En medio de toda la escena apocalíptica y de conmoción que se observa en los medios, existe una revolución desbocada por derrocar la libertad, que es más demoledora que la escena misma. Se abordarán dos conceptos de las ciencias políticas, más vigentes que nunca en la actualidad, como lo son los modelos antisistemas de tiranía y dictadura, como bien los han llamado, derivados hermanos gemelos de las tesis totalitarias, contrarias al sistema de garantía y libertades que encarnó la democracia liberal, encargada de limitar el poder del Estado.
La tiranía en su explicación más elemental es el modelo que se fundamenta en las decisiones y acciones de una gobernanza zángana, sátrapa, déspota y nepotista, que no atiende las normas preestablecidas en el ordenamiento jurídico y, mucho menos, las razones, es decir, no está limitada por la ley, en especial por la ley natural.
Mientras, las dictaduras se caracterizan por llevar a cabo todo de la mano del sistema jurídico, que previamente debaten y refrenda un órgano legislativo, que bien puede recaer en un parlamento, consejo de gobierno o en el dictador mismo, sin menoscabo del ordenamiento jurídico.
De forma común se acostumbra a señalar de dictadura todo régimen impositivo de leyes injustas a conveniencia o capricho de la regencia del jefe de Estado; pero haciendo la distinción de estas dos variables, se puede apreciar de forma sutil, la línea divisoria y comprender de forma objetiva las diferencias de los modelos al que se enfrenta la razón.
Por un lado, las dictaduras, desde la óptica de las ciencias jurídicas y políticas, se caracterizan por tener un sistema jurídico estatista, organizado; mientras en las tiranías no es un requisito indispensable haber una base jurídica impositiva para los designios, decretos, edictos, resoluciones y acciones del tirano, este los ejerce sin razón y sin reparo.
En esta época se escuchan frases que están llenas de significados tiranizantes, por ejemplo, se habla de «dictadura sanitaria, narcodictadura, narcotiranía, dictadura global o nuevo orden mundial». Frases como muchas otras que comienzan a tomar fuerza en los círculos más moderados y conservadores del debate filosófico, político, jurídico e incluso religioso internacional, hasta el punto de causar asombro; por ejemplo, el hecho de los pocos claros e innumerables protocolos «sanitarios» que imponen las diferentes administraciones de gobiernos en el mundo, pasando por alto, los principios, valores, garantías, derechos y libertades, consagrados en las constituciones de las naciones, en especial, las que conforman Occidente. Es aquí, cuando hay que tener claro que no es correcto denominarlo dictadura, sino que es propiamente un sistema tirano.
Al que se prestan gobiernos, como venderse al mayor postor, sin el más mínimo de respeto de la soberanía, además de investigación y debate de expertos en el tema, sobre las medidas de control socioeconómicas que vulneran de forma flagrante, derechos humanos desde la libertad que tienen las personas de respirar hasta la libertad de movilidad, libertades económicas, que en la escala de la jerarquía normativa, son normas superiores a las constituciones, es decir, por encima de todas las demás leyes, ya que son derechos irrenunciables, imprescriptibles, inalienables, como lo es la libertad, la vida en sí misma; por ejemplo, el derecho a respirar es un derecho natural, lo que hoy se conoce, humano, derivado del derecho a la vida; tales derechos son inalienables, imprescriptibles e irrenunciables, a pesar que hoy se le contrapone de forma desafiante de toda razón, el derecho al aborto subsidiado por el Estado y la eutanasia.
Sin embargo, estos derechos naturales o humanos, como se conocen hoy, derechos básicos o fundamentales de la vida, la libertad de comerciar, la movilidad, es decir, derechos y libertades naturales imprescindibles para el desenvolvimiento, desarrollo de la sociedad e incluso para la paz, se encuentran hoy más que nunca vulnerados, en plena era digital de la revolución espacial, o burbuja tecnológica con la electrónica, la robótica, amenazados los derechos en todo el mundo, de muchas formas, maneras y protocolos, amparados en una hipótesis de seguridad, muy cuestionada por autoridades de muchos ámbitos, que desafía, además, de los derechos humanos, las libertades, garantías y la justicia.
Por otro lado, la salud de miles de años de desarrollo, investigación y comprobación de factores como lo es, el sistema inmune con el que nacen todos los seres vivos, o más aún el sistema de protección natural de inmunidad de rebaño de siglos de desarrollo, que en la actualidad se ha modificado su concepción haciendo pensar al público que tal inmunidad de rebaño se alcanza inoculados, cuando desde épocas remotas es sabido que la inmunidad de rebaño propia de todas las especies y del ser humano es la misma barrera del sistema inmune de las personas que conviven en sociedad y este sistema inmune está más fortalecido en la medida de una sana alimentación, ejercitación, movimiento y convivencia en la humanidad.
Otra cosa que no deja de ser causa de asombro es que nadie sepa lo que sucede en Venezuela, Corea del Norte, Cuba o la misma China roja y todas las naciones bajo régimen colectivista; quedando más que verificado en este tiempo que en el mundo no hay nación que esté exenta de vivir igual condición humana o algo peor. La muestra está en las restricciones «sanitarias» de bioingeniería, impuestas desde la China comunista, vía protocolos, un abreboca del principio de una tiranía global enmascarada, concursando por convertirse en una dictadura abierta y descarada.
Por eso pensamos que la humanidad ya está madura, está en el tiempo de recoger la cosecha de décadas de siembra de frutos del árbol de la ciencia materialista, más de dos siglos de alienación de positivismo, materialismo histórico, marxismo, socialismo y todos los ismos totalitarios lo certifican, para encerrar a la población mundial, como de hecho lo está, en una granja, o en varias, parafraseando a Orwell (1945) en una especie de régimen de prisión domiciliaria, donde no exista libertad de expresión, porque eso es un ejercicio pasado de moda, tampoco libertad y derecho a la información, ya que para eso se cuenta con los principales medios de comunicación, con una sociedad donde hoy los verificadores o más bien sensores de conciencia o guerrillas comunicacionales que se emplean en las tiranías como las de Venezuela, de forma transversal, converjan todos y sean en la actualidad una profesión, más común de lo imaginado, al servicio del establishment global, de corte tiránico y totalitario al que Occidente apenas despierta.