OPINIÓN

¿De qué se queja el que le vende el alma al diablo?

por Luis Guillermo Echeverri Vélez Luis Guillermo Echeverri Vélez

A mí me enseñaron que el que miente, roba, y el que roba siempre es un cobarde. Y aquí muchos de los que se ufanan de ser líderes, viven en el engaño propio, de que se puede jugar con el bien y con el mal al mismo tiempo.
De El Diario de Frank, de Bernardo Vélez Isaza, publicado en 1953: “¿De qué le sirven al hombre la civilización y la cultura de que alardea, si se revuelca en el fango de la infamia y la degeneración?… Hoy el mundo está dividido en dos bandos opuestos e irreconciliables: civilización cristiana y comunismo. Colocarse en el centro equivale a tomar una posición falsa y absurda, en la que es imposible guardar el equilibrio. Hay hombres que encienden una vela a Dios y otra al diablo. Si se ven obligados a definirse, apagan la de Dios…”

Para que una democracia sea operativa y no un telón detrás del cual todo se vale, la legalidad debe estar totalmente alinderada, y enmarcar todo el acontecer sociopolítico y económico de la nación.

Lo que no funciona y no se debe hacer nunca es utilizar la democracia para encubrir delincuentes y validar la criminalidad al otorgar impunidad a organizaciones e individuos que eligen el crimen como forma de vida, y luego exigen reconocimiento legal, social, político, económico y un estatus que los presente como el ejemplo a seguir.

No se vale eso de dialogar, negociar ni validar a quienes oficialmente o de forma enmascarada representan el crimen organizado, la cleptocracia que gobierna, la cultura mafiosa y la ideología narco-comunista bajo la cual el terrorismo controla gran parte del territorio y el devenir nacional.

Consentir y acomodarse a cogobernar con criminales es engañar y condenar a la desigualdad, la inequidad y el empobrecimiento a la gente indefensa.

Cómo se explica uno que haya “personajes” que por conveniencia se hacen clasificar como líderes de oposición y con tal de figurar se presten para la validación de criminales y bufones mediáticos. ¿No es eso tan contraproducente socialmente como venderle el alma al diablo?

Cuando una sociedad es cómplice de la delincuencia pierde sus valores, la integridad y la fuerza de su institucionalidad democrática. Tiene un grave problema cultural que si no corrige está condenada a que la gobiernen y la representen criminales y sus organizaciones.

El movimiento globalista que impone las agendas minoritarias a las mayorías es propio del mal llamado progresismo, que es lo más distante al interés general de las naciones, y es lo más opuesto a la globalización del conocimiento humano que es lo que paradójicamente ha llevado nuestra civilización a avanzar más en los últimos 25 años que en los últimos 3 milenios.

Lo que hoy se vive y se padece en materia de atraso y deterioro socioeconómico en nuestra región no es izquierda socialista, es terrorismo narco-comunista modelo siglo XXI, que esclaviza en la pobreza a millones de seres humanos mientras promueve la formación de capitales ilegales.

Los líderes que hoy alcahuetean y no son capaces de enfrentar al crimen organizado y a quienes lo representan, son los mismos que dejaron narcotizar las fronteras con Venezuela, Ecuador y con ambos océanos, pues de sus posiciones mamertas solo emana lo que va atado a su propia conveniencia, a sus intereses individuales, a sus ambiciones de fama, poder o riqueza.

Qué se puede esperar en un país donde el presidente ondea la bandera del M-19 y un ministro luce el uniforme político de las FARC-EP, organizaciones criminales narcoterroristas que utilizaron el engaño a la democracia para hacerse al poder y que están dedicadas a la destrucción de todos los principios y valores fundacionales de la nación.
¿No está hoy el país vendiéndole el alma al diablo al alinearse con los Estados controlados por el terrorismo y correr voluntariamente el lindero de la soberanía y legalidad democrática para fortalecer una unidad ideológica opresora con el narcoestado vecino manejado por un tirano y toda clase de maleantes?

Los problemas no se arreglan solos. Ya quedó claro en Venezuela que una elección se la roban y no pasa nada. Aquí y allí estamos en manos de una chusma criminal que lamentablemente solo comprende su propio aterrador lenguaje e instrumento: “dar chumbimba”.

La región entera no tendrá libertad de ningún tipo hasta que la ciudadanía no se vea obligada a organizarse en una resistencia que pueda combatir la tiranía y el crimen organizado, recuperar el sistema democrático y las libertades económicas y no tengamos un sistema judicial que ofrezca garantías de legalidad y unas fuerzas armadas capaces de hacer valer la Constitución y las leyes.