Pensar en la política actual sin ver hacia al pasado, para saber y aprender cómo llegamos a forjar la democracia, es inventar y repetir errores. Por ello hoy haré un recorrido de cómo, en ese tiempo, las elecciones presidenciales eran de segundo y hasta tercer grado. Solemos olvidar ese dato porque todavía creemos que el sufragio universal, directo y secreto fue el derecho de los venezolanos desde siempre. Antes de la Revolución de Octubre de 1945 ocurre un hecho excepcional, inédito, novedoso en toda nuestra historia republicana: se abolió el hecho de que fuese el Congreso Nacional el que eligiese al presidente de la República. Los enemigos de la soberanía popular ofrecieron una feroz resistencia y una larga dictadura se impuso hasta caer en 1958. De ahí hasta finalizar el siglo, se hicieron las elecciones presidenciales cada cinco años, evolucionando a las regionales y separando luego las parlamentarias.
De igual manera, olvidamos que esos comicios quinquenales eran puntuales, sin reelección inmediata. El gobierno no podía cambiar, retrasar ni adelantar la fecha a su real antojo, por mucho que la izquierda insurreccional y la derecha golpista, limpiamente combatida, intentaran sabotear violentamente los comicios. Este fue el origen y la conveniencia del Plan República, porque a tiros trataron de que no se hiciese la consulta popular. Plan que se convirtió en una mera formalidad con el tiempo, siendo cada vez más innecesario. El organismo electoral lució más imparcial, eficiente, transparente, pulcro y rápido. Y tanto que reconoció el triunfo en 1998 de Hugo Chávez, ya lejano, remoto: anteriormente impensable que 25 años después, él y su sucesor sigan protagonizando el escenario político.
E impensable es también que hubiese un presidente en funciones fuese al mismo tiempo candidato presidencial, porque sencillamente eso no ocurría, y, sin embargo, podía ser denunciado, como llegó a ocurrir. Para eso había un parlamento capaz de investigar y, algo fundamentalísimo en una democracia, había libertad de expresión. Prensa escrita, radio y televisión libres acarreándole un elevado costo político a las fuerzas oficialistas. Al iniciarse el período de campaña electoral, también era posible para todos los aspirantes presidenciales y los partidos que le apoyaban, emplear libremente la propaganda y la publicidad, editar y pegar sus afiches, emplear un determinado espacio en las emisoras radiales y televisivas del sector público que debían competir lealmente con las del sector privado de la economía. Compárese cada uno de estos elementos con lo que ha ocurrido por todos estos años.
Además, los más jóvenes pueden indagar con los adultos de la casa sobre el ambiente de alegría, fiesta, confianza de los comicios de antes si se les compara con los de estos tiempos que, desde el poder, solo generan tensiones, angustias, desplantes, insultos,. Y el único respiro que encuentra la gente frente a las amarguras del gobierno, son los eventos que protagoniza el candidato presidencial de la oposición: Edmundo González. Genera expectativas favorables, esperanza, serenidad, confianza, alegría, sanas emociones de unidad y solidaridad. Contra todo cálculo y pronóstico oficialista, el resto de los aspirantes presidenciales dizque de oposición, no existen en ninguno de los estudios de opinión o de sondeos. El de la oposición es un ambiente de optimismo que, a veces, pareciera de un mero triunfalismo como fervientemente lo desea el parido oficial.
Acercándonos a la fecha, cargados de un tono emocional muy fuerte, llenos de incertidumbre ―muchas veces por falta de información o de conocimiento de cómo realmente va el proceso― y a la vez, cargados de expectativas positivas, de esperanza que nos lleven a generar un cambio para poder retomar el camino democrático, que en resumidas cuentas es lo que queremos. Fervientemente, deseamos tener acceso a una mejor forma de vivir, con plenas libertades, fruto de nuestro esfuerzo, y con la posibilidad de una deseada reunificación familiar, pues la separación le hizo demasiado daño a la sociedad venezolana. Tenemos que tener claro que esto es posible si todos salimos de manera masiva y democrática a ejercer nuestro derecho al voto.
Nuestra conducta desde hoy hasta el día de las elecciones será: insistir en participar con un voto libre, no controlado; resistir los ataques y trabas que puedan ocurrir desde hoy hasta el propio 28 de julio; y, ese día, persistir en vigilar los centros de votación para que nuestros votos tengan peso en los resultados favorables a Venezuela.
IG; X:@freddyamarcano
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