Resulta difícil llamar la atención del público general sobre el tema del ámbito internacional de la protección de los derechos humanos cuando esta misma semana hemos sido testigos de la triste noticia emanada de Mérida según la cual una distinguida profesora titular jubilada de la ULA , la Dra. Isbelia Hernández, de 74 años, fue encontrada muerta junto a su esposo, el Dr. Pedro José Salinas, de 83 años, también profesor titular jubilado, quien yacía inconsciente a su lado al borde de expirar. La causa de tan grave drama se atribuye -léase bien- a DESNUTRICIÓN provocada por la falta de recursos para alimentarse; consecuencia de las miserables pensiones que recibimos los docentes universitarios en Venezuela y ―peor aún― los jubilados.
Este columnista se siente altamente identificado con el matrimonio Salinas por cuanto, igual que ellos, ha dedicado toda su vida productiva a la docencia universitaria. Por suerte y con esfuerzo pudimos organizarnos de tal manera de no tener que sufrir desnutrición, ni depender de cajas CLAP, pero sí somos conscientes de las situaciones extremas que atraviesan no solo los docentes sino grandes mayorías de compatriotas pese a que Maduro, ante su ilegítima Asamblea Nacional, anunció que el país ya está en plena e indetenible recuperación pintando un cuadro digno de Alicia en el País de las Maravillas.
Dicho lo anterior estimamos necesario promover una reflexión acerca de cómo el mundo percibe a la Venezuela actual, toda vez que entre quienes nos inclinamos por las libertades democráticas se nos machaca que Guaidó y su interinato han sido reconocidos por casi sesenta países, lo cual es cierto y se debe en buena medida al denodado esfuerzo de quienes lo representan fuera y dentro del país.
Pero… en Naciones Unidas (donde ya no podemos votar por grave atraso en el pago de cuotas) se sientan 193 estados, más algunos observadores y esta misma semana que hoy concluye nos propinaron tremendo baño de agua helada en la sesión del día martes 25 con motivo del EPU (Examen Periódico Universal) que el Consejo de Derechos Humanos en la ONU, con sede en Ginebra, lleva a cabo en forma rotativa a todos los Estados miembros. Esta vez le tocó a Venezuela presentar su “examen” ante el mundo acerca de la protección de los Derechos Humanos y su evolución desde el último examen (https://www.ohchr.org/SP/HRBodies/UPR/Pages/VEindex.aspx). No se trata, pues, de una intromisión, sino que es un compromiso contraído por los miembros de Naciones Unidas como requisito para pertenecer a la organización.
Debido a la pandemia la delegación chavista (muchos no nos sentimos representados por la misma) se hizo presente por la vía virtual con un discurso inicial de la inefable dama que ejerce -ilegítimamente- la Vicepresidencia de la República. Como es de suponer y siguiendo las pautas de la mentira sangrienta repetida mil veces, la susodicha señora se despachó con un discurso “revolucionario” de alto calibre que podía haber sido pronunciado por Kim Il-sung o Fidel Castro hace cincuenta años con uso de la terminología y epítetos propios de aquella época del comunismo histórico. De allí siguió la presentación fantasiosa propia otra vez de la novela de Lewis Carroll, publicada en 1865 ya citada en líneas anteriores. Todo ello con el aire desafiante del gladiador –o gladiadora- que viene a imponer su visión del mundo.
Lo anterior no pudo haber sido ni fue novedad conociendo al personaje y su entorno. Lo que sí es descorazonador es el debate que siguió que duró cuatro horas que este cronista se caló estoicamente.
Intervinieron 117 países de los cuales 80 prefirieron aprobar, ignorar o solidarizarse con el cuadro presentado por la delegación venezolana. Solo 30 expresaron críticas de mayor o menor tono.
Toda Europa Occidental, Australia, Nueva Zelanda, Israel y algunos países de América (Estados Unidos, Canadá y otros) elevaron su voz. África en bloque, el mundo árabe, Rusia, China y su clientela se mostraron conformes o prescindentes con el desempeño bolivariano. En términos de porcentaje de la población de nuestro planeta diríamos que quienes aúpan o prescinden de la canalla son amplia mayoría. ¿Qué tal?
Asimismo, los delegados chavistas que sí estuvieron presentes en Ginebra se mostraron prestos a objetar la terminología empleada por los más críticos (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Israel y algún otro) recitando o leyendo texto previamente preparado con toda obviedad por la delegación de Cuba cuya experticia y dominio de estas situaciones es tradicional y se hizo evidente.
El breve recuento y cifras que hemos aportado llama a la reflexión y nos lleva una vez más a preguntarnos qué estamos haciendo mal los partidarios de la democracia liberal cuando el embate de quienes no creen en eso es cada vez mayor. ¿Será que lo mismo irá a acontecer en la OEA donde es el interinato de Venezuela el que ostenta la representación con margen cada vez más estrecho? ¿O será que el péndulo de la historia se desplaza ahora resueltamente hacia zonas poco favorables para esa democracia liberal a la espera del inevitable cambio de ciclo?
Como nota final de curiosidad vale la pena resaltar algunas sorpresas a) México, que se presumía formando parte del combo “progre”, se pronunció en términos no digamos que muy críticos pero sí de reclamo en beneficio del respeto a los derechos humanos; b) Argentina, hasta ahora entusiasta integrante del “combo bolivariano” dejó en claro sus crecientes reservas (¿será que esta mano la digitó Alberto Fernández, a quien le espera regaño de Cristina?); c) Japón lució “como que sí pero que no” d) Finlandia excesivamente comedida.
Sea como fuere la cosa en Ginebra, la profesora Hernández de Salinas falleció y el esposo está a punto, ambos por desnutrición, y tampoco ello ha desatado mayor reacción entre los venezolanos. ¡Qué pena!
@apsalgueiro1