A propósito del mes de las damas, y pensando en los comienzos primaverales, me inspiré haciendo un recuento de lo que llevar un vientre puede significar. La capacidad natural de gestar, la elección intrínseca de hacerlo o no; la exigencia física, emocional y espiritual que demanda la gestación y lo irreversible de dicho proceso. Cavilo en la carga que implica un proceso de gestación tanto en masa como en mesa, siendo que se aumentará la materia física que se carga tanto como la que se ingiere.
Cada niña que anhela convertirse en mujer es un vientre, desde muy pequeña está gestando sueños, y se promete a sí misma crecer con prontitud para alcanzarlos. Considero que se es vientre tanto para lo bueno como también para lo malo. En la dimensión de lo material devolviendo vida a la tierra con hijos, y en el espacio espiritual gestando proyectos, sueños, ayudando a otros y siendo modelos de justicia, fe, esperanza y amor. Puesto que la maternidad nos visibiliza y hace de nosotras modelos dignos o indignos para seguir, se constituye en sí misma una gran responsabilidad.
En esta valiosa oportunidad pretendo dedicar mi intervención, a pesar del paso de los días, a todas aquellas damas que con valentía y esfuerzo hacen frente a la vida. Siendo fieles a sus principios en el día de la prueba y levantándose en tiempos de desánimo, desilusión o descrédito. Encomendando sus pasos y a los que aman al Creador, susurrando clamores mientras atienden todo a su paso y manifiestan el perdón frente a la desvaloración de los suyos. Todas ellas siembran semillas, esparcen flores primaverales todo el año, sacan sonrisas y secan lágrimas de desesperanza inyectando paz.
Una mujer tiene la gracia de construir o destruir todo a su paso, aprende a discernir la debilidad para cubrirla o traer desnudez del alma, eleva en confianza y seguridad o forja un mundo de frustración y miedo. Se esconde detrás de fragilidad sabiendo que no siempre será un buen día, y emerge de las sombras como guerrera peleando a los suyos. Asume responsabilidad donde otros huyen, y tiende la mano al que sufre desamparado. Es capaz de pararse en una línea de fuego, si considera que para resguardo y protección ha nacido; moriría por un ideal y será el mayor estorbo que te puedas encontrar en un camino de perdición, porque ella tratará de evitar a toda costa tu disolución.
Una mujer gestará los cambios cuando nadie la ve y mientras pocos perciban el peligro a ella se le encenderán todas las alarmas. Guardará silencio no por falta de criterio sino por prudencia y vindicará su casa con esfuerzo. Renovará sus pactos de tanto en tanto, haciendo memoria de victorias previas, tomará detalles como símbolos profundos y guardará las fotos en lugar de tesoros. Cuando su cabeza pinte canas y el vientre luzca flácido, ella pasará tiempo con las más jóvenes y recomendará la paciencia como una consejera fiel.
@alelinssey20