“No podemos resolver nuestros problemas con el mismo pensamiento que usamos cuando los creamos”. Albert Einstein
La designación de Marco Rubio como secretario de Estado por parte del presidente electo del imperio, Donald Trump, anticipa un cambio drástico en la política estadounidense hacia latinoamericana, digo esto, con base en la férrea actitud del designado hacia regímenes como el de Cuba, país del cual son sus ancestros, Nicaragua y, por supuesto, Venezuela, nuestra nación, para cuyo régimen ha tenido serias consideraciones en los últimos días. Resulta que Rubio es una de las voces de Washington que mejor conoce los riesgos, por ejemplo, que los regímenes de La Habana y de Caracas representan para el hemisferio, en ese sentido ha sido un feroz oponente de la tendencia de la administración Biden a negociar con Nicolás Maduro y a hacerlo ganar tiempo y espacio con esas negociaciones, entiéndase, México, Barbados. Pues, en ese sentido, se habría acabado el pan de piquito. Como dirían en mi linda Barinas, cuando ronca tire no hay burro con reumatismo, y vaya que por estos lares conocen bien el rugido de quien será la cara y voz de los gringos en el globo terráqueo.
Muy pocas personas conocen la función del Secretario de Estado de los Estados Unidos, equivalente a la figura de canciller que conocemos en nuestro país. Desde ese despacho, personalidades como John Jay, Colin Powell, Condoleezza Rice, Hillary Clinton, Mike Pompeo, Antony Blinken, entre otros, se han encargado de ejecutar la política exterior de Estados Unidos. Siendo el caso, que el titular de ese Despacho es uno de los miembros de más alto rango del gabinete del presidente y ocupa el primer lugar en la línea de sucesión presidencial de los Estados Unidos. ¡Una pelusa! Existen realizaciones memorables de Secretarios de Estado. Recordemos que Hillary Clinton, ocupando ese cargo, revelo cómo la Casa Blanca hizo una operación que acabó con la vida de Bin Laden. Hillary, fue quien anunció el 2 de mayo de 2011, que unidades de élite de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos habían abatido al temido terrorista en el transcurso de un tiroteo en Abbottabad, Pakistán. Ese tipo de operaciones estarían bajo el rango de acción de n Secretario de Estado, así que imagínense que pudiese disponer Rubio visto que hay unos cuanto requeridos de la justicia gringa por estos lares.
En el caso específico de Venezuela, Marco Rubio ha sido una de las voces más duras contra el régimen de Nicolás Maduro, impulsando sanciones y presionando para derrocarlo, no de ahora, desde hace mucho tiempo. A través de su influencia, persuadió al catire Trump en 2019 para que adoptara sanciones más severas contra Venezuela, con la esperanza de que estas medidas debilitaran el poder de Maduro. Aunque la estrategia no logró su objetivo final, Rubio ha mantenido una postura de “esperanza vigilante”. Está convencido de que es solo cuestión de tiempo que el régimen de Maduro colapse y así lo anticipó tan pronto se conocieron los resultados de los recientes comicios en el coloso del norte. Algo como para quitar el sueño en la antilla mayor, Rubio es descendiente de una familia cubanoamericana y es conocido por ser un ferviente opositor de cualquier intento de suavizar las relaciones con el gobierno cubano. Como es lógico esperar, con su nueva posición en el Departamento de Estado, se espera que continúe promoviendo políticas de presión hacia La Habana y otros gobiernos de la región que él considera una amenaza para la democracia, incluida Venezuela.
En unas declaraciones, Antonio María Delgado, del diario El Nuevo Herald, afirmó: “La nominación de Marco Rubio como secretario de Estado por parte del presidente electo Donald Trump augura un cambio drástico en la política estadounidense hacia Venezuela. Durante años, el senador cubanoamericano ha estado abogando a favor de que Estados Unidos deje de lado los guantes de seda a la hora de lidiar con lo que describe como una dictadura cruel dirigida por un cartel de drogas”. Ante la conducta reflejada entre líneas por esas palabras, es que han surgido inquietudes y preocupaciones, por no decir angustias y pesares, en la cúpula del régimen, al punto que han bajado el tono de su narrativa altisonante. Imagínense, si estos efectos se han generado sin ser gobierno, cuando lo sean, después del 20 de enero, el panorama para el régimen sería color de hormiga, si es que aún continúan en la escena política, porque indudablemente, soportes financieros como el que les da Chevron desaparecería con un efecto devastador para el régimen.
Esa dura posición de Rubio contra del régimen de Maduro, que ha incluido severos cuestionamientos en torno al contexto postelectoral, es avalada por senadores estadounidenses como Tim Kaine, Rick Scott, Dick Durbin, Bill Cassidy y Michael Bennet, así como por los representantes Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar y Carlos Giménez, quienes emitieron un comunicado condenando el esquema fraudulento que generó el complejo contexto electoral tras los comicios del 28J, en ese comunicado, afirman: “El dictador Maduro y sus secuaces en el desacreditado Tribunal Supremo de Justicia están, como se esperaba, optando por validar un fraude masivo. Todas las democracias del mundo tienen el deber moral de oponerse a esta agresión. Esto no se trata de ideología política, se trata de defender la voluntad del pueblo venezolano que votó abrumadoramente por Edmundo González como su presidente electo, bajo el liderazgo de la líder opositora María Corina Machado, y quien debe juramentarse el 10 de enero de 2025. Estados Unidos debe utilizar todas las autoridades disponibles para exigir la rendición de cuentas a aquellos responsables de este acto antidemocrático e ilegítimo”. Ante ese comunicado, cabe decir lo que se escucha por frecuencia por estas calles, se están alineando los astros… y, dicho sea de paso, sin crear en la astrología, como que efectivamente se están alineando los astros en favor de la democracia, la libertad, la justicia, y, con esta última, la rendición de cuentas. Tic tac tic tac
En cuanto a capacidad, la experiencia de Rubio en el Comité de Relaciones Exteriores y el Comité de Inteligencia del Senado le ha dado una perspectiva amplia sobre las amenazas globales y la importancia de una respuesta unificada en materia de política exterior. Claro, su desafío será adaptar sus posturas más tradicionales a una política exterior que, bajo el liderazgo de Trump, equilibre la defensa de intereses nacionales con la reducción de intervenciones militares, lo cual no descarta el uso de vías de fuerza, tipo la propuesta por Erick Prince. Entonces, esperemos que quien va ir al Edificio Harry S. Truman, en Washington D. C., descuelle en la materialización de acciones favorables para la democracia, la libertad y el bienestar.
@robertveraz