Apóyanos

Democracia, dictadura y narcodictadura

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Caricatura: EDO

 

Los grupos humanos desarrollan diferentes formas de pensar en cómo quisieran que evolucionen las sociedades en las que viven. Eso es normal e inevitable. La política es el arte de buscar un terreno común en el que las aspiraciones, ideas, y expectativas de los diversos actores de una sociedad puedan convivir. El mejor sistema de gobierno no es el que logra poner de acuerdo a todos. El mejor sistema de gobierno es el que permite que las diversas opiniones sobre cómo manejar el gobierno, la economía y los intereses de los diversos sectores puedan dialogar y alternarse eventualmente en el poder, de acuerdo con la aceptación popular de cada propuesta política. El resultado de esta discusión permanente de ideas es un equilibrio inestable que permite regular las contradicciones naturales de una sociedad. A eso se llama democracia. Y, a pesar de su apariencia caótica y hasta pugnaz, este es el sistema de gobierno que ofrece las mayores garantías de estabilidad política y económica, basadas en su capacidad de alternancia en el ejercicio de gobierno y en la legitimidad que entregan los ciudadanos a los gobernantes a través de las elecciones. El poder reside en el pueblo, las instituciones gubernamentales son independientes y producen un balance entre ellas que impide el ejercicio arbitrario del gobierno.

La dictadura es lo opuesto. En dictadura, quien ejerce el poder no oye, no acepta la discusión de otras ideas, no tolera la diferencia, y se empeña en imponer su voluntad a todos los ciudadanos. En las dictaduras el grupo en el poder ejerce un control que pretende ser absoluto sobre el gobierno y las instituciones, se limita la libertad de expresión y se suprimen los medios de comunicación críticos. Las elecciones, en los casos en que existen, no son libres ni justas. Ha habido dictaduras que tuvieron apoyo popular al principio. Pero más temprano que tarde, la incapacidad de las dictaduras para regular y aliviar los conflictos de la sociedad hace el ejercicio del poder cada vez más difícil e inestable. Las instituciones son cooptadas y controladas por el grupo dictatorial y no pueden resolver los conflictos naturales de la sociedad porque solo funcionan para apuntalar el poder. Ante la creciente imposibilidad de regular contradicciones sociales y políticas, eventualmente pierden apoyo popular y el grupo en el poder se aísla cada vez más. En esas condiciones, las dictaduras a menudo recurren a la violencia y la represión para mantener el control social y político. Al contrario de lo que parecería, las dictaduras tienden a ser sistemas inestables que requieren la represión de las ideas y de los ciudadanos para sobrevivir.

Finalmente, podemos identificar la existencia moderna de una tercera forma de gobierno: las narcodictaduras. Como su nombre lo sugiere, es una forma extrema de dictadura en la que el poder político está asociado al narcotráfico y la violencia que caracteriza a este negocio criminal. En este sistema, el gobierno está infiltrado o controlado por carteles de drogas que usan su influencia para mantener el poder. Estos regímenes son una mezcla de dictadura y crimen organizado. El poder se mantiene mediante la violencia, la corrupción y el soborno. Las instituciones están gravemente comprometidas con la corrupción y la arbitrariedad. Toda sombra de justicia desaparece. Los derechos humanos son sistemáticamente violados, con altos niveles de violencia y represión. Al igual que cualquier dictadura, el apoyo popular, si lo hubo, desaparece en la medida en que las tensiones sociales y la disidencia son imposibles de regular y el poder recurre a la fuerza bruta para mantener una apariencia de orden tratando de asegurar viabilidad a sus negocios ilícitos.

Por muy feroces que parezcan las dictaduras, en realidad tienen pies de barro. Se desmoronan, tarde o temprano, erosionadas por el empuje de los pueblos que se hartan de la arbitrariedad, la falta de justicia y la falta de la verdad. Las dictaduras, para justificarse, y para mantener la adhesión de partes de la sociedad, elevan parapetos de mentiras y de enemigos imaginarios. Usan hasta el hastío el epíteto de “traidores a la patria”, como si la patria fuera de ellos. Buscan por todos los medios confundir y desviar la atención de los graves problemas que son incapaces de resolver. Pero, al final, la verdad prevalece. La verdad es simple y transparente. Un dictador es un dictador y punto.

Cuando los pueblos se alzan con la verdad, con el brío y el valor que el bravo pueblo de Venezuela se alzó el 28 de julio para elegir la libertad, no hay dictadura que aguante. El tiempo corre en contra de la mafia en el poder. Ninguna arremetida bravucona podrá borrar la verdad que todo el planeta sabe. Perdieron. Se van.

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional