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De ideologías y otros demonios

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El tercer mundo no es una realidad sino una ideología

Hannah Arendt

En psicología nos referimos a la disonancia cognitiva como la idea o discurso discordante al accionar y el proceder, lo vemos en las recomendaciones del médico fumador, en la prédica del cura pedófilo y en el neosocialismo chavista.

La teoría científica del socialismo se fundamenta en dos puntos claves: el control de los trabajadores sobre los medios de producción y la protección estatal hacia el desfavorecido. La actuación del gobierno venezolano los sitúa en el extremo opuesto: el chavismo explota al trabajador, confinándole a condiciones peores que las de la esclavitud y por otro lado ha arruinado todo el aparato estatal encargado de brindar asistencia al necesitado. Un sistema de salud pública inoperativo, la educación gratuita parcialmente clausurada y la humillación a la que someten a los pensionados dan cuenta de la poca afinidad que tiene el PSUV hacia lo social.

Sin profundizar en exhaustivos análisis, el chavismo tiene claras aproximaciones al fascismo más reaccionario, en virtud de su determinación de liquidar cualquier signo de disidencia; además de reavivar al militarismo en los espacios de poder históricamente reservados para civiles y académicos. El socialismo del siglo XXI causa repulsión para los mismos factores de la izquierda del hemisferio, que no desaprovecharon la oportunidad para desmarcarse de Maduro en la reciente cumbre celebrada en Brasilia.

Los verdaderos estadistas no subordinan sus decisiones a conceptos doctrinarios. Por ejemplo, a Rómulo Betancourt le correspondió la histórica tarea de defender la democracia contra variopintos agresores: enfrentó con firmeza las sublevaciones y los atentados de la extrema derecha latinoamericana y sofocó sin contemplación a los insurrectos de las guerrillas y partidos comunistas. Su tenacidad provocó que algunos compañeros, con posturas radicales, hicieran tienda aparte.

Con el desplome de la Unión Soviética emergieron en el mundo ofertas de gobiernos neoliberales que prometieron fomentar libertades en el mercado. En Brasil eligieron al derechista Fernando Collor de Mello, cuyo régimen corrupto terminó estatizando hasta el dinero de los ahorristas.

Nuestra tarea se basa en construir un modelo de gobierno consustanciado a las particularidades y circunstancias que nos convocan; jamás en apego a idearios dogmáticos que siempre acaban por perseguir a quienes discrepan.

A nuestro saqueado y empobrecido país le urge un gobierno de corte social, que atienda las necesidades más apremiantes en materia de salud, educación y vivienda. Es imposible echar un país a andar cuando el grueso de sus habitantes están sumergidos en estados de precariedad tan inhumanos. En las actuales condiciones es improcedente implementar un sistema que privilegie a los dueños del capital teniendo en cuenta nuestra debilidad monetaria y la deteriorada clase media que aún subsiste. Por ello es imprescindible garantizar condiciones que les permita la oportunidad superarse a sí mismos y luego competir sin desventajas tan hondas.

En la otra cara de la moneda vemos las circunstancias que atraviesan los españoles. Ese país que fue exportador de una extraordinaria mano de obra y referencia mundial en materia de cultura, economía y educación, son dirigidos por una mala izquierda que les ha hundido a una terrible erosión social. El binomio PSOE/Podemos hace sacrificios fiscales para subsidiar a los vagos, usan medios públicos para fomentar aberraciones y además formaron gobierno con personajes de cuestionable trayectoria. Asqueados de tanta inmoralidad sus electores han virado hacia la derecha, en la esperanza de adecentar al gobierno y combatir la corrupción. Creo que los asiste la razón.

Con franqueza

La doctrina no debe ser una camisa de fuerza, ni un enlatado a replicar indiscriminadamente. Por ejemplo, los alemanes, los canadienses y los noruegos han progresado con sus gobiernos de centro izquierda; mientras que en Inglaterra, Italia y Francia gobierna la derecha sin mayores contratiempos; por lo que podemos inferir que no es el sesgo ideológico la génesis del atraso o el progreso.

En países con tradición democrática, los debates se centran en la autonomía de sus instituciones, en la probidad de sus funcionarios y en la integridad personal y académica de los aspirantes, pues ven en ello la garantía de un régimen de justicia y equidad, capaz de proporcionar bienestar a su ciudadanía.

Aun cuando considero imprescindible restablecer la formación de cuadros políticos, también es necesario que dicha instrucción sea con conocimientos modernos y útiles para la edificación social que nos convoca. Sería un despropósito seguir apelando al juicio de Antonio Gramsci o de Adam Smith para la conducción, o en nuestro caso rescate, de un Estado de Derecho.

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