprescindible recuperar los derechos pisoteados del individuo, lo esencial es reivindicar la responsabilidad, la conciencia que ordena la realidad, la capacidad de decidir, vivir como adulto en una sociedad configurada de acuerdo con sus expectativas en libertad.
Hay que comenzar por aceptar la realidad, en el camino emprendido por Venezuela en los siglos XIX, XX y XXI el gran perdedor, el ausente, ha sido el individuo y su responsabilidad en los designios de la sociedad, no en la búsqueda de derechos y privilegios sino en su compromiso como ser humano responsable con su vida propia y de su sociedad.
Es importante reconocer los derechos y deberes que corresponden a los venezolanos por mandato constitucional “El Deber está referido a la palabra obligación, se puede definir como: el conjunto de obligaciones, ya sea de orden legal, o convencional, que todo ciudadano debe cumplir, y del cumplimiento de estas obligaciones dependerá el funcionamiento de la sociedad. Derechos se define como el conjunto de disposiciones jurídicas (leyes) que regulan la conducta del hombre en la sociedad, y establece el conjunto de normas a la que los ciudadanos tienen acceso.
Entre la pelea de deberes frente a derechos siempre ganan los derechos ignorando que estos son imposibles si primero no comenzamos por los deberes. Invito a personas curiosas a contrastar ambas categorías, deberes y derechos y veremos cuál prevalece. Lo importante es reconocer que la lluvia de derechos sin piso en deberes siempre son ofertas engañosas, manipuladoras, sin deberes no hay derechos, el que ofrezca lo contrario simplemente miente.
El debilitamiento en la realidad de los deberes genera una especie de opacidad del individuo – ciudadano, lo coloca en otra esfera, en otra dimensión. En la práctica el Estado como institución dominante crece, aumenta incesantemente su poder, legisla a su favor aun en lo incumplible, fortalece a los que nos han conducido a abismos de destrucción, pobreza, miseria y perdida de la dignidad humana. Por ello es inaplazable concentrarse en las posibilidades de crear, desde Venezuela, un Proyecto de sociedad donde la educación, el conocimiento y la responsabilidad sean los ejes, que signifique la encarnación del Ciudadano responsable, capaz de otorgarle a la ética un papel decisivo en la constitución de la Sociedad.
Algunas interrogantes nos atormentan en estos precisos momentos, creímos que durante las décadas de democracia las instituciones responsables del orden y la paz habían alcanzado un nivel de madurez que les posibilitaba cumplir las obligaciones pautadas en el texto constitucional, garantizar la independencia y soberanía de la nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional,
Hoy es evidente que el rumbo es turbulento, muy fuerte, con privilegio de los defensores de opciones universalmente derrotadas. Inevitable la pregunta ¿cuál es la formación moral que imparten las academias educativas que les permite a las instituciones mudar sus objetivos de defensa ciudadana a ser indiferentes ante el caos? Al igual que la educación está en las sombras lo atinente a la formación de los que imparten justicia, hemos vistos a profesionales del derecho, graduados en ciertos centros de estudio dirigirse al público señalando: “Nosotros fuéramos venido antes si …” La educación o su falta de calidad explota por todos lados.
Acabamos de ver los sucesos acecidos en Corea, la importancia del equilibrio de poderes como norma democrática, el intento de imponer una ley marcial que suspende la libertada ciudadana fue contrarrestado por el poder fáctico y moral del poder legislativo y por los ciudadanos conscientes de su libertad. Corea es un escenario propio de las sociedades donde las instituciones y sus ciudadanos son las salvaguardas de la democracia. La presencia civil fue nuevamente crucial en dar forma a los eventos y al anuncio televisivo de última hora de Yoon el martes. Miles de personas acudieron a la Asamblea Nacional, gritando consignas para que se levantara la ley marcial y Yoon renunciara al poder. No hubo informes de enfrentamientos violentos.
“Restauramos la democracia sin tener una sola víctima esta vez”, dijo Seol Dong-hoon, profesor de sociología en la Universidad Nacional de Jeonbuk en Corea del Sur”.
La misma pregunta se extiende a todos a los que son guardianes del cumplimiento de la ley. ¿Por qué la fragilidad de los que se disfrazan de jueces y condenan a inocentes sin ningún rubor? ¿Cuáles son sus valores, sus convicciones, por qué escogen ser jueces para atropellar a individuos indefensos? ¿Dónde se formaron, qué aprendieron? Frente a estas incertidumbres el reto es imponente, avanzar a una sociedad liderada por individuos responsables, adultos que enfrenten los embates del caos que siempre amenaza a todas las sociedades. No basta cambiar caras hay que conectar con las conciencias y el primer paso es convertir la educación de la gente en la gran tarea, reivindicar los maestros, dignificar los recintos escolares, invertir en educar debería ser la gran tarea para poder aspirar a una democracia verdadera.
Es imprescindible resaltar la dimensión moral de los planes para el país, trascender el poder institucional del Estado y tribus ideológicas. Reconstruir desde nuestra conciencia, la educación, medios de comunicación, cultura, economía, el Estado de Derecho como fundamento de la responsabilidad indelegable del individuo en la construcción de su vida y en la libertad. Hoy tenemos el potencial para fundar otra narrativa frente al acecho de los totalitarismos “Un país de individuos soberanos, responsables”
“El hombre es la única criatura que ha de ser educada. Entendiendo por educación los cuidados, la disciplina y la instrucción, juntamente con la educación. Únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre.”. Immanuel Kant,