Para el ciudadano común de Venezuela la suerte está echada. Todos y cada uno de ellos sabe lo que sucede y hacia dónde va el país. Por eso es sabido que más de 80% de los compatriotas rechazan el camino de la tiranía y aspiran a un régimen democrático sin las fallas que tuvo la mal llamada cuarta república hacia el final de sus días.
Sin embargo, ese enorme sentimiento de la inmensa mayoría no es suficiente para provocar el cambio necesario. Se necesitan liderazgos auténticos, desinteresados en lo personal o grupal, capaces de ponerse al frente del sentimiento mayoritario que hemos señalado. Pero no se percibe su existencia. Existen, pero en bajo perfil. No quieren añadir más dificultades a lo que hay. Evitan confrontaciones indeseables en el mundo opositor, entre otras cosas, para no caer en el electoralismo como único camino posible para el cambio.
Estas son algunas de las inquietudes que nos llevan a pedir a todos los políticos que cumplan con la obligación de ejercitar la razón frente a la realidad. Estamos hartos de acumular sucesos y noticias inútilmente. Pareciera que manosear torpemente la realidad genera confusión por falta de un verdadero pensamiento político y de principios firmes. Aunque se hable de política, lo cierto es que no se está haciendo Política con P mayúscula. El régimen trata, por todas las vías posibles, de mantener las cosas como están y ante la ausencia de respuestas adecuadas existe el peligro de que la decepción genere desesperanza y cada uno se cierre sobre sí mismo para garantizar la supervivencia personal y familiar.
Me llama la atención que no he visto análisis serios sobre las verdaderas causas de la migración de cerca de 8 millones de compatriotas en los últimos años. El continente y el mundo entero están impresionados con este tema. Esto es indispensable para entender la verdadera naturaleza del problema y actuar en consecuencia.
En lo interno han sido hábiles para controlar la economía privada cada día más reducida y, de hecho, en cuanto a la destrucción de las fuerzas armadas profesionales, creando milicias de distinta naturaleza incluso dentro de las mismas fuerzas armadas y mediante la represión y el temor interno, impedir cualquier reacción armada que los ponga en peligro. En el terreno de lo real esas milicias y la formación de brigadas especiales para todo, bajo control del régimen, se constituyen en una especie de ejército paralelo más allá del ordenamiento jurídico existente.
La presencia de Nicolás Maduro en Brasil y su estrecha relación con Lula, así como inmediatamente después en la toma de posesión del presidente turco para su tercer mandato consecutivo, genera interrogantes. ¿Dónde están los Estados Unidos de América?
@osalpaz
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