“En verdad, mentir es un vicio maldito. No somos hombres y no nos tenemos los unos a los otros más que por la palabra. Si conociéramos el horror y el peso de la mentira, la perseguiríamos, tea en mano, más que otros crímenes”. Montaigne (Ensayos, Libro I, Capítulo IX).
Cada día el régimen informa, y oficializa al hacerlo, la marcha del covid-19, que por cierto pareciera lenta pero en sostenido aumento y siempre perniciosa. Maduro o los hermanos Rodríguez cuentan los contagios y decesos, pero distinguen entre los enfermos a aquellos venezolanos que ellos refieren como de regreso al país pero inficionados del terrible virus. Son los importados y valga ese dejo peyorativo. Los otros son comunitarios y se les relaciona como connatural nada más.
Los que regresan de Brasil, Perú, Ecuador, Chile, Colombia y España son vistos y asumidos como peligrosos, segregados, señalados como bioterroristas entre otros epítetos insultantes. Hasta un sacerdote olvidó aquello de la solidaridad y de la caridad.
Vienen a pie desde los más remotos parajes, porque no hay trabajo ni consideración mínima para ellos. Xenofobia de por medio, vuelven a su país, al que dejaron sin que ello signifique que dejaron de ser conciudadanos nuestros. Se lanzaron su aventura para responder a la crisis que los empujó a buscar en lo obscuro, en lo difícil, en lo trágico incluso. No fue por placer ni por frivolidad, sino todo lo contrario.
No nos son ajenos. Un distinguido médico y gastroenterólogo me comentaba que importados eran los peloteros que venían a nuestros torneos para reforzar los equipos locales, pero se preguntaba molesto cómo y por qué llamarlos de esa manera. Le expliqué que deseaban diferenciarlos por el origen del contagio e insistió: ¿Para qué?
Lo cierto es que las cosas van mal con el covid-19 y que las políticas discriminatorias persisten. El hospital militar de Caracas restringió sus prestaciones siendo que un dignatario estaba allí alojado y por razones de seguridad se paralizó, pero en numerosos hospitales del interior como el de Valle de la Pascua no hay ni máscaras tapabocas para los médicos y no se opera o atiende al paciente con ningún protocolo.
De allí que abunden los médicos que se quejen de las condiciones de trabajo que no solo es lo propio de los hospitales públicos sino también de clínicas que para no dispensar dinero, trabajan sin cumplir las convenciones propias del covid-19.
Decir y repetir que estamos encarando favorablemente al genuino importado de China, es mentir y por eso es menester señalar no solo las deformaciones de la realidad sino y más aun, la manipulación de datos. El resultado es catastrófico. Cerca de 20% de los fallecidos son gente del sector salud, médicos, enfermeras y otras profesiones, se sienten vulnerables y lo he conversado con licenciados en salud pública, entre otros más. Son ellos a los que deben escuchar y constatar de sus testimonios la gravedad de la situación.
Es menester profesionalizar más la gestión pública de la pandemia. Dejarla más en manos de los que saben de eso. Entiendo que Maduro se haya ocupado del asunto y sus dos colaboradores Rodríguez, pero resulta difícil creer que consultaron antes de echar a andar el plan de hacer del Poliedro un centro de recepción y atención a los que en mala hora derivan coronados de esa patología. El diseño y lo he consultado antes de escribir esta nota, es contrario a la experiencia mundial y promoverá, potenciará la virulencia del virus.
Otro aspecto en el que hemos insistido desde meses atrás es el de ocupar más, muchos más recursos en realizar test anticipándose a la evolución de la enfermedad. Negarse a que las clínicas privadas hagan esos exámenes y tratar de mantenerlo todo en exceso centralizado no ofrece sino dudas e inconsistencias.
Al venezolano no lo importamos y si viene enfermo es otro más de los nuestros, que no viene de vacaciones sino que regresa a su país. Importados son los chinos, rusos y cubanos que no han traído sino la destrucción de la naturaleza y la ruindad del país que pudo y debió ser, macroeconómicamente, el mejor país del continente si no hubiera caído bajo el deletéreo control de la ineptitud y la ideologización de resentidos y felones.
Ningún pueblo ha pagado más, y me atrevo a decir, en la historia del mundo, perdiendo la oportunidad de hacer que este ingenuo que le creyó al difunto y a los que siguen insistiendo en el gobierno del cinismo y la ignorancia.
@nchittylaroche
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