OPINIÓN

¿De qué dialogarán en México?

por Antonio Ledezma Antonio Ledezma

Se viene anunciando, con bombos y platillos, otro diálogo más entre la directiva del famoso G4, que asume autoritariamente la representación de los venezolanos, y los emisarios de Maduro, cabeza visible de la narcotiranía que secuestra a las instituciones públicas del país y mantiene sometidos a millones de seres humanos. Esta vez la sede del reciclado diálogo será en la hermana República de México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, es, sin que quepa la menor duda, un aliado del Foro de Sao Paulo y firmante de la Agenda de Puebla que busca camuflar los puntos que definen los propósitos de los socios de esa internacional del populismo, cruzados con comunistas, que tienen en La Habana a sus auténticos titiriteros.

Así tenemos, de entrada, que el lugar donde se montará y, en consecuencia, se servirá la mesa -para que ambas delegaciones puedan intercambiar puntos de vistas- y así, supuestamente, trazar una ruta que permita encontrar la salida para dejar atrás la pavorosa catástrofe que estremece a Venezuela, será México, el país que controla un pana de Maduro; pero en donde además están instalados a sus anchas, muchos personajes que se hicieron de colosales fortunas, tal como lo ha venido denunciando, con lujos de detalles, el exgobernador del estado Bolívar Andrés Velázquez. En la tierra de los mariachis y del tequila maniobran los que secundan a Alex Saab en las operaciones financieras que triangulan con Rusia, Hong Kong, Turquía e Irán. Y si no saben todos los entresijos de ese negoción que se hace a expensas de las moribundas finanzas venezolanas, lean el libro escrito por Gerardo Reyes Copello, acucioso periodista investigador que realiza una minuciosa pesquisa, para terminar contando toda la verdad sobre el testaferro barranquillero y sus habilidades para articular las transacciones con el oro ensangrentado que sacan del Arco Minero y de las estafas con la comida que se adquiría con sobreprecios y sobrefacturaciones, además de que, en buena medida, esos alimentos estaban descompuestos.

Uno de los emisarios de Maduro para que lo represente en México es su psiquiatra preferido, Jorge Rodríguez, de quien se sabe se mueve como canoa ligerita en las aguas del lago de Xochimilco, en donde cuenta con sus propias chinampas. Es evidente que Maduro y su corporación criminal, comenzando, ya tienen una clara ventaja controlando la zona acordada para el diálogo entre guacamoles.

Mientras tanto, desde los altos niveles del gobierno de Estados Unidos miran desde lejos ese renovado método dialoguista, en el que Maduro va, fundamentalmente, a buscar que le levanten las sanciones a él y a sus socios del Cartel de los Soles, a los estafadores que están siendo detenidos por actos grotescos de corrupción, como es el caso de los que se enriquecieron comprando comida que estaba descompuesta o dejaron podrir en los contenedores, los que se robaron los millones de dólares destinados para construir y equipar hospitales, los que saquearon al Banco Central, Pdvsa y traficaron con las montañas de billetes verdes de Cadivi, y lo más grueso, lograr desviar el curso del proceso en la Corte Penal Internacional, en dónde, más temprano que tarde, serán juzgados por crímenes de lesa humanidad. Tengamos presente que Maduro instruyó a su fiscal de facto acusar en La Haya, al gobierno de Estados Unidos como “perpetrador de crímenes de lesa humanidad en Venezuela”. Porque según Maduro, “las sanciones son la causa de la tragedia humanitaria que ha matado a niños de hambre y se ha llevado por delante la existencia de enfermos renales”, por ejemplo. ¡Qué descaro tan grande!

Son las tácticas diseñadas por sus tutores cubanos. Siempre apuntan al enemigo externo, en este caso al constantemente tiroteado imperio estadounidense. Ahora resulta que todas las escaseces que padecen los venezolanos es por culpa de las sanciones. Ellos no arruinaron a Pdvsa, no fueron los que despidieron a más de 22.000 trabajadores de esa industria, ellos no aplicaron la Ley de Tierras que dio pie a las invasiones y expropiaciones, en definitiva, ellos no han matado ni torturado ni a una mosca. ¡Cinismo rancio!

Maduro se las ha arreglado para arrastrar los pies, ganando más tiempo, para que el fulano diálogo de México se retrase cuanto sea posible. Todo con la aviesa intención de que el mismo se verifique en fecha lo más próxima posible al día, ya determinado en su calendario electoral, para los comicios regionales: 21 de noviembre. Lo cierto es que esta nueva parodia nos agarra en condiciones más desventajosas que las que imperaban para mayo de 2019, cuando se montó el diálogo de Barbados. Ahora hay un gobierno diferente en Estados Unidos, solidario con nuestra causa, pero con sus propias tonalidades. Ahora el Grupo de Lima se está desmoronando porque hacen su trabajo los aliados del Foro de Sao Paulo, con nuevos gobiernos como son los casos de Argentina, México, Perú y Bolivia. Mientras avanzan sus huestes en Chile, Colombia y Brasil. Ya no se dan las multitudinarias manifestaciones que acompañaban a Juan Guaidó en aquellos meses de tanta fuerza popular en las calles de Venezuela.

Otro hecho diferenciador es que la unidad está, ahora, resquebrajada porque Maduro, con la asesoría cubana, ha logrado infiltrar a los cuadros directivos de la oposición venezolana. Eso es más que descarado.

Nos queda un activo vivo y es el reconocimiento de algunos gobiernos de la comunidad internacional de situar a Juan Guaidó como interlocutor válido. Pero esa es otra de las presas que Maduro quiere atrapar para descuartizarla, esta vez con el apoyo secundario de factores de la oposición que están dejando a Guaidó debilitado antes de que su delegación se siente a dialogar en México. ¿Por qué decimos esto? Porque la pregunta que me salta de la angustia por Venezuela y su futuro es ¿de qué van a dialogar si ya todo está arreglado y bien atado?

  1. Una directiva del CNE designada a espaldas de Juan Guaidó (según lo dicho por el propio Guaidó).
  2. Fecha de elecciones regionales fijada para el 21 de noviembre.
  3. Feria de candidatos a gobernaciones y alcaldías con aspirantes que pasan por encima de los directivos de los partidos, lo cual me hace suponer que: o es una puesta en escena para esconder los verdaderos preacuerdos o es que los directivos de esos partidos políticos no tienen capacidad de controlar a sus dirigidos, lo cual habla muy mal de todos ellos.

Dentro de todo este cuadro pesimista surge una posibilidad que nos refrescaría la esperanza, y no es otra que una nueva conducción política con personas verdaderamente comprometidas con la idea suprema de liberar a Venezuela. Porque sin liberarnos de esa corporación criminal, olvidémonos de democracia, pensamiento libre y de recuperación económica para dejar atrás la pobreza que se traga a más de 90% de la población nacional y que amenaza con incrementar el grueso de la diáspora que ya es de por sí alarmante. Dicho de otra manera, si no salimos de esa mafia no se cerrarán las cárceles, porque así como liberan a unos presos hoy, mañana encarcelan a otros más. No habrá capacidad para invertir porque no existirá seguridad jurídica, propiedad privada, ni libertad de expresión. Esa es mi opinión.

@alcaldeledezma