Ya se está sirviendo la mesa en Venezuela, pero no para una nutritiva comida del gobierno de transición hacia la democracia. El anuncio del cambio en el número de parlamentarios de 167 a 277 no es más que la repetición del patrón comunista de la dilución populista para una asamblea de borregos. Lo intentan burdamente justificar en la supuesta búsqueda de un equilibrio entre parlamentarios electos en nómina de lista cerrada versus el electo uninominalmente. En realidad siempre manipularán, como acostumbran, bajo la línea del pequeño buró dictador del Partido Comunista, cualesquiera sea el nombre que le den, en cualquier latitud, en este planeta donde representan la continuidad de la tiranía.
Cuando se nos dice de la excelente labor de la Comisión de Contraloría actual, de la Asamblea Nacional G4, donde se señala en su informe la compra de los diputados del parapeto de Asamblea “hoja’e parra” y otros adláteres, versus la anterior Comisión de Contraloría G4, donde se descubrió la expedición de “cartas de buena conducta a empresarios camaleones, que haciendo dinero mantienen negociados con el régimen narcocastrocomunista del títere Nicolás Maduro, pues querían y quieren evadir sanciones de nuestros aliados internacionales. Así podemos concluir, sin lugar a dudas, que es preferible ¡ser menos para ser más! en estos casos, donde impidamos que camaleones y alacranes puedan seguir presentes en una futura dirección política.
Aunque se hayan conformado aparte como “fracciones minoritarias” de la actual Asamblea Nacional, de la que distinguimos con las siglas G4, dichas fracciones “minoritarias” en realidad recogen mucho más fidedignamente el deseo de las mayorías, más que depauperadas bajo suerte de exterminio, de la nación. Esas que exigimos enfrentar, sin esguinces o traiciones, la tiranía. La voluntad real del electorado que eligió esa Asamblea fue darle un mandato de reencauzar las torrentes aguas del anhelo popular hacia la democracia. El pueblo sabía, como sigue sabiendo ahora, de los difíciles intríngulis que se generan en los partidos para realizar “negociaciones” que permitan crear consensos y producir una básica cohesión política indispensable.
Concluido el primer semestre 2020, y después de la concesión que dichas fracciones minoritarias hicieron dentro del “pacto de alternancia” en la presidencia de esa Asamblea Nacional G4, para que Juan Guaidó continuase en la encargaduría de la presidencia nacional, a efectos de terminar la faena, todos debemos aceptar que el tiempo pasó, y se hace imprescindible evaluar opciones de dirección política para la liberación del país, ante el eventual término del lapso constitucional parlamentario 2015-2020.
Ahora nos están vendiendo como secuestrados. Como acostumbran los malandros del ELN, o los que continúan en las FARC, o los otros. Víctimas como nación venezolana de la demencia entreguista del chavismo-madurismo, al castrismo cubano primero, aliado de la narcoguerrilla colombiana. Nos exprimieron hasta el bagazo y ahora pasamos a una suerte de “Plan Frankenstein castro-islamista”, que promete meternos en la peor de las pesadillas.
Es curiosa la historia que nos viene a la mente como ejemplo. Recordemos cuando Visigodos usaron la ayuda de los moros en sus guerras intestinas dentro de España, hasta los tiempos de aquella unión vencedora de Isabel la Católica y Fernando de Aragón tuvieron que sufrir, después de pagar caro con ocho siglos bajo la dominación árabe en su península.
Es preciso detener esta locura ahora. Este virus totalitario va mutando y esparciéndose peligrosamente. Va creando cuantiosas finanzas y métodos tecnológicos de delincuencia transnacional organizada para lavar fondos, comprar voluntades y desarrollar su modelo de “Estado delincuente”. Ataca preferentemente países vulnerables con institucionalidad precaria o disminuida, en sociedades débiles que han descuidado sus valores morales y principios éticos. Estas sociedades les permiten jugar con tan peligroso fuego. Profundizando relaciones con países enemigos de occidente Venezuela, más tarde o más temprano terminará chamuscada.
¿Qué proponemos para parar la locura en proceso? Creemos que aún tenemos una legítima oportunidad de crear una dirección política no partidista, aunque por supuesto entren los remanentes dirigentes honestos de los viejos y nuevos partidos políticos que aún existen. Debemos elegir una suerte de pequeño parlamento ciudadano. Uno que sirva a los intereses de la liberación de nuestra nación venezolana, a diferencia de lo que se implementa hoy por parte de los enemigos de la democracia en su nueva versión castro-chavista-islamista de su comunismo. Ejemplos históricos de organizaciones apropiados a diversos propósitos y en distintas realidades existen, como el “Congreso Nacional Africano”. Esos que pretenden aumentar en Venezuela la nómina de una Asamblea Nacional para hacerla aún más títere de sus intereses, espuria e inconstitucional, debemos responderle impulsando de inmediato el Congreso de Ciudadanos Libertarios de Venezuela, que a manera de suerte de Senado con representación de un par de ciudadanos por estado sea la definitiva promesa de liberación y reconstrucción democrática de Venezuela.
Nuestros aliados en el mundo esperan mucho más de nosotros. De lo que nuestra historia de auténtica revolución libertadora, les dijo sobre nuestra capacidad de vencer dificultades y ganar nuestra libertad hace doscientos años. Sí, esos doscientos años que se cumplirán de Carabobo en junio de 2021.
Bajo el lema de Miranda: “Muera la tiranía, viva la libertad”, debemos hacer que termine de morir lo que está prácticamente muerto, y debemos hacer que nazca lo que nos pide a gritos nacer: ¡la libertad!
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