“Los profesores hemos asumido, desde hace varios años, los costos de la universidad. Gano 4 dólares mensuales. Así no se puede vivir. Han quedado atrás los ascensos, las tesis de maestría y doctorado, los concursos de oposición. Los directores de Escuela hacen trabajos de bedel y no deben hacerlo”. Profesor Ricardo Ramírez Requena. Escuela de Letras de la UCV. La voz desgarradora de un profesor universitario. https://wwweleazarnarvaez.blogspot.com/2021/01/la-voz-desgarradora-de-un-profesor.html
Aquí, en la Venezuela de hoy. Bajo un régimen usurpador e indolente que ha arrasado con casi todo. Incluso con la vida digna, a la cual tiene derecho todo ser humano. Un derecho fundamental que, no obstante, ahora se le niega al profesorado y a todos los trabajadores con sueldos y salarios de hambre, condenados a vivir inmisericordemente en condiciones tan precarias que no les permiten cubrir sus necesidades primordiales.
Si la gran mayoría de los profesores de nuestras universidades públicas tienen en la actualidad una remuneración mensual promedio inferior a 5 dólares, entonces es obligado preguntarse de qué viven o con qué recursos sobreviven en todo caso quienes no disponen de alguna reserva económica propia. Es lo que nos preguntamos y nos preguntan regularmente cuando uno habla sobre el tema. Tanto aquí en el país, como más allá de nuestras fronteras.
Los casos, por supuesto, son distintos en términos generales. Son diversos los factores que entran en juego en cada uno. Sin embargo, hay un elemento en común importante que cabe destacar en una parte de ese conjunto. Es el auxilio en divisas extranjeras que algunos profesores reciben de familiares y hasta de amigos que residen en el país o en el exterior. Algo mucho más que una verdadera bendición para sus beneficiarios, diríamos. En un contexto nacional en el cual el régimen estimula y profundiza la dolarización, y anuncia públicamente su decisión de revivir digitalmente a un bolívar prácticamente muerto, una moneda con una insignificante o nula capacidad adquisitiva.
¿Son muchos los profesores que reciben esa ayuda en dólares? ¿Son pocos? No lo sabemos. Habría que precisarlos. Lo cierto es que los hay, y es de suponer que son unos cuantos. Y es de suponer también que algunos de ellos podrían incluso tener los ingresos extras que otros de sus colegas obtienen con los bonos del llamado sistema Patria, o bien con la realización de una u otra actividad online afín a su profesión, o con el desempeño de ciertos oficios ajenos a lo que ha sido el desarrollo de su carrera académica. En fin, toda una variedad de ingresos adicionales por la vía del rebusque y del “reinventarse” a toda costa que está de moda ahora, para poder medio sobrevivir en un país con una economía hiperinflacionaria tan endemoniadamente absorbente y depredadora.
Sí, apenas para medio sobrevivir. Para eso les alcanza a quienes cuentan con todos o algunos de esos ingresos extras. Para comprar algo de comida y quizás para sufragar parte de los gastos de los pésimos servicios públicos que reciben. Es bastante difícil que estén en capacidad de comprar uno u otro medicamento costoso, o de responder a gastos mayores por problemas de salud. Tal como es registrado dolorosamente en diferentes redes, con los recurrentes llamados solidarios de apoyo para los profesores o para algún miembro de su núcleo familiar.
En esas condiciones tan precarias, ¿acaso puede el profesorado seguir cargando sobre sus hombros una porción importante del financiamiento de la educación universitaria? Sin contar con los recursos necesarios para una vida digna, ¿realmente está en capacidad de realizar adecuadamente sus obligaciones laborales, bien sea a distancia o en la modalidad presencial? Luce poco probable.
Lo que cabe esperar es que ello afecte negativamente el ansiado reinicio de actividades en nuestras casas de estudio. Con menguada presencia profesoral. Con ausencia considerable del resto del personal universitario y escasos estudiantes. Sin duda, el régimen usurpador de Maduro, temeroso de una universidad abierta y funcionando a plenitud, será el verdadero responsable de lo que en el fondo se podría traducir en un severo golpe al derecho a la educación en nuestro país. La responsabilidad no es de los profesores.
A propósito de eso, la FAPUV, al declarar la emergencia laboral en las universidades, con fecha del 2 de marzo de 2021, expresa de modo contundente:
“En Venezuela no hay garantía de regreso a clases bajo ninguna modalidad. Al no remunerar el trabajo, el Estado ha roto unilateralmente la relación de trabajo, razón por la cual declaramos la emergencia laboral en las universidades venezolanas y llamamos a nuestros agremiados a no aceptar trabajar en condiciones de oprobio, ni bajo amenaza. Las asociaciones de profesores defenderán a cada profesor que manifieste su imposibilidad de cumplir con su labor académica en las actuales condiciones…Ratificamos que el derecho al estudio es una responsabilidad del Estado venezolano, el cual debe garantizar las condiciones indispensables a las instituciones, los estudiantes, los profesores y demás trabajadores, para una educación de calidad…”
@eleazarnarvaez