Cumpliendo lo prometido en la entrega anterior, volvemos hoy sobre el tema. Nos indica el Pequeño Larousse Ilustrado: Legar es dejar por testamento; pero también es transmitir cultura, ideas, costumbres. Por eso apuntábamos que un legado, o los legados, son susceptibles de transmitirse mediante bienes materiales e inmateriales.
Como es bien sabido, el hombre es sujeto y objeto de preocupaciones en los más amplios sentidos. Citemos, como una de las más socorridas, la salud. El deseo de vivir exento de dolores y, en procura de ello, prevenir y combatir las enfermedades, con lo cual es posible añadir años a la vida, y vivirla con salud, con energías.
Esta motivación, tan natural, nos lleva a ocuparnos, brevemente, de una muy importante figura humana como lo fue Luis Pasteur. Este hombre de nacionalidad francesa vivió durante el siglo XIX, no fue médico sino un ilustre biólogo y químico que, habiendo obtenido profundos conocimientos en estos dos ramos de la cultura médica, se dedicó a estudiar y experimentar con el sagrado propósito de hacer grandes aportes a la medicina. En su apasionada lucha contra las enfermedades contagiosas, descubrió que ellas eran producidas por gérmenes. Por esta razón se dedicó al campo de la Bacteriología, creando después la Microbiología.
Pasteur dedicó toda su vida, desinteresadamente, a procurar la salud y el bienestar de la humanidad. Indiscutiblemente, su vida fue pródiga, no pasó en vano, no pasó inadvertida. Con él se inició la era de las vacunas, una de ellas la antirrábica, cosecha suya. En razón de tan importantes legados que dejó a la Medicina y, con ello, a la humanidad, para hacer justicia a su memoria, en 1887, por suscripción popular de todos los países del mundo, fue creado en reconocimiento a su magna obra, el Instituto Pasteur, en París.
Vamos a ocuparnos, ahora, de un hombre muy nombrado y, aunque parezca extraño, poco conocido. Ese hombre es Cristóbal Colón. Nacido en Génova, puerto italiano ubicado frente al mar Mediterráneo. Nada de biografiarlo, queremos simplemente referirnos a sus propósitos, a su obra, y a sus logros, que son muy importantes legados. Cuenta la historia que Colón fue un sabio conocedor del mar, gracias al privilegiado lugar de nacimiento. Su propósito de llegar al continente asiático por una nueva vía tenía una motivación económica, cual era llegar al continente asiático por una nueva vía, y traer a Europa los requeridos y codiciados productos, como la porcelana, la seda y las especias.
En esa ansiada búsqueda, partió de las Canarias navegando siempre hacia el oeste y, más o menos, a los 18 días tuvo el inesperado encuentro de algo que no andaba buscando, unas tierras desconocidas, creyó que era la India, por eso a los raros habitantes que allí encontró los llamó indios. Se comprobó, tiempo más tarde, que esas extrañas tierras encontradas por Colón en su largo viaje, era un desconocido continente, hoy llamado América, el cual satisfactoriamente ocupamos como nuestro hogar grande. Por eso se afirma que Colón descubrió un nuevo mundo o, también, que completó el mundo y murió sin saber el invalorable legado que dejó.
Incuestionablemente, le fue imposible llevar a España los productos allá requeridos. Pero nosotros sí tuvimos la suerte de conocer y recibir lo que hoy forma nuestra dieta diaria: el maíz, el chocolate, el tomate, la papa, el aguacate y tantos otros; igualmente nos trajo un producto denominado el caucho, de múltiples usos industriales. Qué grandes legados nos dejó Cristóbal Colón. Cierro el círculo, quedan pendientes muy importantes valores humanos: Gandhi, Abraham Lincoln, Juana de Arco, Isabel la Católica, Magallanes, Fernando de Lesseps y tantos otros, que alguien se ocupará de ellos.