La candidata de nuestro Encuentro Ciudadano, Delsa Solórzano, ha recibido ataques tanto del régimen como de la oposición. Unos más fuertes, evidentemente, que los otros. Diosdado, en su campaña, no deja de arremeter contra ella consuetudinariamente. La guerra embarrada de los laboratorios de ambos frentes hay que estar desmontándola de manera permanente. Nada que no fuera esperado, nada anormal, en realidad. Aunque han bajado las agresiones físicas directas en las giras, la violencia política resulta un muy indeseable acompañamiento todavía, hasta psicológico. Aún así, se ha continuado la lucha, como debe ser. Delta Amacuro, Aragua, Guárico, Anzoátegui y Monagas más recientemente, la han esperado, a Delsa, con los brazos cálidos de los venezolanos desesperados por salir de esta situación tortuosa y prolongada. Y ella inclaudicable. Seguimos sin freno en esta carrera por la elección primaria.
Nuestro partido, Encuentro Ciudadano, le ha salido de inmediato al paso, con un nuevo comunicado al país, a los anuncios más recientes de la Plataforma Unitaria, efectuados por Omar Barboza. Lo primero para señalar que no estamos en esa «jugada». No sabemos nada de lo que se discute allá, ¿en USA? Sabemos más de lo de China. Imagínense cómo van las cosas. Esa negociación: «no representa ni está encomendada por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) ni mucho menos por Encuentro Ciudadano». Para que no haya confusión, aclarando. Y luego, para rechazar posibles decisiones de espaldas a la mayoría de los partidos que integran dicha Plataforma. O sea, como Delsa ha dicho: «en contra del dedazo».
Por otra parte, a mí, particularmente, me llama la atención el modo en que se manifestó el secreto ese de que se negocia incógnitamente, de bajo perfil; algunos dicen que no, que mentira, que no es de espaldas al país, el futuro electoral de los venezolanos. ¿A ustedes no los aturdieron? Un señor extremadamente sobrio, como sin querer decir aquello, como obligado por designios extranaturales -ahora, cuando están de moda los extraterrestres de nuevo, y no precisamente los marcianos de Orson Welles-, con expresiones y voz que en nada se correspondían con lo que se quería transmitir. Inexpresivo. Diciendo «alegría» con cara desencajada y «entusiasmo» sin estusiasmarse. Como si aquello dicho no fuera verdad. Muy extraño, al menos.
También hubo un comunicado, esta vez de nuestro comando de campaña. En respuesta a un grupo que remeda, queparece suplente disminuido de los «notables», aquellos que atacaban a Carlos Andrés Pérez. Evidentemente, jalan la brasa para su sardina. Tocados por el insoslayable problema de las inhabilitaciones, inconstitucionales, ilegales, contrarias a los derechos humanos, pero que están allí, impuestas por la dictadura y no se pueden ignorar como lo haría cualquier avestruz asustadizo. Responden aquellos a intereses políticos conocidos. Pero interviene el repudiable insulto innecesario. La grosera, grotesca, expresión. Desconocer, por mínimo ejemplo, los enfrentamientos de Delsa en defensa de los presos políticos, los derechos humanos, o su modo de encarar al régimen en la Corte Penal Internacional, se vuelve cuando menos mezquino, a más no poder. Y, encima, increparla a ella con conspiraciones contra las primarias, cuando anda de calle en calle, o tildar los hechos como provenientes de una oposición institucional, como si la de ellos fuera sueño al margen de las instituciones partidistas, al menos, o, peor aún, acusarla de sumisión al régimen, es deplorable. Sencillamente producto de un desespero inaudito, demencial.
De los inhabilitados queda pendiente la resolución del hecho. No puede ser, como Barboza exclama, que después se verá. Como si la incertidumbre del personaje afamado de Por estas calles fuera respuesta y solución: «Como vaya viniendo, vamos viendo». Lo he dicho: la inhabilitación en caso de resultar ganador de la primaria un no habilitado, conduce a la sustracción, a la imposible no presentación de candidato, a la abstención, mientras otros aprecian como solución adecuada la calle y/o las armas. Como han manifestado. Nadie en este momento está dispuesto a ello. La abstención está descartada, porque se eligió la vía electoral; no presentar candidato, o esperar su no inscripción, que al fin y al cabo es lo mismo, sería una consecuencia fatal para el propósito de enfrentar un candidato firme, unitario, gallardo, al régimen. Quien tenga armas allá él o ella, si puede ganarse las recompensas que ofrecen por algunos de los sátrapas. Tenemos que tener un candidato que se pueda inscribir e ir a elecciones, punto. Las inhabilitaciones de la dictadura, de la dictadura, no podemos esperar que nos las resuelva el régimen, o se resuelvan solas como por artistas mágicos.
Delsa, no inhabilitada, seguirá en la calle con nosotros, buscando convencer a los votantes por la primaria. Los ataques naturales y los excedidos son de esperarse y seguiremos respondiendo a ellos sin callar. Las negociaciones deben ser más amplias y francas, para que puedan constituir una verdadera respuesta al país que espera harto soluciones y no más llanto. Mientras que, si no resolvemos las inhabilitaciones antes de la siempre amenazada elección primaria, antes del 22 de octubre, podemos estar convocando a un fraude a los electores, porque el candidato electo podría no ser el que se va a presentar a enfrentar al del régimen. Esto nadie lo desea. Resultaría altamente repulsivo falaz, inaceptable. Y causará, anótenlo, de ser así, la más probable repulsa en quienes finalmente vayan a votar en las nacionales. La ruta es electoral. Electoral. La unidad tan vulnerada podría verse más quebrantada desde afuera y desde adentro, con lo cual la primaria habrá estado muy lejos de sus objetivos unificadores de cara a derrotar al verdadero monstruo, el de Miraflores.
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