El desorden característico y cada vez más grave del tránsito vehicular y peatonal en nuestras grandes y medianas ciudades, con el consentimiento sostenido de las autoridades públicas, por ejemplo, guarda exacta correspondencia con el desempeño y desinstitucionalización de todas las instancias de un poder enfermizamente continuista, Aparentando libertad, noción crecientemente corrompida, cualquier dislate y exabrupto contribuye a una predisposición o mentalidad totalitaria aún no consolidada.
Las primarias constituyen un esfuerzo voluntario e involuntario de reordenamiento de las instituciones, actores y espacios políticos y sociales sobrevivientes de la oposición. Empero, fuerza también a una actualización de las camarillas indigestas del poder que suponemos, al menos, presionadas por los partidarios que pasan tanta hambre como el resto de la población.
El propio objetivo de seleccionar democrática y limpiamente al abanderado presidencial opositor, entraña una mínima racionalidad que choca con la arbitrariedad desplegada desde el Estado con todos sus recursos materiales y simbólicos. La normativa, los procedimientos y la sobriedad demostrada por los integrantes de la Comisión Nacional de Primarias, ofrecen un radical contraste con los altos funcionarios del Estado que, a la vez, tienen importantes responsabilidades partidistas y, faltando poco, incluye a oficiales de alta graduación en la defensa de una causa incompatible con el artículo 328 constitucional.
Caos calculado, nada mejor que rebarajar el Consejo Nacional Electoral para desconcertarnos en torno a las condiciones y a la realización misma de los comicios de 2024, consagrando a Maduro Moros como su único e imperturbable garante frente a propios y extraños. Por sus consecuencias, equivale a la reciente detención e incierta situación de la señora Yosida Vanegas, madre del prisionero político Juan Carlos Monasterios; a las amenazas de muerte propinadas contra la diputada Delsa Solórzano, e inhabilitaciones y golpizas a otros precandidatos.
Porque igualmente les afecta la enorme lección de civismo que arrojarán las primarias, como un buen día de julio resultó exitosa la consulta de 2017, siendo la única orden que literalmente arrojan a los suyos: la de sabotearlas a cambio de una mayor “comprensión” de la calamidad personal y familiar que atraviesan, apenas compensados con una bolsa de comida de mala calidad que no se parece a aquella con productos abundantes y de buena marca que reparten en ministerios y demás despachos, a favor de la rosca agraciada de los colectivos y afines. Teóricamente, el asunto no se les irá de las manos mientras tengan poder de fuego, por lo que no resulta descabellado imaginar una parálisis del país por falta de gasolina justo el día de las primarias, la intimidación a propietarios y directores para que no presten las escuelas privadas, la espontánea vocación y demostración de violencia por los grupos de choque, la inundación de falsas noticias, etc.
En el presente siglo, el orden de los factores sí altera y suele divertirse con el producto, aunque los socialistas de esta hora ya agotaron todas las posibilidades de legitimación. Hastiados, en trance permanente de cargar los dados, ni siquiera incurren en la temeridad de versionar el autoritarismo competitivo de acuerdo con la literatura especializada, vitoreando desde ya el fraude electoral que tienen pendiente como una bandera desvergonzadamente alzada por aquella consigna de quedarse aún por las malas.
El testimonio de coraje cívico y la coherencia, determinación, probidad, circunspección y profundidad de una oposición institucionalizadora, marca la diferencia ante un régimen que ya no puede fingir más, dejando ver un talante totalitario sólo viable con la definitiva derrota de la civilización occidental. La invención oficialista de cada artificio puede traducirse y se traduce en el descubrimiento y reconocimiento constante de toda la autenticidad de los sectores liberadores de la oposición que tanto arriesgan, en verdad, tanto.
@Luisbarraganj