El presidente Nicolás Maduro, que se juramentará el 10 de enero, ha instruido al CNE para la realización de elecciones entre febrero y marzo próximo, establecidas por la Constitución Nacional para elegir en 2025 a gobernadores, alcaldes, diputados a la Asamblea Nacional y consejos legislativos, concejos municipales… las cuales se realizarán sin discusión alguna. Lo importante es analizar precisamente la realización de este proceso electoral después de lo ocurrido con las presidenciales del 28 de julio pasado.
La verdad es que a la incertidumbre en que se encuentra el país entero por los acontecimientos del 28J hay que agregar lo de los presos políticos, la arremetida del gobierno contra la oposición y ahora, la convocatoria a posibles elecciones para febrero o marzo, como lo ha “sugerido” Maduro, además de la elaboración de una legislación para un nuevo sistema político electoral.
Esta convocatoria no solo ha sorprendido al país político sino a la comunidad internacional, sobre todo en estos momentos cuando la crisis económica y social se agudiza y 80% de los venezolanos lucha por su subsistencia; sin embargo, no hay que equivocarse porque en el país se siente que la procesión va por dentro y dicen que la misma en algún momento pasa factura, en especial cuando uno menos se lo espera, pues el desconocer el grito de libertad y democracia tiene también sus consecuencias
No cabe la menor duda, que las negociaciones de Barbados y la convocatoria a elecciones acordadas para el 28 de julio pasado, dio esperanza a un pueblo que quería marcar el camino o el rumbo que querían para el país, a pesar de todas las consejas populares, acompañada también por la de los políticos, los analistas, los medios, etc, de que el gobierno si perdía las elecciones no entregaría el poder.
La verdad es que la gente de a pie y aún la propia base del madurismo querían un cambio político democrático y pacífico, así como probar si de verdad la oposición podía hacer un mejor gobierno y, eso lo escuchabas en la calle, en los mercados, etc, no obstante, la gente en lo profundo de su fuero interno tenía una pequeña esperanza de que el gobierno respetaría la voluntad popular.
También hay que reconocer que la oposición tuvo que hacer un gran esfuerzo para convencer a la gente de ir a votar, de la importancia del voto y su poder en manos de la gente y, en este andar estuvo la Plataforma Democrática y en especial, la gran campaña de MCM a la que se sumó Edmundo González y la razón del porqué de la enorme participación en medio de todas las condiciones adversas. La gente al final, tenía el convencimiento de que el gobierno con la palabra comprometida con la comunidad internacional, este la honraría, pero la realidad política muchas veces es muy cruel.
El gobierno con el 28J, dicen los analistas, dio un golpe mortal a los procesos electorales, sobre todo porque confirmó lo que toda la gente sospechaba pero no tenían la certeza: que si el resultado de las elecciones le fuera adverso no lo aceptarían. Ahora que la gente lo sabe, piensa ¿para qué ir a una elección si el gobierno no reconoce su derrota? Esta será la pregunta que se hará el país entero para participar en una posible elección en febrero o marzo. Una cosa es segura: la oposición oficial sí acudirá a esta o cualquiera que convoque a sabiendas de que nunca ganará y solo recibirá las migajas que le dan los dueños del poder para llamarse oposición y participar.
También es cierto que la opinión nacional está convencida de que, para legitimar el 28J, el gobierno está convocando elecciones para febrero o marzo. Lo que el país se pregunta, ante esta convocatoria electoral, es qué hará la oposición, ¿participará o no?, ¿habrá una base de razonamiento lógico y político que los convoque a participar?, ¿qué estimulará a la oposición para que participe si de antemano sabe que si el gobierno pierde lo arrebata? Ante esta brutal realidad política, ¿pesará aquello de que no hay que dejar espacios políticos?, ¿habrá unidad de criterio político de participación en la oposición en estas circunstancias?, ¿la oposición encontrará alguna diferencia entre este periodo constitucional que acaba de terminar y el que se inicia nuevamente con Maduro? Finalmente y quizás lo más importante, ¿si participa legitimará o no el arrebato del 28J? La respuesta a estas preguntas tiene la oposición que explicarlas al país porque de lo contrario se queda sola también.
Con esta convocatoria electoral para febrero o marzo, muchos piensan que el gobierno le puso una concha de mango a la oposición para ver si la pisan; otros, que puede ser un mecanismo para una negociación política esperando que la nueva administración americana dé los primeros pasos en su estrategia para enfrentar la crisis política y al gobierno venezolano. Lo que sí es previsible es que si deciden participar, esta será como las desoladas elecciones del fin de semana pasado para los jueces de paz, en el mejor de los casos. No obstante, lo que sí es una realidad es que, aunque parezca que el gobierno ha ganado esta partida de ajedrez, no hay que olvidar que un peón puede dar un jaque mate.
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