OPINIÓN

De revoluciones, derechos humanos y Tarek William Saab

por Carlos Ojeda Carlos Ojeda
ocho policías, El Nacional

AFP

Mí limitada lectura y formación intelectual en los últimos años llegó a su fin, gracias a los buenos oficios de Miguel Henrique Otero, quien muy a pesar de todas las distancias que nos separan, me entrega diaria y amablemente vía digital infinidades de libros y publicaciones que jamás podría adquirir con los pocos recursos económicos que genero en esta Venezuela donde muchos sufrimos las consecuencias de la debacle económica. Incentivo para quien, desde la provincia venezolana, siente que es un estímulo participar con sus pequeños aportes de opinión en el rescate de los valores que forjan nuestras identidades. Ética, moral y ese compromiso intrínseco de poder contribuir a formar una gran nación.

El leer y releer clásicos de la literatura me ha aleccionado para influir en mis escritos sobre la importancia de los libros en la formación integral de todos. Desde los poemas de Neruda hasta La piedra que era de Cristo de Miguel Otero Silva. Desde el Recetario Navideño de Doña Tita hasta Medio siglo de Borges de Mario Vargas Llosa,  han reeditado la influencia que Verne,  Wilde, Poe y Mark Twain me causaron desde niño.

Resuena en mi mente la frase de Emily Dickinson: “Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”. De esa limitada formación e instrucción casera son culpables mis  padres, ambos maestros de escuela. Ellos también cometieron el error de enseñarme – entre otras tantas cosas- a leer sobre política, derechos civiles y ciudadanos, e incluso intentar siempre defender lo que nuestro corazón considerara una injusticia y a vivir aprendiendo. No he aprendido a ser político, ni deshonesto ni siquiera he aprendido a escribir bien. Aprendí a diferenciar cuando algo está bien y cuando está  mal.

En una reciente transmisión por la televisión venezolana, me impactó enormemente las declaraciones del fiscal general al referirse, luego de mencionar cumplirse los 22 años de la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en diciembre de 1999, los grandes avances que en materia de derechos humanos se han logrado. A los 73 años de la declaración universal promulgada por la ONU un 10 de diciembre,  el comentar sobre la realidad estadística y matemática en Venezuela fue sin duda lo que más me llamó la atención. Y me explico:

Agentes de seguridad del estado     Civiles                Total

Imputados   820 (95 %)               40 (5%)              860 (100%)

Privados de libertad  582 (95%)     2 (5%)               614 (100%)

Acusados    1.108 (88 %)              158 (12%)           1.266 (100%)

Condenados    210

Luego de cuatro lustros y medio en los que el pueblo venezolano expresó mayoritariamente su voluntad de querer un país más justo, se reflejan esas cifras. Es decir, la carta magna que tenía el objetivo y la misión de cambiar nuestras estructuras socio políticas, para impulsar la economía y acentuar el pensamiento bolivariano en cuanto a las libertades civiles, sucumbió ante “la realidad estadística y matemática” (Tarek William dixit), en la que los funcionarios de seguridad son 90% más corruptos que los civiles.

Es decir, ese hombre nuevo pleno de ética y moral, que complementaría los valores democráticos y civiles de los héroes de la patria, claudicó ante las estadísticas que reflejan la violación de los derechos del pueblo. O sea, que la revolución que le entregaría el mando al ciudadano, a las organizaciones civiles y a los más desasistidos en materia social, fue un fiasco. Los pobres son las peores y más frecuentes víctimas de la inmoralidad y del abuso de funcionarios del orden público (civiles y militares) formados sin valores humanitarios, sin el deseo de servir, sin el deseo de ayudar, y sin el mínimo deseo de contribuir a construir esa nación solidaria donde priva el bienestar colectivo por encima de las ambiciones privadas.

Es decir, que hoy luce como un fraude la utopía imaginaria, que existía en la mente de ese romántico soñador que fue el comandante, como la excusa perfecta para quienes nunca tuvieron la intención de formar ciudadanos. Quedó en el olvido el hombre nuevo, quedó en discurso, en palabras vacías, en nada.

Doctor Saab, no tengo el honor ni el placer de conocerle. Pero tengo necesariamente que halagar ese pequeño segmento de su trabajo realizado. Le felicito por tanto esfuerzo, con el que demuestra su buena intención- por extirpar de la sociedad el virus que más daño le ha hecho. El del abuso de poder y el enriquecimiento ilícito. Suerte, poeta. “Solo en la oscuridad puedes ver las estrellas». Martin Luther King.

Se busca un héroe patriota. Pago con narrar su historia.

@CarluchoOJEDA