OPINIÓN

Dejar un legado (I)

por Eliseo Suárez Eliseo Suárez

Pero, ¿qué se entiende por legado? Consiste en uno o varios bienes materiales o inmateriales que una persona deja a otras. Puede ser voluntariamente, como en el caso de los testamentos en los cuales mediante un documento válido el testador asigna algunos bienes suyos a favor o en beneficio exclusivo de determinadas personas para que, después de su muerte, entren a disfrutarlos en propiedad; es como una orden expresa que deja del testador con fuerza de ley. También se transmiten bienes propios por voluntad expresa de la ley, como ocurre en el caso específico de las sucesiones donde los bienes pasan legalmente a los herederos del causante. En el primer caso estaríamos hablando de legado, mas no en el segundo, en el que la transmisión de bienes está estrictamente establecida en la ley.

Vamos, ahora, a tratar el tema en otro sentido. Amigos lectores, el preciado don de la vida que misteriosamente se nos concedió no es para distraerlo alegremente. La virtuosa Madre Teresa de Calcuta nos lo advirtió: “La vida pasa una sola vez”, trascendental mensaje que nos invita a reflexionar sobre el porqué y, sobre todo, el para qué de nuestra existencia.

Sí, señores, tras la vida del ser humano sus ejecutorias. Esas ejecutorias  son, naturalmente, producto del talento humano que, también, generosamente se nos concedió: las hay en las ciencias, en las artes y, en tantas obras tangibles e intangibles y especialmente en el buen actuar de las personas, si es ejemplar.

La historia nos da cuenta de grandes hombres. Grandes porque sus ejecutorias han sido grandes, e igualmente grandes e inmensos sus legados a la humanidad en variados aspectos. Como es imposible mencionarlos a todos y, más aún, intentar jerarquizarlos en cuanto su importancia, ocupémonos, simplemente, en citar algunos, entre los muchos. Pues si intentamos hacer una lista, siempre nos quedará inconclusa.

Vamos a citar, en esta entrega, a solo dos destacados valores de la humanidad. Mencionemos, en primer lugar, al eminente científico Albert Einstein nacido en Alemania, naturalizado suizo y más tarde estadounidense, por haber formulado la teoría de la relatividad. Sus profundos estudios analíticos le condujeron a descubrir que el universo no solo tiene tres dimensiones sino cuatro, ellas son: espacio, tiempo, altura y profundidad. Y que la dimensión tiempo es la que nos permite explicar la posición real de los cuerpos en el universo. Igualmente, lo llevó a explicar que la materia y la energía no son dos cosas distintas, sino una misma: la energía sería la materia evaporada, y, la materia la energía solidificada. Adicionalmente, descubrió que el mundo está gobernado por las leyes de causa y efecto. En gesto y reconocimiento a su inmensa obra le fue otorgado, en Estados Unidos, el premio Nobel de Física en 1921.

En otro aspecto, el grande e inmortal, don Miguel de Cervantes Saavedra, nacido en Alcalá de Henares, en 1547,  ciudad donde tuvo su asiento la célebre Universidad Complutense, fundada por el cardenal Cisneros.

Cervantes fue un hombre pobre en recursos materiales y así murió. Durante su vida no supo de alabanzas, y al referirse a él se le calificaba de viejo escritor, viejo soldado, pobre y abandonado, la suerte no le acompañó en vida. Se le conoce con el cognomento de “Manco de Lepanto”, pues siendo soldado de la Armada comandada por Juan de Austria, en la batalla de Lepanto (cristianos contra turcos) sufrió heridas que le inutilizaron su mano izquierda. Pero, fue de un privilegiado talento intelectual, escritor de novelas y de modestas obras para el teatro, pero su obra fundamental fue Don Quijote de La Mancha de gran notoriedad, y, por ello, se le ha hecho la consagración extraordinaria de creador individual de la literatura.

Nuestro gran escritor Arturo Uslar Pietri al referirse a la obra Don Quijote expresó: Este libro tiene un valor de eternidad; otro, creación genial, uno de los libros que más profundamente han calado en la condición humana. (Volveremos con una segunda entrega).

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