OPINIÓN

Del error a la sátira

por César Tinoco César Tinoco

La toma de decisiones puede dividirse en dos grandes áreas. Por un lado tenemos los procesos de toma de decisiones que son prescriptivos, es decir, decisiones tomadas de acuerdo con un proceso formal. Tal sería el caso de lo establecido, por ejemplo, en un manual de crisis. Por otro lado tenemos los procesos de toma de decisiones descriptivos, es decir, aquellos procesos no formales en los que juegan un papel importante la intuición y sus heurísticas.

En psicología, la heurística se relaciona con la creatividad y se ha propuesto que sea “aquella regla sencilla y eficiente para orientar la toma de decisiones y para explicar en un plano práctico cómo las personas llegan a un juicio o solucionan un problema”. Usualmente una heurística opera cuando un problema es complejo o trae información incompleta. En general, una heurística puede considerarse como un atajo a los procesos mentales activos y, por lo tanto, es una medida que ahorra o reserva recursos mentales. Las heurísticas funcionan efectivamente en la mayoría de las circunstancias, sin embargo, también pueden conducir a errores sistemáticos (errores que se repiten invariablemente) en la toma de decisiones o en el desarrollo de juicios. La generación de soluciones heurísticas frecuentemente arranca a través de un razonamiento por analogía.

Por allí tenemos la expresión “por ensayo y error”, también conocida como prueba y error, es un método heurístico para obtener el conocimiento, tanto proposicional como procedimental y que consiste en probar una alternativa y verificar si funciona. Si funciona, entonces se tiene una solución. En caso contrario, es decir, cuando el resultado no es el buscado, se intenta una alternativa diferente. Es la técnica con la que aprenden, de manera natural, los niños y los animales.

De hecho, ensayo y error es una técnica muy útil propuesta por el matemático de origen húngaro George Pólya en su libro How To Solve It, publicado en 1945, en la Universidad de Princeton. Lo medular de la técnica es observar si los sucesivos intentos nos acercan o nos alejan de la solución buscada.

Pues bien, en la búsqueda de figuración política, personajes como Henri Falcón utilizan la técnica de ensayo y error pero de una manera tan visceral, tan poco científica, que los resultados lo alejan continuamente del resultado buscado.

Apenas el pasado 19 de julio, en su cuenta de Twitter, Falcón fijó el siguiente tuit: “Los irracionales nos atacan porque planteamos una salida certera. ¡Proponemos un gobierno de coalición ya!…”. En otras palabras, para ese momento proponía cogobernar con la corrupción y la incompetencia.

Ni siquiera pasó un mes cuando el 12 de agosto, colgó y fijó este otro texto: “Rechazamos y condenamos toda medida en contra del único órgano legítimo en el país, porque creemos que contrario a lo que hoy se pretende, el reconocimiento a la Asamblea Nacional es el punto de partida para una transición pacífica en Venezuela”.

Al decir “el único órgano legítimo en el país” no puedo dejar de pensar en las elecciones írritas del 20 de mayo de 2018, aquellas en las que nuestro errático e inconsistente personaje participó, ante el mismo Consejo Nacional Electoral que existe hoy y que por omisión ha denominado ilegítimo.

El caso es que cuando enseñamos toma de decisiones ponemos énfasis en el proceso y no en los resultados. Sin embargo y para aquellos políticos jóvenes que se inician, Falcón constituye un ejemplo viviente del peor comportamiento que puede exhibir un político: ese en el que tanto el procedimiento de toma de decisiones –como su resultado– es de primitiva y pésima calidad y que, precisamente, nos hace concluir que “no halla en qué palo ahorcarse” para figurar.

Es precisamente tal comportamiento el que origina sátiras como la publicada el pasado mayo de 2019 en el Chigüire Bipolar y que tiene que ver con el final de Juego de tronos que reza, textualmente, así: “El ex gobernador del estado Lara y ex candidato presidencial por la oposición –o al menos así decía él– Henri Falcón, adquirió una silla de ruedas para emular al personaje de Juego de tronos, Bran Stark y de esta manera esperar que los guionistas de Venezuela le entreguen el trono de Miraflores que aún ostenta Nicolás Maduro”.