En cuestión de horas aparecen en el escenario político del país dos aspectos que ayudan a entender mejor la debilidad y verdadera esencia del madurismo, y que siguen definiendo los campos y distintas posturas ante la grave crisis que padecemos.
La vigencia histórica del 4 de febrero
Se cumplieron 31 años del 4 de febrero, cuando el Comandante Chávez, al frente del Movimiento Militar Bolivariano, insurgió en contra de la agonizante IV República. Con su sorprendente acción, el sector militar bolivariano rasgaba las tinieblas y la espesa bruma de inamovilidad y conformismo que se había instalado sobre el país, abriendo las posibilidades de los profundos cambios que se iniciarían en Venezuela, con el gobierno del presidente Chávez y la Revolución Bolivariana, posteriormente traicionados y truncados por el gobierno de nicolás maduro.
Más allá de cualquier consideración en torno a esta acción (que nosotros reivindicamos), lo importante que ha de entenderse es que los militares Bolivarianos insurgieron en contra de una situación económica, política y social, mucho menos compleja que la actual. Es decir, para ser más claro, por mucho menos de lo que sucede actualmente el Comandante Chávez insurgió en contra del gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1992.
Hoy día, el país está descuajado, no existe institucionalidad, el paquetazo económico de corte neoliberal impuesto por maduro, ha sumido a más del 90% de la población en la pobreza, el salario mensual de los trabajadores no llega a 6 dólares, lo cual coloca su ingreso diario en solo 0,18 centavos de dólar, muy por debajo del umbral de la pobreza, todo lo cual, ha provocado el éxodo de más de 7 millones de venezolanos, una tragedia que ocurre por primera vez en nuestra historia y que ha desgarrado a la sociedad venezolana.
Para imponer su paquetazo económico y barrer con las conquistas populares alcanzadas durante el gobierno del presidente Chávez, el gobierno de maduro, ha convertido la violación de los Derechos Humanos, en una Política del Estado Venezolano. En su período de gobierno, se han cometido miles de crímenes y ejecuciones extrajudiciales en los barrios; se reprime, se tortura y se mata; a la vez, que se han producido miles de detenciones arbitrarias y las cárceles y centros de detención están llenos de luchadores sociales, trabajadores, inocentes secuestrados y presos políticos; lo que ha sido constatado y denunciado por los organismos internacionales de los derechos humanos en particular, los sucesivos y contundentes informes de la “Fact Finding Commission” del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, dando pie a la apertura de una investigación ante la Corte Penal Internacional, en contra de los jerarcas del gobierno por la comisión de crímenes de lesa humanidad.
Los militares rebeldes del 4 de febrero de 1992 se alzaron en armas en contra de la clase política envilecida de poder, en contra de la entrega del país, de la corrupción, de la entrega de la soberanía y la imposición del paquete de “ajustes” neoliberales del Fondo Monetario Internacional.
Hoy día, una nueva clase política, incluso, más envilecida y corrupta, se ha apoderado del país, de sus instituciones y recursos, restregando en la cara de las mayorías empobrecidas, sus riquezas y groseros privilegios; a la vez que, han entregado la economía a los grupos económicos que los mantienen en el poder, la nueva oligarquía, mientras las transnacionales se llevan el petróleo, el gas y el oro. Los efectos del paquetazo neoliberal de maduro, han sido devastadores para el pueblo y los trabajadores, el retroceso del país ha sido enorme, criminal.
Es claro que las razones que dieron pie a la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, siguen allí, más vigentes que nunca. Aunque maduro y su entorno político traten de apropiarse de la gesta de Chávez, por más boinas o insignias que se pongan, la esencia del 4 de febrero ha sido traicionada, el Movimiento Militar Bolivariano y el chavismo como movimiento político auténticamente revolucionario, tiene que dar una profunda reflexión en su seno, pues como dijera ese día el Comandante Chávez, “los objetivos trazados por ahora no han sido logrados”.
Los exministros chavistas
En su parodia del 4F, un maduro desencajado ordena a sus cuerpos represivos “investigar” y hacer “seguimiento” a los “exministros chavistas”, acusándonos de “conspirar” en su contra. Esta nueva orden represiva, otra vez, como siempre, contra los chavistas, devela lo que tenemos años denunciando y explicando: el madurismo, su modelo económico y su política, no tienen nada que ver con el chavismo ni sus postulados, por eso nos persigue.
Más allá de las caras de los que circundan al madurismo, medrando en la tragedia del pueblo, del uso y abuso que el gobierno hace del apellido del Comandante, lo que está claro, es que este gobierno es anti-chavista, un gobierno neoliberal que ha hecho lo contrario a lo establecido por el Comandante Chávez en su Plan de la Patria y los objetivos históricos de la revolución, entre ellos: el socialismo.
Es por ello que el madurismo ha arremetido en contra del gobierno de Chávez, sus ministros y su gestión revolucionaria, calificando este extraordinario período de transformaciones políticas, económicas y sociales del país, como un “falso positivo”, plagado de “errores y equivocaciones”.
El madurismo ha desmontado la Revolución Bolivariana, se viola la Constitución y las leyes, ya no queda nada del Poder Popular, de las Misiones Sociales, de la Democracia Participativa y Protagónica, ni del “Vivir Bien” del pueblo; ha destruido Pdvsa, perseguido a sus trabajadores y entregado el petróleo, ha arrasado con el ambiente en el “Arco Minero” entregado al saqueo de los suyos, mientras, arrasaron con los beneficios de los trabajadores y obreros, condenados a sobrevivir con un salario de hambre, con unos bolívares devaluados, mientras toda la economía está dolarizada.
Este gobierno ha restablecido por la violencia un modelo capitalista dependiente, depredador de nuestros recursos naturales, borrando –por ahora– la posibilidad socialista.
Ante una situación de restauración reaccionaria como esta, no es para nada extraño que el gobierno identifique como sus enemigos a los “exministros” de Chávez, al campo revolucionario, a lo que ellos llaman “la izquierda trasnochada” y en particular a los trabajadores y el movimiento popular que fue, en un momento, la base social y la vanguardia de la Revolución Bolivariana.
El único que ha “vendido su alma al diablo” es el mismo maduro con sus pactos y acuerdos secretos. Al tiempo que anuncia más represión y persecución en contra del chavismo, extiende la mano y convive con los que incendiaron el país, con los sectores tradicionales de la derecha, con la oligarquía, con las transnacionales, cediéndoles la conducción de la economía, la expropiación del petróleo y condenando a los trabajadores y al pueblo a la miseria y al “sálvese quien pueda”.
Los “exministros” chavistas somos el terror de nicolás maduro y su gobierno, todo lo que represente una opción revolucionaria y chavista, es enemigo del madurismo. Chávez los atormenta, su discurso, su práctica, su acción revolucionaria, que aún está en el corazón del pueblo, es la principal amenaza para el madurismo.
El Comandante Chávez, el eterno subversivo, hoy sigue siendo perseguido por la canalla que ha destruido al país y pretende borrar no sólo sus ojos y su imagen, sino el legado que dejara para el pueblo, la idea, profundamente revolucionaria que, al final, sabrá conducir al pueblo para salir, otra vez, como hace 31 años, de las tinieblas. ¡Venceremos!