Su mal gobierno hizo de Caldera coprotagonista del derrumbe del sistema democrático al que le dio tanto fuelle en sus albores. Anodina y decrépita pueden calificar esa gestión de la cual poco o nada podía esperarse, vistos los antecedentes y motivos que lo llevaron por segunda vez a su exaltación al sillón presidencial.
El deslinde de su histórico partido del que fue 5 veces candidato presidencial, por despropósitos generacionales, conjuntamente con la creación de un variopinto chiripero que en sus entrañas tenía incubado al golpismo y la aventura, sumados a la inaceptable y desvergonzada reincorporación estelar de los insurrectos de 1992, fueron la receta de este plato difícil de tragar que a fuego lento fue cocinado desde 1998.
Si era necesario que ocurriese un trance en el país, que diera pie al embate de un cruento proceso de odio y revanchismo social, en sumo grado lo encontramos en el paradójico cogobierno de Caldera con los propios mentores y actores de este desastre. Nada más emblemático para decirlo que la juramentación de Chávez sobre la «moribunda Constitución del 61″ promovida, entre otros, por el mismísimo testigo que le entregó el cargo que nunca debió ejercer.
Copei, en definitiva, como víctima del peor intento de “partidicidio» y de duras escisiones, a los 74 años de existencia se encuentra en un estado de latencia con condiciones críticas difíciles pero no imposibles de superar. Es una veraz muestra de la grave situación en las que se encuentran la mayoría de las organizaciones políticas opositoras que hacen vida en el país, hoy intervenidas, inhabilitadas y perseguidas. Todas con un explicable mas no justificable déficit organizativo y de democracia interna por el remezón político nacional y algunos particulares intereses que lo han generado.
Valga la ocasión para hacer llegar a mis compatriotas y especialmente a quienes hacen vida partidista, nuestros votos sinceros para que sus dirigentes se dediquen a llevar a sus organizaciones a ser ejemplo de lo que queremos para el país con reunificación, democracia y libertad plenas. Llegue a Roberto Enríquez, presidente de Copei asilado en la Embajada de Chile, nuestra solidaridad y reconocimiento.