OPINIÓN

De las maromas electorales al congresillo sine die

por Víctor A. Bolívar Víctor A. Bolívar

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La sola comparación de las gráficas tomadas el 23 de enero de 2019 y las de este año delata el grado de postración a la que el G4 redujo a la oposición venezolana que venía del propio Olimpo. Ha sido una de las más grandes pérdidas de capital político alguno en la historia de nuestro país. Basta ver cómo puja con el oficialismo los altos índices de rechazo reflejados en recientes estudios de opinión. Frustrante debe ser para sus dirigentes que desde 2015, cuando se decretó el fin del régimen en un término de seis meses, hasta la fecha solo puedan exhibir fracasos por sus desatinos y grandes contradicciones.

Cómo explicar los constantes altibajos del carrusel electoral, decididos por los egos que sometieron a los venezolanos a una abstención en las parlamentarias de 2005, a participar en 2010 y en 2015, para llamar de nuevo a la abstención en 2020 bajo el mismo argumento de la falta de garantía y condiciones electorales. ¿Y es que acaso las hubo en 2015 con las 4 rectoras del chavismo Tibisay Lucena, Socorro Hernández, Sandra Oblitas y Tania D’Amelio?  Entonces se obtuvo una gran victoria que le dio a la oposición una mayoría calificada que no supo aprovechar, pese al escenario de desventaja en los que siempre ha estado jugando.

Para muestra, recordamos cómo en un detallado trabajo de Phil Gunson, investigador y analista político para Crisis Group, región de los Andes, titulado “Elecciones parlamentarias en Venezuela 2015: unos dados cargados”, nos ponía de relieve toda una carrera de obstáculos en esa campaña electoral que amenazaba con unos resultados nada auspiciosos para la oposición. En ese rosario de dificultades señalaba, entre otras: la intimidación de lograr la victoria  oficialista “como sea” y su declaratoria de no “entregar la revolución”, los brotes de violencia, la única observación internacional de los representantes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur); así como la prohibición de participación de algunos dirigentes opositores, los pequeños partidos intervenidos, el sesgo, las cadenas y el monopolio mediático, la participación de los miembros de la FANB en actividades de proselitismo político, la falta de una auditoría independiente del registro electoral (REP) desde 2005 y la creencia generalizada de que el voto no es secreto.

Sin embargo, en forma extraordinaria, sus resultados sorprendieron a propios y extraños. El país le concedió una significativa dosis de legitimidad a esa dirigencia para conducirlo por un derrotero y lograr como fin propuesto la instauración de otro sistema de gobierno, pese a que no había condiciones que garantizaran un resultado favorable.

De allí que resulte cuando menos extraña esa especie de reedición parcial de la abstención del 4 de diciembre de 2005, bajo la premisa lastimera de la carencia de condiciones este 6 de diciembre para participar; pero más extraña aún es que, en contravía a la posición de Guaidó y de la posición de la comunidad internacional afecta que exigen elecciones presidenciales, muchos de aquellos quienes alentaron esa abstención hoy se manifiestan a favor de la participación electoral para elegir gobernadores y alcaldes. No les importará en esta oportunidad si hay o no condiciones electorales.  A qué juegan esos irresponsables que con su injustificable actitud desestimaron la oportunidad de evitar por lo menos la obtención de la mayoría calificada de la AN por el chavismo; más aun después de haberle vendido al venezolano falsas expectativas con el espejito de la consulta. Pareciera que toda esa maquinación solo les ha servido para darle continuidad presupuestaria al G4.

Para ilustrar las consecuencias de cuanto se ha señalado, referimos parte de un trabajo de France 24 (con EFE y AFP) del 6 de enero de este año, que al respecto señala: “Pronto se cumplirán dos años desde ese órdago lanzado por la oposición, que intentó poner contra las cuerdas al gobierno de Maduro y que provocó una oleada de reconocimiento internacional hacia Guaidó. Sin embargo, el tiempo ha revelado que ese impulso no hizo avanzar a la oposición, especialmente después de que perdiera el control de la Asamblea. El chavismo sigue manteniendo su fuerza en Venezuela”.

Ya Alemania, República Dominicana y la Unión Europea han tomado iniciativas dentro de ese contexto. Es un hecho que la pirueta de la que surgió la Comisión Delegada como un espectral  “congresillo” sine die, correrá la misma suerte de esa maroma de la consulta.

De tanta inconsistencia se cansa uno, como diría Omar Lárez.