¡Ay! Arenas, Arenitas, en el lío que te estás metiendo.
Juan Vené
Estimado Nicolás:
Soy yo, Hugo. Sé que te sorprende que te escriba en lugar de aparecer en forma de pajarito, pero bien sabes tú que un guerrero como yo no puede andar emplumado todo el tiempo, primero porque puede producirse una mala impresión y segundo porque aquí donde me encuentro, las plumas, precisamente, no son un buen abrigo que digamos.
Donde ahora me encuentro, no sé en cuál círculo infernal, pues nunca me dieron ganas de leer a Dante, no es como la inmensidad del llano, de mi llano querido, donde tú puedes estar en el día abrazado por el sol, pero, te dejas empapar por la lluvia del invierno y te refrescas.
Aquí no, aquí todo es un calor tan bárbaro que te vuelve pellejo enseguida. Si me vieras no me reconocerías, estoy flaquito, flaquito, como cualquier venezolano desenchufado. Y de eso precisamente es por lo que te escribo.
Tú sabes muy bien que en Venezuela no se mueve una hoja, o se paga una comisión o sale un embarco grande, mediano o pequeño de cualquier cosa sin que yo no me entere. Así Nicolás, que yo estoy enterado de todo.
¿Qué es lo primero de lo que me he enterado desde que me ausenté, en contra de mi voluntad, por supuesto? Yo, allí sí me diferencié del glorioso Bolívar (por cierto, a veces lo veo por allí, y mira como son las cosas, yo que no he hecho otra cosa que meterlo hasta en la sopa de los venezolanos, me pasa por un lado y ni me saluda), cuando dijo aquello de que “..si mi muerte contribuye a.. blablá… yo bajaré tranquilo al sepulcro”, yo bajé a esta calor miserable con una gran verraquera (que te parece el término, sé que te es familiar). Pero, bueno, lo que quiero decirte es que no has hecho las cosas bien, Nicolás.
Quiero aclararte que yo tampoco lo hice bien, pero desde aquí como que se ven más claras las cosas. No lo has hecho bien, primero, porque como dice ese enemigo mío y tuyo y de todo el chavismo, que de no haber sido por las apariencias yo mismo me lo hubiera echado al pico, me refiero a Ramos Allup, quien le dijo a Diosdado “que de exceso de inteligencia no te vas a morir” (como gocé esa ocurrencia de Ramos Allup, a pesar de que el comentario venía de ese tipo tan odioso), aplica para ti también Nicolás. Porque si hay algo fuera de toda duda es que eres un verdadero brutazo. Yo ya lo sabía y de verdad no sé por qué me dejé influenciar por Fidel como en todo (por cierto, también lo veo mucho por aquí, él sí me saluda) y te dejé encargado del país y de mi proyecto, porque era y es mi proyecto, que te ha quedado grande.
Lo otro es que has hecho algo que yo no hice, es el asunto con Cilia, se parece al recién muerto Donoso y su mono, solo que aquí el mono eres tú.
A las mujeres, Nicolás, hay que darles de todo, se lo merecen, pero nunca, nuuuunca, hay que darles poder, ellas entienden más de eso que uno y al final te hacen parecer como un verdadero gafo y eso que por razones de propaganda ella se mantiene callaíta.
Las relaciones con el resto de la familia, Nicolás. Ese es otro aspecto en el que tampoco has estado a la altura. ¿Qué hice yo?, los puse donde había que coger y cogieron.
La humilde casita en la que habíamos vivido toda la vida en Sabaneta siguen en pie porque los aduladores de siempre hicieron un homenaje con los cachivaches que no me pude traer para acá. Hoy, todos ellos, mis hijas, mis hermanos, mis padres y hasta Maisanta son potentados, riquísimos, pero yo siempre hacía ver como si me molestara y se los decía en privado lo suficientemente alto como para que el vecino se diera cuenta y lo divulgara. Te acuerdas cuando le caí a martillazos a la Hummer de Argenis, después se la pagué y nadie se enteró, pero quedé como el justiciero que todo el mundo creyó que yo era.
Pero tú te involucraste hasta en el enredo de tus sobrinos, el negocio era siempre con terceros, nunca asomar nuestra cara. Cada vez que me entero de las acusaciones de narcotráfico y te señalan a ti, a Tareck o a Diosdado, no sabes la rabia que me da… Ustedes no aprendieron nada
Pero no quiero hacer una larga lista de tus desaciertos menores, quiero resumirte que has continuado todas las cosas que yo hice mal: primero lo que hice con Pdvsa, no tiene perdón de Dios, y fíjate que no es casualidad que esté aquí, en este lugar que me da miedo. Seguiste poniendo tipos buenos para nada en puestos claves. ¿Cómo se te ocurrió poner a Manuel Quevedo como jefe de Pdvsa, chico, un tipo que sabe de petróleo lo que yo sabía de gramática (te lo digo sin vergüenza, esto es algo que perdemos aquí en este calor que te mata, leíste bien, te vuelve a matar… ¿te acuerdas del verbo “adquerir”? Bueno, a ti te pasa siempre), luego lo has sustituido por El Aissami, que es bueno para sus negocios (nos ha resultado un emprendedor de primera línea, negocio en que se mete, negocia que la pega), pero del negocio petrolero supongo que lo único que sabrá es de supertanqueros y no precisamente para transportar petróleo, pero bueno, allí no te discuto, razones habrá para que estratégicamente lo pongas allí.
Lo otro Nicolás es que no te metas más con la Polar, a menos que quieras matar de hambre a la gente. Igualmente, no menciones más a Trump ni para bien ni para mal, ese es un loco, y como loco es impredecible, que te lo digo yo, que de eso sé mucho. Y fíjate que con su locura es capaz de que, sin consulta y sin preaviso, te mande un misil. Él no tiene límites para disparates, de eso también, hasta sugirió a los gringos beber lejía y comer pastillas de detergente… Aquí lo estoy esperando.
Si te quieres meter con alguien, métete con gobernantes más chiquitos, por ejemplo, los de Las Nieves-San Cristóbal, San Vicente-Las Granadinas, pero no, tú sigues en la misma manía mía, metiéndose con el más grande.
Nicolás, lo último y realmente importante es que la gente está fregada, yo no los dejé así. Has producido la mayor escasez, no digo de gasolina, de agua, de electricidad, en eso yo soy tan culpable como tú; pero Nicolás, los has dejado sin alegría, sin esperanzas y no es que yo no haya hecho lo mismo, solo que ahora estoy aquí y veo con más claridad lo que están sufriendo.
Hemos hecho mucho daño, Nicolás, yo estoy arrepentido (aunque eso aquí nada vale, pues lo que cuenta es lo que hacemos en vida). Dejemos tranquilos a los venezolanos, deja que otro se encargue de la enorme torta que hemos puesto, de la destrucción que hemos producido.
Ya regresaremos de nuevo y espero que esa vez lo hagamos mejor y que robemos (eso está en nuestra naturaleza) pero no tanto; hagamos lo que hicieron los adecos, que robaron pero le dieron un pellizquito a los demás.
Bueno, Nicolás, será hasta la próxima, que te escriba con más tiempo, aunque eso es lo que sobra aquí, pues, malaya sea, el tiempo aquí es eterno. Aquí también escasean muchas cosas, incluyendo el papel, la tinta y la conexión con Internet es muy mala.
Cuídate mucho y vete a disfrutar de lo que tienes en alguna parte donde puedan aceptarte. Que sí las hay, pero eso sí, tienes que pagar.
¡Hasta la victoria siempre!
¡Independencia y patria socialista!
¡Viviremos y venceremos!
H.Ch.
P.D: Otra cosa, no sigas diciendo que tú eres hijo mío.