Una señora me preguntaba, una y otra vez en mis redes, qué hacer, porque su hija, de apenas 12 años, veía pornografía. Normalmente, es muy común que los adolescentes vean pornografía. Y lo triste es que también lo hagan niños pequeños, a pesar de todo lo que dicen las autoridades y los dueños de estas grandes plataformas. Internet está inundado de pornografía.
No tengo que decirle lo dañino que es para un niño pequeño. Esto crea confusión y recibe a destiempo una mala educación sexual, entre muchas cosas más. Pero es muy diferente hablar de un niño viendo pornografía a un adolescente. Realmente, a los adolescentes no se la debemos prohibir. Más bien deberíamos educarlos y explicarles que la pornografía no es más que una caricatura de la sexualidad, ya que es un sexo no relacional, sin vínculo, ni intimidad afectiva. Se ve la mujer como un simple objeto de placer, se le denigra, humilla y golpea. Está todo distorsionado: penes enormes, relaciones que duran horas y siempre los cuerpos son perfectos… Pero lo más triste es que el afecto desaparece. Debemos hablar de todo esto con los adolescentes, para que sepan que la sexualidad es algo hermoso, e implica respeto por el otro, amor, ternura, caricias. En fin, es una relación emocional, afectiva.
En los niños más pequeños, la situación es más peligrosa, ya que también, en muchas películas de este tipo, no solo pasa todo lo que mencioné antes, sino que también muestran orgías, relaciones de lesbianas, homosexuales, tríos, agresividad, etcétera. Esto solo logra que el niño se confunda. Y si no encuentra a quién preguntar sobre lo que está viendo, no entiende lo que es una relación amorosa.
Al adolescente no debe prohibírsele, porque lo hará como quiera y no lo dirá. Sus amigos están en eso y seguro que le dijeron dónde verla. Él desea saber en qué consisten las relaciones sexuales, pero al ser la pornografía una distorsión de la sexualidad, solo va a lograr excitarse, pero al mismo tiempo maleducarse, sexualmente hablando.
El adolescente debe ser educado sobre las implicaciones del acto sexual y la responsabilidad, ya que puede dar como resultado un embarazo no deseado y a destiempo, infecciones de transmisión sexual, una herida emocional, si de quien se enamora lo abandona. En fin, esto no es un juego. De ahí la importancia de educar sexualmente.
Hable con naturalidad sobre sexualidad con sus hijos y edúquese usted también. Nadie puede dar lo que no tiene. Discuta sobre la pornografía y explique las consecuencias de la mala educación sexual que está recibiendo. Si dice que no para de ver este tipo de películas, debe estar atenta a si su hija está siendo abusada sexualmente. Esto la hipersexualiza y puede explicar que vea mucha pornografía.
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