Una entrevista televisiva al opositor venezolano Antonio Ledezma alborotó una jauría sin el debido antídoto: La Bicha, bautizada como tal por indeseable e «instigación a delinquir», que acusados por el Ministerio Público debieran estar sus corredactores presos y una evidencia del lenguaje forense ¡Hasta el final! fustigó con manifiesta intencionalidad si esa expresión implicaba «rebelión militar» y «desobediencia civil». De ambas posibilidades escribieron los entonces redactores de las Constituciones de 1961 y 1999. Al respecto, los entrevistadores se propusieron emboscar a Ledezma, como si decir que se ha conversado con militares es un delito. ¿Cómo no se puede hablar con quienes tienen derecho al voto? ¿Y acaso los militares retirados no ejercen sus derechos políticos? Grave resulta imponer una ideología en la Fuerza Armada y por supuesto, exhortar a la rebelión, que no lo hizo Ledezma, lo especularon los entrevistadores, dándole de comer a ciertos opositores lo que es una antinomia y veamos.
Una norma, calificada por un sabio de la política venezolana del siglo XX, Gonzalo Barrios, como «La verraca» coloquialmente en Colombia…»la cabra que más mea», que a la letra en ambos textos reza:
«El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”…»Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia».
Los precedentes constitucionales no existían, a la legislación española el 19 de abril de 1810, que no fue una rebelión militar, configurando lo que se reconocería como «Desobediencia Civil» cuyo más antiguo antecedente fue conducido por el profeta Moisés. En la antigua “Nueva Segovia de Barquisimeto” (Buría) en 1553 se produjo una desobediencia, acaudillada por el “Negro Miguel” luego sería Mahatma Gandhi. A la muerte de Juan Vicente Gómez, los generales López Contreras y Medina Angarita se propusieron gobiernos civilistas hasta atravesarse la atípica rebelión militar del 18 de octubre de 1945, 24 de noviembre de 1948 y 4 de febrero de 1992, esta última, realmente militar. ¿Por qué insurgimos? Explica sus razones, derivadas de las normas citadas, de cuyo fracaso, la amnistía promovida y el sobreseimiento de sus causas por el propio presidente Carlos Andrés Pérez y al comandante Hugo Chávez, por el presidente Rafael Caldera. Lo cierto es que luce vigente, no los preceptos constitucionales del 61 y 99, sino el por qué insurgimos que ahora se interpreta a tenor del principio de la telenovela Por estás calles del magistrado Eudomar Santos: «Como vaya viniendo, vamos viendo»…
«Hasta el final», propósito electoral de la candidata María Corina Machado y su interpretación, es el leitmotiv para ordenarse la aprehensión contra Ledezma y según un tarifado rabioso, la misma Machado, que no tiene otro propósito que enturbiar el proceso electoral en marcha y opositora entre sí, donde se disputan algún entendimiento con el régimen. Sobre esos particulares y las trágicas experiencias recordamos al historiador Manuel Caballero, para quien el año 1903 «estalló la paz» cuando en la batalla de Ciudad Bolívar el general Juan Vicente Gómez derrotara al último caudillo federal, que puso fin a un siglo de contiendas civiles alcanzando en el 2003 su centenario: «ausencia de guerras civiles», por lo que no tiene sentido, irnos a matar a estas alturas, con lo cual o se modifica la Constitución Bolivariana o las inferiores normas que criminalizan el ejercicio político y nos entendemos como lo que somos: ¡ciudadanos! El título más preciado por Simón Bolívar, siendo impropio hablar de rebeliones militares, mas sí «de desobediencia civil» y en el ejercicio del voto, universal, directo y secreto está, en sus diferentes modalidades para salir de las crisis.