OPINIÓN

De La Salida a la emboscada

por Humberto González Briceño Humberto González Briceño

Hay quienes se han ofendido por el apoyo que el partido rector del hamponato interino de Juan Guaidó le ofreció a María Corina Machado. Otros se han sorprendido y se preguntan si realmente Machado necesita ese tipo de apoyos, tomando en cuenta que todos los sondeos la colocan como la virtual ganadora de la primaria de la falsa oposición. En ambos casos la perplejidad viene de quienes están acostumbrados a ver a María Corina Machado como algo distinto y diferente en el seno de la falsa oposición, una suerte de muro que se levanta y se enfrenta a la MUD, que hasta ahora ha dictado la pauta de los falsos opositores.

Lo que algunos acusan como el viraje de María Corina para atraer apoyos a su candidatura no se percatan que ella no ha cambiado y en esencia sigue siendo la misma, aunque el mercadeo de su imagen la presente como contestataria y los chavistas por pura conveniencia la califiquen de “radical”.

Pero el pretendido radicalismo de María Corina nunca la llevó a plantearse un desconocimiento de la Constitución chavista de 1999, que es la raíz de todos los males y crisis que hoy padece Venezuela. En esto ella ha asumido la tesis de toda la falsa oposición que jura lealtad a la Constitución chavista y propone un gobierno de transición por vía electoral en lugar de una ruptura con el actual régimen político.

Pero las coincidencias de María Corina Machado con la dirección política de la falsa oposición van más allá. En el debate planteado por el fracaso y la corrupción monumental del gobierno interino de Juan Guaidó María Corina Machado y su partido Vente Venezuela, muy hábilmente, asumieron un bajo perfil dejando que las luchas intestinas entre los partidos de la MUD por el reparto del botín acabaran con el gobierno caricaturesco de Guaidó.

A la hora de evaluar la gestión de Guaidó, Machado y su partido prefirieron mirar para otro lado y con un pañuelito en la nariz salvaron su voto. Salvar el voto a la hora de evaluar el desastroso desempeño de Guaidó equivale a avalar su gestión y dejar a la interpretación de cada quien el significado de esa jugada. Así quedaba bien con quienes cuestionaban a Guaidó y al mismo tiempo mantenía sus conexiones con la cúpula corrupta de Voluntad Popular. Votar en contra de la gestión de Juan Guaidó habría constituido una referencia moral y una indudable muestra de genuino radicalismo.

Igualmente la forma como María Corina ha manejado sus relaciones con la MUD la posiciona como una dirigente que cuestiona la eficacia de esa dirección política, pero no su tesis política fundamental. Por eso María Corina mantuvo una retórica crítica contra la dirección de la MUD, pero sin jamás llegar a romper con ella.  María Corina siempre ha estado orbitando en la periferia de la falsa oposición guardando suficiente distancia y manteniendo las apariencias de una postura crítica.

En todo lo fundamental María Corina Machado adopta las tesis de la MUD como referente de la falsa oposición. El apoyo a la Constitución chavista de 1999, la vía electoral, el gobierno de transición y hasta las negociaciones con el régimen chavista, siempre con la ambigua advertencia por delante que ella solo negociará la salida del régimen. Todo lo cual no significa otra cosa que ella, al igual que sus colegas de la MUD, también quiere negociar, pero en forma diferente. Como en todo su discurso ambivalente tampoco aquí explica en qué consistiría una negociación con el chavismo encabezada por ella.

A pesar de asumir todas y cada una de las tesis políticas de la MUD María Corina Machado ha logrado posicionarse como una líder distinta y diferente a esa dirección política. Pero se trata de un liderazgo que no trasciende las fronteras de las clientelas partidistas, las únicas que parecen inmunes a lo que la realidad de estos 24 años de fraude electoral chavista continuado nos ha enseñado a la mayoría de los venezolanos. Es en este pequeño segmento de venezolanos que aún viven de la ilusión electoral donde la figura encantadora y el discurso esperanzador de María Corina Machado han representado su mejor papel.

Parte del encanto de María Corina Machado es su asertividad a la hora de formular los slogans con más pegada, como aquel de La Salida que compartió en el 2014 con Leopoldo López y Antonio Ledezma. El éxito de La Salida en presentar a Machado, López y Ledezma como algo opuesto a la MUD solo puede ser equiparable a la derrota política luego de haber arrastrado a generaciones enteras de jóvenes estudiantes en la falsa creencia que al aparato militar-policial del régimen chavista se le podía enfrentar con palos, piedras y escudos de cartón. Miles murieron masacrados y centenares aun están presos producto de un típico acto de voluntarismo, improvisación y cortoplacismo cuyas consecuencias nadie, hasta el día de hoy, ha asumido la responsabilidad.

En los entrelineas del discurso combativo, radical y contestatario de María Corina Machado siempre se esconden fulcros de verdad. Es allí donde se pueden encontrar las claves de sus movimientos políticos. Es el discurso que le ha permitido hasta ahora criticar a la MUD, sin romper con ella. Cuestionar a la corrupción en general al tiempo de prestar sus votos en la AN-2015 para salvar a Juan Guaidó. O criticar al gobierno de Nicolás Maduro, evitando cuidadosamente cuestionar al régimen político en su conjunto, quizás con la vana e ingenua esperanza de apostar por algunos militares chavistas que le apoyen. En verdad María Corina Machado está convencida que puede ejecutar el audaz acto de prestidigitación de cruzar el pantano y cual cisne salir majestuosa y engalanada, sin una sola mancha.

El balance más importante que se puede hacer del apoyo de Voluntad Popular a María Corina Machado es que ella en esencia no ha cambiado, que sigue siendo la misma, aunque algunos solo se hayan percatado hasta ahora. En el mejor de los casos ella representaría una manera más eficiente de implementar las tesis políticas, electoreras y negociadoras de la MUD sin alterar lo fundamental. Evidentemente un partido como Voluntad Popular no apoyaría a Machado si no viera en ella un agente confiable para avanzar sus políticas y prácticas como las ejercitadas en el interinato de Guaidó.

Curiosamente, es el discurso vehemente y sobre todo su correcta argumentación en contra del voto en tiranía lo que levantó a María Corina Machado a las alturas de la popularidad que hoy disfruta. En nombre de esa popularidad María Corina nos dice ahora que la tesis electoral sí es viable porque se trata de un voto en resistencia. Como si fuese algo distinto a lo que hemos hecho los venezolanos en estos últimos 24 años. Lo único que ha cambiado es que ella ahora lidera las encuestas, entonces lo que se impone es el argumento de la eficiencia. Ella con su carisma y estilo sí podrá lograr lo que los otros no han podido en dos décadas.

Cualquier promesa de cambio que se formule dentro del marco de la seudolegalidad chavista prescrita en la Constitución de 1999 no es más que un engaño, no importa cuán atractivo sea el nombre que se le ponga. Si además la promesa de cambio electoral se nos presenta en la forma de una irresistible figura carismática y mesiánica que nos pide, una vez más, confiar a ciegas en sus poderes desconocidos y extraordinarios entonces lo más probable es que no estemos cerca de La Salida ni de El Final sino más bien al borde de otra emboscada.

@humbertotweets