OPINIÓN

¿De la involución a la grandeza?

por Luis González Del Castillo Luis González Del Castillo

                                                                                                                                                          

Hace aproximadamente 2 000 millones de años se inició el paso de organismos unicelulares al nacimiento y evolución de los multicelulares. Desde la aparición del Homo sapiens, hace 200 000 años, pasando antes por el Homo habilis, y el Homo erectus, la pregunta que al parecer a algunos de nosotros, siempre aprendices de científicos sociales, más que inquietarnos nos atormenta a ratos, es cómo hacer posible el redimir tanta perversión y degeneración humana, en un territorio.

¿Acaso no se suponía que estaríamos, gracias a la modernidad y a la democracia, más preparados para desarrollar sociedades de mayor grado civilizatorio y de niveles progresivamente cada vez más respetuosos y más empáticos dentro de nuestra propia especie y la naturaleza toda?

Las aberraciones de las que hemos debido tener conocimiento y de las que de una forma u otra, gracias a las tecnologías actuales, todos somos testigos nos impregnan de un terrible olor vomitivo que se desprende de lo que ocurre en la actualidad en la que una vez fue «Tierra de Gracia”, Venezuela. La amorosa y  acogedora Venezuela de millones de inmigrantes. La que se convirtió en proveedora confiable de energía por designios de la Providencia y el desarrollo del conocimiento y de la tecnología.

¿Podría tener alguna explicación científica en la existencia de algún tipo de involución humana, social y degenerativa de este tipo de sujetos que han hecho del alcanzar el poder para depredar y mantenerse en él su forma de supervivencia criminal. Hecho miedo el perderlo todo, por las consecuencias de sus fechorías y asesinatos cometidos, cada vez se hunden más y más, como en una arena movediza, intentando huir hacia adelante. Intensificando, día a día, más la represión violatoria de los más elementales derechos humanos universales han roto la cuerda de la básica comprensión del ser humano hacia el otro ser humano. Lo vimos en los ojos de Rocío San Miguel. Sólo se han logrado convertir en secuestradores, torturadores y asesinos. Los que aún no hayan cumplido esas órdenes que se preparen para, a la voz de mando del presidente constitucional, dar el paso correcto al lado de la Venezuela libre que sin duda vamos camino a recuperar.

A cada denuncia se suma otra y otra más. Cada violación denunciada no parece ya afectar a los funcionarios, incluidos el que finge de fiscal general, en la aplicación del Estado de terror con el que están secuestrando al país. El Foro Penal venezolano, como organización abocada a la prestación del auxilio judicial a los prisioneros ha actualizado sus cifras de presos políticos en 1 877; de los cuales 1 715 son civiles y 162 son militares.

Apenas ayer viernes 20 de diciembre se conoció que hubo disparos en la cárcel de prisioneros militares denominada “Ramo Verde” y que hay tres heridos.

Desde la cúpula del régimen, derramando sus acostumbradas verborreas sobre sus cómplices, hablan de fascismo. Están convertidos en repetidores de las más irreales acusaciones contra la dirigencia encabezada por el presidente electo Edmundo González y su vicepresidenta ejecutiva designada, María Corina Machado. ¿Pretenden distraer o engañar a quien? Ya no es posible ignorar  las causas que en su contra cursan en la Corte Penal Internacional y otros organismos del mundo. Son acusaciones fundadas en pruebas de graves delitos de lesa humanidad, propios de  los regímenes fascistas.

Perversamente, responden con propaganda y acusaciones a la manera del espejo en que se miran, y repiten a quienes les exigimos sencillamente que respeten la soberanía del pueblo venezolano que sufragó y escogió lo que es la alternativa constitucional, pacífica y democrática de cambio de gobierno.

A la usanza de lo que la América le permitió al fallido experimento castrista-cubano, después de un cuarto de siglo en Venezuela,  existe sólo una cúpula militar que ordena aplicar cobardemente las armas de la República contra su pueblo. Seres desarmados e indefensos de su propia especie humana, de su nación. En estos días volví a escuchar de casos en que a las mascotas de perseguidos políticos también les han propinado malos maltratos y tipos de maldades de lentos exterminios.

En nosotros existe la convicción de que ante tales monstruosidades, a las que denominamos del Estado Frankenstein, sólo la firmeza de la nación, compuesta de las distintas familias, de civiles y militares de bien, de las estudiosas del conocimiento humano y laboriosas para producir libertad y bienestar, ¡con un sólo propósito se expresará ya no en la urnas electorales sino mediante su derecho a la legítima defensa! Al mundo, a los presidentes Biden y Trump, sólo le pedimos la más elemental solidaridad internacional de quienes alguna vez recibieron amor y apoyo de Venezuela, y que es ahora el momento de presionar para que salgan las mafias que se han enquistado en nuestra patria bajo la traición entreguista de supuestos revolucionarios que claramente son y representan un salto atrás involutivo de lo que debe ser el destino de Venezuela y de América toda: ¡la grandeza!

¡Avanzar!

catedrainternacionallibertad@gmail.com/ @gonzalezdelcas