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De cara contra las rocas

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Encontrarse frente a la majestuosidad de los recursos naturales nos hace ser acreedores de una gran impresión. No hay forma de eludir el impacto que la vida provee cuando se manifiesta en todo su impetuoso esplendor. Una oportunidad junto a la ladera de un socarrón rio me hizo pensar que no hay mejor forma de valorar la vida que mirarla desde su fragilidad. Unos minutos o segundos lo cambian todo cuando se está en la circunstancia y el momento correcto. Ver escarpados lugares y escondidos entre las rocas me hizo valorar dimensiones alternas de profundo esfuerzo y rendición, que se irguen como escarpados y se esconden entre las peñas más fuertes. 

Miraba con diligencia mientras mi cuello subía tratando de alcanzar la cumbre de aquella gran peña, y el palpitador del pecho se aceleraba con fuerza. Pensamientos abrumadores consumiendo el alma, así como promesas haciéndose presente tras cada uno de ellos, sin mayor invitación. A todos les visualizaba con gran prestancia apareciendo una tras otra y siendo fiel al abrazo primigenio que se les dio alguna vez. Las palabras no alcanzan a salir cuando los instantes son tan reales y auténticos, ese fue un momento de cara frente a las rocas, las tan visualizadas y sublimes rocas llenas de verdad y con una gran historia; tanta agua recorrida entre ellas que han adquirido forma una tan limada que no se hallan entre ellas filos, todos sus lados son lisos. Empero, esa es una textura que solo el tiempo les ha podido proveer. 

Al ver tales detalles pensaba en lo pasajera de la vida y lo necesaria para adquirir la textura correcta. Somos como material en bruto al nacer y solo las aguas que nos envuelven con el paso de las lunas nos hace lisos y sin filos. Grandes en lo alto de las montañas o pequeños cuando ya se han recorrido inmensos territorios quebrando toda la masa posible y reduciendo nuestras partes a su mínima expresión. En tal sentido, comprendí que lo que resultó tortuoso, preocupante y divertido solo tuvo un valor real, profundo y personal hasta que se permitió que las aguas amargas corrieran siendo sustituidas por las dulces. 

A solo horas de dicho encuentro puedo comprender que el año promete desvelos que no deben ser menospreciados, por muy tontos que parezcan. Una vez más la fragilidad y vulnerabilidad de la vida nos permite pisar plano en tierra prometida, y sin duda, pase lo que pase saber que un único acompañante guardará nuestros pasos en cada circunstancia. La prudencia nos corona de gracia y evidencia una visión horizontal de las situaciones y los silencios pueden ser ahorros en el banco de la paz, aunque hablar siempre será la clave de la transparencia. En cualquier caso, puedo reconocer que no aprecié lo que significó estar de cara frente a las rocas hasta casi veinticuatro horas después del encuentro. Mi redención estará completa cuando mi espíritu vea cara a cara a la roca, piedra angular de mi fe.

@alelinssey20

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